CONSEJO MEXICANO DE CIENCIAS SOCIALES

Reunión hispano-mexicana de ciencias sociales

Reunión hispano-mexicana de ciencias sociales y humanidades
El Colegio de México/Universidad de Alcalá
(Ciudad de México, Colmex; 12 y 13 de abril, 2018)
 Informe: una agenda variada, compleja y llena de desafíos
Reunión hispano-mexicana de Ciencias Sociales y Humanidades

Reunión hispano-mexicana de Ciencias Sociales y Humanidades

El 12 y 13 de abril del presente año se reunieron en El Colegio de México treinta académicos de España y México para debatir sobre las humanidades y las ciencias sociales (básica pero no exclusivamente, historiadores de diversas áreas, sociólogos, politólogos, juristas e internacionalistas). A cuatro décadas de distancia del Primer encuentro hispano-mexicano de científicos sociales, que tuvo lugar en 1978 en el Colegio, la Reunión hispano-mexicana de ciencias sociales y humanidades no se planteó como una secuela. En primer lugar, porque las transformaciones han sido de tal envergadura en todos los ámbitos, que plantear una “segunda parte” a cuarenta años de distancia no tenía mucho sentido. Sobre todo, si tomamos en cuenta que la academia española estaba saliendo entonces de una dictadura que lastró a las humanidades y a las ciencias sociales de muchas formas. En segundo lugar, porque el formato de esta Reunión fue completamente distinto. No se trató de presentar ponencias, sino de cuatro mesas de debate (dos centradas en la historia y dos en algunas ciencias sociales). En estas mesas lo fundamental fue la discusión (entre los participantes y con el público), no la presentación de ponencias. Esta misma razón explica que resultara imposible publicar unas “memorias” o algo parecido. De aquí la importancia de este Informe, pues además de las grabaciones que se pueden consultar en la red, el presente documento es el único testimonio escrito que quedará de la Reunión.[1] El objetivo del mismo es triple: como testimonio, como una especie de resumen de los temas tratados y, last but not least, como una “agenda de trabajo”, que propicie nuevas reuniones que pongan sobre la mesa otras temáticas y que éstas puedan contrastarse con el presente Informe. Como se desprende del mismo, las comunidades académicas española y mexicana tienen ante ellas una serie considerable de desafíos. En otras palabras, este reporte pretende no solo dejar constancia de lo que se discutió, sino también servir como aliciente para dar seguimiento a los retos que se plantearon y discutieron a lo largo de la Reunión. Esto sería casi imposible si no quedan consignados los planteamientos, los temas y los debates que, sin pretender objetividad, pueden considerarse “los más importantes”. Estos son los propósitos de este Informe.

Para evitar la prolijidad que muy bien podría derivarse del reporte de una Reunión como la que nos ocupa y con el objetivo de los interesados se animen a leer el documento en su totalidad, el Informe está dividido en 12 breves puntos (a grandes rasgos sigue el orden en que aparecieron los temas):

  1.  Uno de los aspectos que primero surgieron en la primera mesa de la Reunión fue lo que puede denominarse el “estatus” de la historia. Mientras algunos la consideraron una de las humanidades (con lo que ello supone en términos de ser más un arte que una ciencia), otros (la mayoría) la consideraron una ciencia social. Como con muchas otras discusiones, una vez que se especificó qué se entiende por “arte” o por “ciencia social”, resultó que las diferencias entre ambas posturas eran bastante menores de lo que se pensó en un primer momento (en buena medida porque ambas posturas insistieron en la importancia del rigor metodológico).
  2. Sobre la historia, se discutieron los alcances y límites de la historia atlántica. En cuanto a los primeros, se acepta que es una manera distinta de ver a la región atlántica y de sacar a la luz nuevas problemáticas historiográficas, pero se planteó también que buena parte de lo que se hace pasar actualmente por “historia atlántica”, tanto en España como en México, es la historia de diversos estados nacionales que no hacen más que reunirse en un libro. En cuanto a la historia global, parecen existir motivos estructurales (en primer lugar, falta de recursos para consultar archivos en distintas partes del mundo) que complica sobremanera hacer este tipo de historia. Parecería entonces que, al menos el mundo latinoamericano, está condenado a “maquilar” lo que se hace sobre historia global en otras partes.
  3. Otro tema que surgió muy pronto y que se mantuvo hasta el final de la reunión fue el del idioma inglés. Una vez más, si bien no se puede hablar de un consenso, sí predominó la idea de “desdramatizar” el tema, pues el hecho de que exista una lingua franca parece no ser tan Otra cosa es que la academia estadunidense en ocasiones imponga temas y metodologías que muchas veces son ajenas a la academia en español e incluso a las realidades sociales latinoamericanas. Otra cosa también es que el inglés se convierte en ocasiones en subterfugio de un supuesto “internacionalismo”, el cual va más allá del dominio de una lengua específica. En cualquier caso, las dificultades para publicar en revistas muchas veces no tienen nada que ver con el inglés, sino con la falta de canales de publicación en castellano de la calidad suficiente.
  4. Un tercer tema que se discutió en las cuatro mesas de la Reunión fue lo que se puede denominar el compromiso o la intervención de los académicos en el debate público y, yendo un paso más allá, en las políticas públicas. Aquí también se expresaron diversas opiniones, sin embargo, predominó la noción de que los académicos deben participar en el debate público y, sin comprometer su autonomía, en brindar insumos para la elaboración de políticas públicas. Esto no significa “estar al servicio” del Estado, pues más de un participante insistió en la importancia de la autonomía mencionada. En un caso se expresó una opinión muy clara en el sentido de que la academia debía estar al servicio de la sociedad, debía tener “utilidad social” y que las universidades tenían una “función social”. Sin embargo, también hubo expresiones en el sentido de que estar al servicio de la sociedad no exime necesariamente al investigador o investigadora de comprometer de alguna manera la labor académica, intelectual.
  5. En relación con el tema anterior, varios participantes hicieron mención del tema de la divulgación. En general, se percibe ésta como necesaria e incluso como parte de las responsabilidades de los académicos. En este sentido, se puede incluir a la divulgación en el aspecto mencionado en el punto anterior sobre la academia al servicio de la sociedad, aunque, por supuesto, el involucramiento sugerido en ese punto va claramente más allá de la divulgación. Respecto a este tema y más allá de él, varios participantes subrayaron la importancia del lenguaje que emplean los académicos, del rigor en su uso y de su claridad.
  6. Los colegas españoles insistieron en que tanto el aparato público como los poderes mediáticos amenazan seriamente la labor y la autonomía de los académicos. La primera de estas amenazas se relaciona con otro tema que apareció a lo largo de la Reunión, la del localismo, en la medida en que tanto las comunidades autónomas en España como los estados en México con frecuencia imponen temas a los investigadores, mermando así su autonomía y sus posibilidades de desarrollo intelectual. Ahora bien, el “localismo” tiene otras connotaciones que también salieron a colación durante el encuentro; por ejemplo, las que tienen que ver con cuestiones geográficas (no estudiar más que la propia región o en el mejor de los casos el propio país) o lingüísticas (no preocuparse por leer en inglés).
  7. Otro tema que apareció con frecuencia fue el de la “crisis de las humanidades”, también denominado “adelgazamiento” de las humanidades. A este respecto, la mayoría de los participantes que se refirieron al tema coincidieron en que es difícil hablar de crisis cuando hay cada vez más programas de humanidades y cada vez más estudiantes (por lo menos en varios países de América Latina). Aquí cabe señalar que el campo de las humanidades va mucho más allá de la historia, la literatura y la filosofía (que podrían considerarse las “tres grandes” de las humanidades) y que buena parte del crecimiento referido tiene más que ver con campos como la educación y las artes, que también pertenecen a las humanidades. Por ésta y otras razones, hablar de “crisis de las humanidades” parece una expresión un tanto gastada. Al respecto, sin embargo, hay un aspecto referido al término “crisis” que surgió en varias ocasiones y que parece ser un problema grave tanto en México como en España: el financiamiento a las humanidades se ha reducido de manera importante en los últimos años (sobre todo en España) y tanto los órganos evaluadores en ambos países como el aparato estatal parecen dar cada vez menos peso a la formación humanística (en el caso de México, el CONACYT o Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, fue mencionado varias veces).[2] Aquí, una vez más, hay variaciones importantes entre ambos países (por ejemplo, en lo que se refiere al nivel educativo del que estemos hablando), pero en general se puede decir que la concentración de la atención en ciertas ciencias llamadas “básicas” y sobre todo reducción en la asignación de recursos económicos son los puntos que causan más alarma entre la comunidad académica de ambos países.
  8. Foto tomada de SEP gob.mx

    Una expresión que recorrió toda la Reunión (si bien con connotaciones distintas) fue la de la “auto-disolución” de la historia, que planteó una participante como algo que le estaba sucediendo a la historia y que ella no veía como algo necesariamente malo, pues ese proceso implicaba que abandonara su “auto-referencialidad” y se pusiera al servicio de otras ciencias sociales (u otras humanidades, según se conciba a la historia). Esta propuesta fue entendida de diversos modos, incluyendo que la historia debía desparecer (como si eso fuera posible) e ignorando el llamado a la transversalidad disciplinaria que implicaba. En todo caso, se expresaron diversas opiniones sobre la expresión y, por ejemplo, un participante afirmó que en los Estados Unidos la historia económica ya se había disuelto en la economía. Otro participante afirmó que algo similar ya le había sucedido a la ciencia política en ese país.

  9. Otras dos expresiones que surgieron en las cuatro mesas fueron la “multidisciplinariedad” y la de “interdisciplinariedad”. El carácter cada vez más multidisciplinar de las ciencias sociales es algo evidente en términos discursivos (menos en la praxis) y, sin embargo, como lo señaló un participante, muchos programas y muchas licenciaturas se siguen aferrando a su disciplina y cerrándose a dicha “multidisciplinariedad”. En otras palabras, se abusa del término en la teoría, pero en la práctica las cosas cambian mucho menos o, si se prefiere, de manera mucho más lenta. Si esto es así respecto a la multidisciplinariedad, más aún respecto a la interdisciplinariedad, pues tratándose de un solo académico este último vocablo presupone que éste domina varias disciplinas, que puede ser el caso por supuesto, pero que no es muy común dada la magnitud ingente de contenidos de las disciplinas académicas en este siglo XXI. La interdisciplinariedad (también denominada “transversalidad” a lo largo del encuentro) refiere más bien al hecho de abordar ciertos temas desde distintas perspectivas disciplinares, lo que significa necesariamente trabajar en equipo (algo que en opinión de algunos participantes es poco común tanto en España como en México, pues en ambos países se privilegia el individualismo académico; un elemento que juega nolens volens en contra tanto de la multisciplinariedad como de la interdisciplinariedad).
  10. Tanto el tema del punto anterior, como el del idioma inglés, nos lleva a otra cuestión que fue discutida durante la Reunión: la internacionalización. La multidisciplinariedad y la interdisciplinariedad llevan (o debieran llevar) a la internacionalización. En América Latina, sin embargo, este objetivo se complica notablemente, de entrada, por razones presupuestarias. Otro obstáculo es no dominar el inglés. En el caso de México, varios participantes llamaron la atención al localismo de las ciencias sociales. Un localismo que en el caso de la historia se conjuntaba con otro tema: la renuencia a teorizar (“déficit téorico-conceptual en América Latina”, según lo expresó una participante). Al respecto, un participante expresó que un acercamiento de la disciplina histórica a otras ciencias sociales reduciría sin duda este temor a teorizar y a las categorías conceptuales. Aunque el proyecto Iberconceptos es una notable excepción. En todo caso, tenemos un localismo que limita a la historia y a las ciencias sociales mexicanas y las condena a seguir dando vueltas sobre temas puramente mexicanos, rehuyendo el contacto con “lo internacional”. En relación con esta temática, otra participante habló de la falta de ambición de las preguntas que ella percibía en los historiadores mexicanos.
  11. En lo que concierne a la realidad académica española, varios participantes se refirieron a las nefastas consecuencias que ha tenido la crisis de 2009 para las ciencias sociales y las humanidades. Consecuencias que siguen estando presentes y que no solo eso, sino que, a juzgar por lo expresado por un par de participantes, seguirán presentes por mucho tiempo, pues la reducción en la financiación en las humanidades y las ciencias sociales fue tan brutal que sus repercusiones se sentirán por un lapso indefinido.
  12. La cuarta y última mesa puso más de manifiesto que las demás que las realidades varían mucho entre las disciplinas. En el caso de las Relaciones Internacionales, es evidente la subordinación académica a la producción y a los temas que impone la academia de los Estados Unidos, además de una subordinación absoluta al inglés como lengua de comunicación. En el caso de México, la disciplina se concentra además en el estudio de los Estados Unidos; en buena medida como consecuencia de una política exterior que, por razones geopolíticas, se concentra en ese país. Lo anterior no significa que no surjan algunos temas, como el Sur Global, que matizan dicha concentración. En el caso de España, la debilidad de las Relaciones Internacionales como disciplina obliga a una internacionalización que resulta indispensable para la sobrevivencia de la disciplina como Por su parte, la Historia Económica muestra una salud notable, tanto en España como en México y una agenda de investigación propia, la utilización de ambas lenguas (según el caso), además de una cantidad importante de proyectos conjuntos.

Como se puede inferir, en la Reunión hispano-mexicana de ciencias sociales y humanidades se trataron muchos más temas que los aquí consignados. Este Informe no es más que un breve resumen, cuyo objetivo principal, cabe puntualizar, no pretende ser tanto testimonial, como servir de fuente y de herramienta para que se lleven a cabo nuevos encuentros académicos, nuevos debates y nuevos proyectos sobre el “estatus” de las humanidades y las ciencias sociales en español. Proyectos que, como se desprende de algunas cuestiones referidas en estas páginas, requieren en buena medida del trabajo en equipo, en redes. Todo lo anterior puede contribuir a que España y México se conviertan de manera creciente en “centros de creación de conocimiento”, como lo expresó una de las participantes.[3]

Roberto Breña
El Colegio de México
(junio 2018)

 

1 La totalidad de la Reunión se puede ver en youtube en los dos vínculos siguientes (cada uno de ellos corresponde a las dos mañanas en las que transcurrió el encuentro; además de las cuatro mesas, la grabación incluye la inauguración y la clausura): https://www.youtube.com/watch?v=6ikXOVvm0GY y https://www.youtube.com/watch?v=GSRrOiwdHdM En total, son más de diez horas de grabación. La producción corrió a cargo de la Coordinación de Cómputo de El Colegio de México.

[2] Al respecto, debe señalarse que varios participantes se expresaron en el sentido de que el CONACYT, más concretamente el SNI o Sistema Nacional de Investigadores, representa un enorme paso adelante para la comunidad académica mexicana.

[3] Enseguida, este documento incluye el programa de la Reunión, en donde aparecen los nombres de los 30 participantes, así como su adscripción institucional. Por el formato del encuentro y por la importancia que tuvieron a lo largo del mismo, los 4 moderadores fueron participantes en toda regla. No puedo concluir este Informe sin agradecer a la Secretaría de Educación Pública (SEP), concretamente a su titular Otto Granados, al Colegio de México, concretamente a su presidenta Silvia Giorguli, y, por último, a Soledad Loaeza, de quien surgió la idea de la Reunión, su invaluable apoyo para la realización de la misma.

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