Durante las últimas décadas del siglo XX se produjeron debates teóricos muy intensos en las ciencias sociales en general, y en la sociología en particular, motivados por varias circunstancias: 1) La “crisis del marxismo” impulsó al pensamiento de izquierda a buscar nuevas orientaciones teóricas. En este contexto, las teorías “clásicas” de la sociología recuperaron protagonismo; 2) las discusiones teóricas se entendieron como prácticas esenciales para comprender las sociedades modernas y orientar las prácticas políticas. Especialmente, los retos conceptuales y teóricos relacionados con los procesos de democratización de las décadas de 1980 y 1990 (“Tercera ola de la democratización”) exigieron un replanteamiento en el que la teoría social y la filosofía política se convirtieron en una importante fuente de inspiración; 3) as transformaciones económicas, que llevaron de un capitalismo industrial basado en la producción nacional a un capitalismo financiero globalizado, representaron importantes retos teóricos. Estos desafíos se reflejaron en las discusiones en torno a la globalización, especialmente en la década de 1990; 4) la consolidación y “academización” de las ciencias sociales en las universidades del “Sur Global” han dado lugar a una recepción entusiasta de las “Teorías del Sur”. Estos debates representan un enriquecimiento significativo para las discusiones en teoría social.
Actualmente, hay señales de que este auge de las discusiones y debates teóricos ha llegado a su fin, dando paso a una cierta fatiga teórica. Las discusiones que surgieron de una crítica productiva del marxismo parecen haberse estancado en una suerte de restitución más o menos academizada y filológica de la teoría marxiana. El interés por los procesos de democratización parece haber sido sustituido por el interés en múltiples identidades (“políticas de identidad”) a la vez que una “crisis de la democracia” se expresa no solamente en el debilitamiento de una idea normativa y enfática del concepto de sociedad, sino también en un protagonismo de “la política” que adquiere rasgos cada vez más autoritarios.
A estas tendencias se suman otros riesgos significativos para el desarrollo de las ciencias sociales. Por un lado, la adopción acrítica de las agendas de investigación y marcos conceptuales desarrollados principalmente en algunas universidades angloparlantes, y promovidos por organizaciones internacionales como la UNESCO, que imponen categorías y enfoques que no reflejan las realidades y prioridades sociales de otras regiones. Por otro lado, el particularismo extremo de los nuevos relativismos epistémicos que, al negar la existencia de criterios intersubjetivos de validación del conocimiento, conducen a una fragmentación excesiva y generan teorías altamente situadas que obstaculizan la acumulación de conocimiento y el progreso teórico a escala más amplia.
Ante este escenario, el GT Retos y posibilidades para la teoría social en el siglo XXI busca abrir un espacio de discusión y análisis sobre teoría social que se enfoque tanto en las tradiciones teóricas existentes, asumiendo que muchos de los problemas que en ellas se plantean no han sido resueltos, como en constelaciones de problemas y perspectivas más actuales.