CONSEJO MEXICANO DE CIENCIAS SOCIALES

La educación higienizada

Enrique Rodríguez Balam

El 11 de marzo del 2020 me dirigí a la que sería mi última clase en un aula. Al día siguiente, las autoridades nos hicieron llegar un comunicado donde se informaba que las clases serían suspendidas, debido a una contingencia sanitaria. Un virus contagioso y mortal se dispersaba rápidamente por todo el país.

Un par de semanas más tarde, el sub secretario de salud nos informó que daba inicio la campaña Susana Distancia. La indicación fue clara: “¡Quédate en casa! ¡Quédate en casa! ¡Quédate en casa!”.

Me encerré en casa.

Me lavé las manos, me lavé las manos, me lavé las manos. No supe si estaba empezando a desarrollar una nueva obsesión. ¿Me lavé las manos? Me lavé las manos.

Las ciudades vacías, las calles sin automóviles, comercios cerrados, aulas desiertas y exceso de silencio.

Aislamiento social.

Llegó el día: mi primera clase en línea. Encendí la computadora sin saber qué sucedería. Descargué zoom. Entré a mi aula virtual. Me sudaron las manos. Y de nuevo: me lavé las manos, me lavé las manos, me lavé las manos. Respiré profundo. Empecé mi exposición.

-Hola a todos, buenos días ¿cómo están? El día de hoy veremos el tema…

Desconcierto y silencio. Excepto yo, que tenía que mostrar entereza frente al grupo.

Impartí el tema lo mejor que pude.

Concluí la clase y me sentí más agotado que de costumbre. Permanecí varios minutos en mi silla, con la computadora cerrada, sin moverme. ¿Habría explicado bien el tema? ¿Me habrían entendido? ¿Y si por un descuido no resolví la duda de algún alumno?  Esas preguntas me atormentaban.

-Esto va a durar poco, ¿verdad? -me preguntaba-.

Y es que, no podíamos detener las clases.

Fui al baño. Me lavé las manos, me lavé las manos, me lavé las manos. Mientras lo hacía, reflexionaba sobre cómo podía revertir la situación y rescatar el semestre. Todo el resto del curso fue una continua reflexión sobre qué medidas tomar para ayudar a mis alumnos.

I locked down myself.

Después de un año en pandemia, hemos tenido que entender, casi de manera forzada, qué conceptos como educación disruptiva, innovación, teletrabajo y educación a distancia, se han vuelto temas prioritarios. Entendimos que no eran conceptos posmodernos ni de una tecnología ajena a nosotros.

La vida se detuvo y la tecnología nos atravesó por el pecho. Pasamos de un mundo controlado a un entorno inseguro, azaroso y enclavado en un experimento de ruptura que ni Harold Garfinkel, el etnometodólogo de la vida cotidiana, hubiese imaginado.

Después de poco más de un año y frente a un posible regreso a clases presenciales, con profesores ya vacunados, no tenemos claro si, del mismo modo como zoom no fue la opción remedial para el binomio enseñanza-aprendizaje, el retorno al aula será la solución que tanto esperamos.

Ojalá hayamos entendido que la educación, de parte de alumnos y profesores, es un tema que requiere de coraje, amor y voluntad de aprender. Va mucho más allá de las aulas o computadoras. Es un reto más fuerte de lo que pudimos haber imaginado.

Video en Youtube: https://youtu.be/3yO8gJeosbI

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