CONSEJO MEXICANO DE CIENCIAS SOCIALES

De fútbol, negocios y política

Jul 15, 2014
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La noticia corrió por el mundo en segundos: Alemania es campeona mundial de futbol al vencer a Argentina, en tiempos extras, por el precario marcador de 1 a 0. Precario y todo, con ello se gana. Culminó así un domingo 13 de julio el espectáculo más visto del mundo y quizá, el que más dinero deja a sus organizadores, la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), verdadero consorcio empresarial con una influencia determinante sobre los países que están afiliados al mismo. En este campeonato mundial se hizo evidente la separación entre los objetivos y propósitos de los negociantes con las expectativas y los enlaces simbólicos entre la afición y los equipos.

La reflexión acerca del complejo mundo del deporte en general y del futbol en particular, no escapa a la antropología y cada vez con mayor profundidad se escribe sobre ello. En el caso del mundial recién finiquitado se observó una movilización social que rodeó al espectáculo desde un tiempo antes de su inicio. La gente salió a las calles a denunciar la corrupción que acompañó a la organización del campeonato y los negocios que se apoderaron del país. En verdad, Brasil cedió su soberanía a la FIFA, que se irguió como ama y señora del país antes y durante la celebración del torneo. Todavía se dio el lujo de anunciar que repartirá 400 millones de dólares entre los 36 equipos que participaron. No se nos informa de cuántos millones de euros entraron a los bolsillos de los magnates de la FIFA y de sus socios.

Políticamente, la señora Merkel se anotó un triunfo que repercutirá en toda Europa, tan desbalanceada y con desarrollos regionales dispares que se profundizan. En el propio Brasil, uno puede suponer que a la actual Presidenta le vendrán tiempos difíciles, incluyendo la reelección. En Argentina, un espíritu de “campeón sin corona” recorre al país y aumenta su animadversión contra Brasil, no sólo un rival deportivo, sino económico y político. Para este último país, los resultados deportivos desastrosos son una advertencia de que su rumbo social está seriamente cuestionado por sus propios habitantes. Quedan severas dudas sobre los supuestos logros del gobierno que encabezó Lula. De la noche a la mañana no aparece el subdesarrollo que mostró Brasil. Es una situación que permanece y que se profundiza. Se mostró ante el mundo. Como también se mostró un rostro interesante de países como Costa Rica, que sacó del torneo a Italia y a Inglaterra, dos países cuyos equipos han sido campeones mundiales.

De la selección mexicana, ni hablar. Como cada cuatro años, se fabricó a través de los multimedios la imagen de un entrenador invencible, padrino de generaciones de jóvenes becarios, profeta de mejores tiempos, guerrero de las canchas, que conduciría al equipo a la gloria. Nada de eso sucedió. México sigue exactamente en el mismo lugar. Habrá que meditar por qué fue capaz de ganar un campeonato mundial sub-17 y una medalla de oro en las olimpiadas, pero no puede hacer lo que logró, por ejemplo, Costa Rica: jugar el quinto partido. La explicación no está en sólo razones deportivas sino en el entretejido entre negocios y política que enmarca al futbol mexicano. La selección nacional en si es un negocio particular, además, bien camuflado. Llegó al campeonato mundial a través de un hecho paradójico: el auxilio de los Estados Unidos que, al vencer a Panamá, allanó el camino para que México recuperara la ruta perdida hacia el mundial de Brasil. Son hechos que tienen miga. Reflexionar sobre ellos desde su presencia en la cultura y la sociedad es ahora más apremiante. ¿Por qué el deporte y el futbol en particular tienen tal importancia en el mundo contemporáneo? ¿Por qué su presencia en el contexto de situaciones políticas, conflictos, rivalidades nacionales? Si la capacidad de simbolizar es un don del ser humano, los equipos-símbolo han adquirido tal preminencia, quizá porque reafirman lo local en un mundo de globalidad que quiere borrar la diversidad. Lo cierto es que sobre esa capacidad de simbolizar, se basa la esquizofrenia con los propósitos del negocio, pero también, el éxito de estos En fin, el pasado campeonato mundial de futbol nos dejó mucho que reflexionar y hago votos porque quienes estamos interesados en ver a las sociedades actuales a través de la práctica del deporte, escribamos sobre ello.

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Un comentario

  1. El Dr. Fábregas hace un recuento del mundial cuando medio planeta se normaliza tras el shock postmundialista y con su recuento echa sal en la herida, no sólo de los perdedores, sino de los goleados como Brasil, España o Portugal.
    Las ciencias sociales en general y la antropología en particular participaron de distintas maneras, como en el proyecto de CLACSO que al parecer fue exitoso:
    http://cuadernosdelmundial.clacso.org/

    Por lo demás, más de lo mismo, con una FIFA desatada que según estimaciones sus beneficios rondarían los 1600 millones de euros, los escándalos de la reventa, el servilismo de Brasil frente a los intereses monopólicos impuestos que, maldición celeste mediante, acaso explique ese histórico 7-1. Aunque lo más patético fue ese trofeo al mejor jugador a Messi y la presencia de Blatter junto a la exguerrillera Dilma R. O la tecnología FIFA, que lo mismo se muestra en el ojo de halcón que aclara si el balón entró como el espray de espuma que pinta las imaginarias rayas invisibles de otrora en otras pasajeras.
    Sea como fuere, lo cierto es que las irregularidades en el rendimiento de los grandes equipos pueden achacarse al clima y al cansancio, o a las protestas sociales que esta vez optaron por la brujería y el camdomble. Al final, James fue el mejor jugador junto con Kroos, Costa Rica fue la grata sorpresa, Pirlo es semiviejo pero hizo cosas increíbles, Suárez mordió pero peor fue la entrada a Onazi con fractura de hueso expuesta incluida, la más regular y mejor fue Alemania, aunque en la final se acojonaron… el trofeo al caradura mayor deberían dárselo a Del Bosque y a Scolari. Y, last but not least, el mejor jugador mexicano fue Vela. Su dignidad y su quehacer futbolístico es de lo mejor, y su mensaje es claro: mientras en la Federación Mexicana de Futbol estén los lacras, vividores e imbéciles que siguen al frente de la misma, pase lo que pase (incluida Televisa) no vale la pena jugar en la selección. El día que todos los grandes jugadores mexicanos se planten como Vela y fuercen un cambio en la Federación, entonces sí, México llegará más allá del 5to partido.

    En fin, RIP Di Stefano, uno de los grandes.

    Postadata: Prometo teorizar estos apuntes impresionistas fruto de una netgrafía y de seguir la mayoría de partidos vía satélite cariacontecido tras la segunda parte de Holanda frente a España.

    Responder

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