CONSEJO MEXICANO DE CIENCIAS SOCIALES

Las doce letras de la pospandemia

Ricardo Mansilla

Una propiedad distintiva de los sistemas complejos es la de desarrollar actividad en las diferentes escalas espacio-temporales en las que acontecen. La pandemia que hoy azota a la Humanidad es un ejemplo paradigmático de esto. El actor principal de la misma es un objeto cuyas dimensiones son aproximadamente 0.143 Angströms,[1] conocido por los científicos como SARS-CoV-2, causante de la enfermedad llamada COVID-19. Ese es el imbatible adversario de la Humanidad en la actualidad. Lo que ocurre a una escala microscópica le ha puesto freno a procesos de escala planetaria. Está constituido por una cadena de 29,903 letras (Adenina, Citosina, Guanina y Uracilo porque es ARN), tantas como las que tienen los tres primeros capítulos del Don Quijote de Cervantes. Dentro de ese texto genómico encontramos 3,831 nucleótidos (la designación correcta de lo que hemos llamado figurativamente letras) que contienen todas las instrucciones para construir las espículas, esos pequeños salientes con los que el virus se fija a las células humanas. Las espículas son la llave para abrir la membrana celular. Con ellas el virus se adhiere al receptor ACE2 de las células humanas, abriendo su membrana y dejando pasar a su interior al ARN del virus.

A los que gustan de las teorías de conspiración les motivará saber que este SARS-CoV-2 tiene doce letras que lo diferencian de otros coronavirus:

CCUCGGCGGGCA

Muchos estudiosos señalan a esta corta secuencia como la máxima responsable de su alta capacidad de contagio y virulencia. Dados los recientes avances en la tecnología CRISPR[2] es muy difícil sustraerse a la tentación de especular acerca de la eventualidad de que el SARS-CoV-2 haya sido construido en algún laboratorio. En cualquier caso, la evolución temporal de los acontecimientos ha seguido las pautas del “efecto mariposa” de los sistemas caóticos: una pequeña variación en las condiciones iniciales ha traído como consecuencia una experiencia vital, solo reconocible en filmes postapocalípticos.

Nuestras sociedades se aprestan ya para dejar atrás esta oscura noche. A diferencia del júbilo con que nos liberamos siglos atrás del Medioevo para entrar en el Renacimiento nos desprendemos del actual confinamiento, al decir de Adam Tooze “más pobres, más endeudados, más asustados.”[3] También nos alerta el historiador de la Universidad de Columbia con esta aseveración: “…y en condiciones de incertidumbre radical son más probables los terremotos sociales y políticos.”

Así, el retorno a la “normalidad” debe hacerse logrando un fino balance entre una cierta reanimación económica y la conjura simultánea de un rebote brutal de la epidemia.[4]

“Para salir del confinamiento hay que hacer tests masivos y rastrear los contagios: solo así se impide un rebrote fatal para la economía. Pero lo fundamental es no precipitarse en la retirada de los estímulos. Europa metió la pata una década atrás por el empacho de ideología y la falta de mecanismos de solidaridad. Repetir el error sería catastrófico,” nos dice el economista de Berkeley, Barry Eichengreen.[5] Una recomendación que han ignorado olímpicamente algunos jefes de estado, poniendo a sus naciones en la ruta de un futuro aún más incierto.

Las economías que arribaron a la crisis del COVID sólidas y con una fuerte recaudación fiscal están en mejores condiciones de desarrollar políticas de apoyo a sus patrimonios. “Cuando a una crisis económica se le solapa una crisis financiera la capacidad destructiva se multiplica. [El gobierno de] Alemania da avales del 100% para que su banca siga dando créditos; [el gobierno de] España, del 80%; si las empresas quiebran, la banca alemana está más protegida. Esa es la diferencia entre tener más o menos músculo fiscal”, explica Charles Wyplosz del Graduate Institute.[6]

No se trata por otra parte, de adjudicar los apoyos económicos sin mesura, pues como nos comenta el historiador de la Universidad de Princeton Harold James lo que se haga con esa montaña de deuda “marcará la vida de dos generaciones.”[7]

Esta es la primera pandemia de la era digital. En la epidemia del H1N1, cuyo epicentro fue México, las herramientas digitales no estaban aún muy desarrolladas y llegaron con años de atraso.[8] En la actualidad, la ubicuidad de internet, de sus redes sociales y de sus servicios de noticias en tiempo real han jugado un papel esencial en la magnificación de la tragedia. Atormentados por nuestros miedos, miramos a nuestro alrededor buscando instituciones fuertes, un Estado sólido que tome las decisiones que nos harán salir con vida del trance. Las mismas sociedades que durante 2013 y 2014 se rasgaron las vestiduras por los escándalos de vigilancia masiva de la NSA hoy admiten de manera dócil que sus teléfonos móviles los vigilen y los denuncien a las autoridades sino cumplen con el aislamiento. Más aún, en algunos lugares se propone que quien salga a la calle sin su teléfono sea sancionado y castigado con prisión.

Quienes en el pasado les irritaba la invasión en su privacidad ejecutada por los gigantes de internet, ven hoy con alivio como Google y Facebook muestran gráficos de la disminución actual de nuestros movimientos, que fueron construidos con los datos de movilidad de usuarios que no consintieron compartirlos o lo hicieron de manera muy descuidada a partir de aceptar unos Términos y Condiciones de servicio, los cuales sin duda no leyeron.

El desarrollo de apps relacionadas con la pandemia ha crecido en las últimas semanas y con ello la entrega indiscriminada de los datos de los usuarios. TraceTogether es una aplicación creada por el Ministerio de Salud de Singapur, que puede identificar a todos los contactos cercanos de un usuario y avisarles si un familiar, un amigo o conocido contrajo el virus.[9]

En algunas latitudes, se han debido controlar estos excesos. El Tribunal Superior de Justicia de Israel dictaminó que la agencia de espionaje nacional Shin Bet debía dejar de rastrear a los pacientes con coronavirus con tecnologías que de otro modo usaría para terroristas. En un fallo reciente, el tribunal dijo que el gobierno debe suspender el uso del amplio poder de espionaje del servicio de inteligencia nacional para rastrear los teléfonos celulares de las personas infectadas.[10]

A esto debemos agregar la abundancia de fakenews relacionadas con la pandemia,[11] las cuales han cobrado ya una buena cantidad de vidas.[12]

Sin lugar a duda, las tecnologías de la información jugarán un papel esencial en las próximas pandemias, las cuales sin duda volverán a ocurrir. Si no atemperamos nuestra relación con el medio ambiente y cambiamos nuestros crecientes hábitos de movilidad, el actual episodio se repetirá recursivamente. A la incómoda ceremonia de escrutinio que ejecutamos en los aeropuertos antes de tomar un avión se agregarán sofisticados exámenes fisiológicos para inquirir sobre el estado de nuestra salud. En el futuro no solo nos sacarán de la fila por llevar alguna mercancía en nuestro tracto digestivo, sino por tener síntomas de alguna enfermedad. Los turistas ya no serán esas aves de paso tan deseadas, sino un mal necesario. Las plataformas educativas llegaron para quedarse y en el futuro tal vez aún un poco lejano, las clases presenciales serán un recurso de difícil adquisición. El trabajo en casa amenaza con invadir el último reducto de privacidad de los ciudadanos.

Debemos pasar la página de este acontecimiento con responsabilidad. Tal vez las doce letras de “No regreses ya” sean nuestra prioridad más urgente, pero solo con una visión serena del futuro podemos garantizar que lo ocurrido solo sea historia.

 

[1] 1 Angström = 0,000.000.000.1 metros

[2] https://www.cnet.com/es/noticias/crispr-que-es-edicion-genetica-ingenieria

[3] https://www.theguardian.com/books/2020/may/07/we-are-living-through-the-first-economic-crisis-of-the-anthropocene

[4] https://arxiv.org/abs/2005.02283

[5] https://www.project-syndicate.org/commentary/limits-macroeconomic-tools-coronavirus-pandemic-by-barry-eichengreen-2020-03

[6] https://blogs.lse.ac.uk/businessreview/2020/04/08/covid-19-severe-lockdowns-joint-fiscal-response-and-coronabonds

[7] https://www.project-syndicate.org/commentary/covid-19-deglobalization-pandemic-by-harold-james-2020-02

[8] https://www.jornada.com.mx/2013/07/18/sociedad/039n1soc

[9] https://www.channelnewsasia.com/news/singapore/covid19-trace-together-mobile-app-contact-tracing-coronavirus-12560616

[10] https://www.rt.com/news/486943-israel-spying-coronavirus-terrorism

[11] https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2020_318.html

[12] https://semanariouniversidad.com/pais/infodemia-la-pandemia-de-noticias-falsas-sobre-covid-19-tambien-cobra-vidas

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