Teletrabajo: precarización y aislamiento
Pablo Cabañas Díaz
El trabajo entró a la esfera doméstica gracias a las innovaciones tecnológicas y a la pandemia. No se trata de un proceso nuevo, sino de una expresión distinta entre la relación del mundo del trabajo y el del no trabajo.
Lo que sucede bajo esta modalidad es que físicamente el trabajo se ha salido de las oficinas y absorbe toda la vida del empleado. El teletrabajo genera nuevos horarios y condiciones laborales hasta ahora con la pandemia desconocidas. Entre las nuevas situaciones se encuentran: las condiciones de contratación, de pago, de aislamiento social, y de la extensión de los horarios. El teletrabajo ha sido una estrategia de sobrevivencia en la pandemia para que las empresas sigan funcionando y el empleado mantenga su puesto. No ha precarizado las condiciones laborales. Quienes tenían empleo eran ya precarios antes de la pandemia. En todo caso, la precarización debería plantearse como un retroceso de las conquistas logradas por los asalariados antes del llamado teletrabajo. La precarización de los trabajadores era evidente en los pisos del trabajo, pero ahora toca la vida del hogar.
En un análisis realizado por los investigadores de la Universidad Nacional de la Plata en Argentina, Cristian Bonavida Foschiatti y Leonardo Gasparinique, se precisa que, en 2020, alrededor de un cuarto de la población ocupada podría ocuparse bajo la modalidad remota. Foschiatti y Gasparinique indican que, en esta particularidad de trabajo, encontramos una mayor proporción de mujeres respecto a hombres. El nivel educativo y los años de educación alcanzados son altos entre quienes realizan estas tareas. El teletrabajo se encuentra fuertemente vinculado a la presencia, uso y manejo de tecnología, lo que explica en parte que el personal tenga una cualificación mínima de preparatoria.
Por otro lado, genera débiles lazos de confianza con el empleador, reducidos espacios de autonomía y desempeños valorados de manera cotidiana, por lo que la rotación de puestos es muy alta.
El teletrabajo implica una mirada diferente del mundo del trabajo y el del no trabajo. El trabajador ha salido de la oficina, y ahora el trabajo se integra en su vida misma. Al domiciliarse físicamente el lugar de trabajo, la vida completa de quien lo realiza se encuentra al servicio del empleador.
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