2° Encuentro sobre belleza y cuerpo

2º Encuentro sobre Belleza y Cuerpo
BIO/NECROPOLITICAS Y CAPITALISMOS DE BELLEZA: IDEANDO HORIZONTES SOSTENIBLES

Instituto de Investigaciones Sociales
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Nuevo León.

Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y Frontera Sur
Universidad Nacional Autónoma de México

JUEVES 9 Y VIERNES 10 DE OCTUBRE DE 2025
Modalidad: híbrida

PRESENTACIÓN

El presente evento propone generar un espacio híbrido, donde investigadores, artistas, activistas y demás personas presenten sus hallazgos, reflexiones e indagaciones sobre belleza en México y Latinoamérica. En particular, esta edición del Encuentro se sitúa en Monterrey, y será co-organizada con el Instituto de Investigaciones Sociales (IINSO) – Universidad Autónoma de Nuevo León. El encuentro tendrá como invitado al Grupo de Trabajo Belleza y Cuerpo del Seminario Permanente de Corporalidades – SEPCORP, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social – CIESAS Occidente.

El foco de la segunda edición del Encuentro se posiciona en las personificaciones múltiples de belleza en nuestra región, cuya posesión pasa a regir nuestra forma de participar en un sistema de estratificación estética; abre la puerta al reconocimiento y a la aprobación social, y al mismo tiempo la asocia a comportamientos y a valores que escapan a la apreciación corporal. Cada vez más en sociedades latinoamericanas evidenciamos, día a día, que la belleza posee un peso considerable en una cultura de consumo transnacional y dominada por medios occidentales, donde “la mercantilización de los cuerpos de las mujeres constituye la lógica de marketing y la marca del capitalismo” (Jha, 2016: 12). De tal modo, nos hallaríamos en medio de un capitalismo de la belleza, que impacta desmedidamente a las mujeres precarizadas y fetichizadas por raza, nacionalidad, etnicidad, corporalidades otras y más en un escenario de mayor flexibilización laboral, migración, menor cobertura social e incremento de la desigualdad y de la condición de pobreza.

Aquí ingresa la belleza como una tecnología disciplinaria que intenta regular las apariencias y performances de feminidad y también de masculinidad, lo cual acarrea mayor auto-vigilancia, autodisciplina y sometimiento a prácticas de riesgo mientras mantienen desigualdades de género estructurales. Al mismo tiempo, es un instrumento para escapar de los efectos perversos del neoliberalismo, en tanto que “forma de gobernanza que sostiene que se debe permitir que las fuerzas del mercado dirijan la economía” (Terán Tassinari y Arun, 2021: 447). De tal modo, las personas son impulsadas a considerar sus cuerpos como capital, desde un uso utilitarista para producir y acceder a bienes y servicios, y que puede actuar en desmedro de su bienestar si dichos cuerpos son desnaturalizados como objetos. Diversos autores (Koshy, 2005; Hunter, 2011; Moreno Pestaña, 2016) conceptualizan tipos de capitales como corporal, sexual, racial y erótico para destacar la demanda de apariencias y de actitudes sobre los sujetos, que se conciben a sí mismos bienes de consumo para subsistir en economias volátiles.

Ante la búsqueda de constante supervisión y “mejoramiento” del cuerpo según expectativas estéticas, la belleza es biopolítica en tanto es capaz de asumir la capacidad de “hacer vivir” (Nguyen, 2011). A la par, ésta se vuelve un mecanismo de monitoreo, enseñado como prerrequisito para existir; que encierra violencias racistas, eugenésicas, clasistas y misóginas al pretender eliminar apariencias y subjetividades para lucrar con las que se ajustan a la tenencia de belleza. Estaríamos frente a la necropolítica, en ejecuciones radicales de biopoder que orientan a grupos humanos a tecnologías sofisticadas de destrucción (Valencia, 2010; Mbembe, 2011). Esto último se revela en prácticas que comprometen la salud y vida misma, por lo que nos parece por demás importante considerarlo más allá de un simple reflejo de la “vanidad” contemporánea. Por ejemplo, diversas investigaciones (Davis, 1997; Miller, 2021) dan cuenta de la creciente capacidad de cirugías e intervenciones estéticas que tienen como fin cumplir con la corporalidad hegemónica, resultado de las crecientes exigencias de una sociedad que, cada vez más, inspecciona, evalúa y juzga la presentación de mujeres y hombres.

Finalmente, la interconexión entre belleza, salud y los procesos de sanación han pasado desapercibidos en los análisis e investigaciones sociales. Experienciarlos llegan a comprometer nuestros cuerpos afecta la autoimagen y la autoestima. Por ejemplo, las mujeres que se encuentran en procesos de quimio/radioterapia llegan a sentir un sufrimiento adicional por las transformaciones que el cuerpo experimenta resultado del tratamiento (Cervio y Bustos, 2019). Por otra parte, diversos discursos de nuestro entorno social han llegado a establecer la fórmula belleza = salud con lo que se han soslayado las prácticas creadas y promovidas para cumplir con esta exigencia. Adicionalmente, diversos procesos de sanación exaltan la “belleza interna” vinculada con las perspectivas orientales sobre el cuerpo, en las que éste es definido como energía, o en sociedades occidentales, que promueven la belleza interna vinculandola a una determinada emocionalidad y sensibilidad (Bustos, 2015).