Hacia una caracterización de los procesos migratorios. El caso de una comunidad en el sureste poblano


Towards a characterization of the migratory processes. The case of a community in southeastern of Puebla


Miriam Quiroz Ramírez1


Resumen: Este artículo analiza el proceso de interrelación entre escalas espaciales, derivada de las prácticas de movilidad de los sujetos. Se retoma el caso del sureste poblano, donde la migración se ha convertido en un referente importante para la caracterización de los espacios ocupados por los sujetos y su significación como territorios económicos, sociales y culturales, en determinados períodos de tiempo. Todo lo anterior abordado desde un una metodología etnográfica, que resalta el punto de vista de los sujetos.


Abstract: This article analyzes the interrelation process between spatial scales, derived from the mobility practices of the subjects. The case of the southeastern Puebla is taken up, where migration has become an important reference for the characterization of the spaces occupied by the subjects and their significance as economic, social and cultural territories, in certain periods of time. All the above addressed from an ethnographic methodology, which highlights the point of view of the subjects.


Palabras clave: espacio; tiempo; movilidad; territorio; sujetos


Introducción

El objetivo es analizar el proceso de interrelación entre escalas espaciales en el ámbito local, regional, nacional e internacional derivada de las prácticas de movilidad de los sujetos. Para dar cuenta de ello, se retoma el caso de la comunidad rural de San Bartolo Teontepec, ubicada en el sureste poblano, específicamente, en la región denominada como Valle de Tehuacán, donde la migración es importante para la caracterización de los espacios13 ocupados por los sujetos y su significación como territorios económicos, sociales y culturales.


1 Maestría en antropología social, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Líneas de investigación: nueva ruralidad, consumo cultural y tiempo. Correo: mrmquiroz8@gmail.com

Según el Censo de Población y Vivienda 2010, San Bartolo Teontepec cuenta con una población de 5, 593 habitantes, que obtienen recursos para su subsistencia de actividades como la agricultura, el trabajo asalariado y la migración. Mismas que, se han mantenido constantes y se han convertido en referentes de la zona, aunque también poseen particularidades al ser desarrolladas en un contexto árido donde la extracción del agua del subsuelo se ve regulada por instancias gubernamentales que han declarado a la zona como parte de la Reserva de la Biosfera Tehuacán- Cuicatlán al poseer flora y fauna endémica, teniendo que solicitar permisos, por los cuales deben ofrecer un pago monetario con el que no siempre cuentan.

A lo que se suma la existencia de canales de riego, derivados de la Presa Manuel Ávila Camacho (o “Valsequillo”) que únicamente mantiene un torrente tres veces al año y del que unos cuantos se han beneficiado; la industria maquilera cuya planta aboral se está viendo sustituida por elementos mecánicos; y las granjas avícolas en las que, para ingresar, se debe cumplir con un nivel de escolaridad (secundaria) que no se tiene. Las situaciones anteriores, reflejan a la comunidad como un espacio natural, social y económico contradictorio y condicionado por elementos ecológicos, institucionales y productivos. Por ello, la migración se ha convertido en una alternativa a las existentes en el nivel local.

Por lo cual, su abordaje se hace de relevancia ante contextos rurales que se han visto sometidos a circunstancias adversas económica y socialmente, llevando a la adaptación y generación de estrategias de los sujetos para su sobrevivencia; mismas que han impactado no sólo a nivel monetario sino también en la constitución de territorios a través de las interrelaciones, usos y concepciones que giran en torno a esos espacios de origen, recepción o reincorporación. De esta manera, la migración se vincula con las características de zonas particulares. Aquí se retoma la experiencia de los migrantes y no migrantes, desde una mirada etnográfica para dar cuenta de ello.

El texto se divide en tres apartados, primero, se presenta al espacio desde la movilidad de los sujetos, y como estos factores se relacionan con determinados cortes temporales, haciendo de relevancia un posicionamiento teórico-metodológico que tome a lo histórico y multilocal como elementos que permiten su análisis. Después se abordan los inicios de la movilidad de los habitantes de Teontepec, a escala regional y entre estados, marcando determinada concepción acerca de éstas, a partir de la comparativa con su lugar de origen, que proceden en un tipo de migración nacional y temporal. A continuación se hace referencia a la ampliación de las distancias hasta el nivel

internacional, principalmente, teniendo como destino Estado Unidos (EU), caracterizado por la permanencia prologada o permanente en el sitio, pero de gran influencia local, evidente en las actividades, relaciones sociales, organización y forma de vida en Teontepec. Por último, se especifican algunas reflexiones derivadas de la migración, desplazamiento, espacio y tiempo.


Una propuesta teórico-metodológica para el abordaje de escalas espaciales

Se retoman algunos elementos históricos y multilocales para abordar las escalas espaciales desde la migración. La dimensión temporal, expresada en la situación histórica, se hace presente en el viraje en la investigación cualitativa que va de lo universal, estructural y estático hacia los particularismos, el sujeto y la historia:


La investigación cualitativa como campo de conocimiento por sí misma, integra un conjunto que conforma un corpus teórico complejo mediante el cual, no solamente se utiliza para aproximarse a las realidades sociales, pues sus propósitos también se inscriben en un esfuerzo de naturaleza metodológica y teórica, producto de un cambio paradigmático de amplia significación que resultó de una polémica productiva sobre los soportes en los cuales se había sostenido hasta entonces la investigación empírica; “giro en la mirada” podríamos llamarlo, lo que puso en cuestión a los universalismos y a los enfoques estructurales para situar la mirada en el sujeto de la acción, en sus contextos particulares con determinaciones históricas, sus singularidades culturales, sus diferencias y las distintas maneras de vivir y pensar sobre los grandes y los pequeños acontecimientos y situaciones por las que han cruzado sus historias personales. (Govea, Vera y Vargas, 2011: 27-28)


Desde este punto de vista, es importante mencionar como la interrelación del objeto de estudio con otros elementos (económicos, sociales y políticos) se hace patente al estar inmerso en un contexto particular y en relación a niveles más amplios como la región, el estado, la nación y otros países; resultando en la apropiación y significación de esos espacios que se manifiestan como territorios:


Los procesos que implican el fenómeno de la apropiación del espacio suponen una forma

de comprender y explicar cómo se generan los vínculos que las personas mantienen con los espacios, bien como “depósitos” de significados más o menos compartidos por diferentes grupos sociales; bien como una categoría social más, a partir de la cual se desarrollan aspectos de la identidad; bien como tendencias a permanecer cerca de los lugares, como fuente de seguridad y satisfacción derivadas del apego al lugar. (Vidal y Pol, 2005: 286)


Por tanto, considerar el nivel histórico permite dar cuenta de cómo el tiempo se convierte en elemento que evidencia diferentes maneras de configurar el espacio mediante la movilidad de los sujetos en diferentes cohortes temporales. Concordando con Harvey en que el espacio y tiempo “[…] fueron de hecho productos históricos de un conjunto muy particular de procesos históricos específicos alcanzados dentro de un tipo de sociedad determinada” (1994: 2).

Lo anterior ha resultado en desplazamientos, relaciones y prácticas, que les imprimen una visión de lo que representa cada uno en determinado momento y de cómo, por ejemplo, la movilidad sirve para caracterizar y diferenciar el antaño en relación a la contemporaneidad, mediante la ampliación de los deslazamientos en niveles espaciales hasta llegar a aquellos más allá de los límites físicos establecidos políticamente.

Así, los procesos macro inciden en lo micro mediante una serie de acontecimientos que influyen en lo local y que vienen a generar procesos sociales de incorporación, o no, que dan paso a rupturas y permanencias:


Se trata de un enfoque que, en lugar de centrarse en una población culturalmente específica, en un lugar y momento determinados, se ocupa de los procesos de formación tanto de la población como del espacio social y la época histórica dentro de los cuales dicha población pueda ser ubicada cultural, espacial e históricamente –sin suponer homogeneidad cultural ni irrelevancia de las relaciones de poder. (Zendejas, 2008: 115)


La historia, que refleja ritmos sociales en la relación “pasado-presente”, contribuye al análisis de las “formaciones sociales” (comunidades locales e internacionales) al presentar a los contextos como parte de las dinámicas de cambio y continuidad, pero también da cuenta de cómo estos son proyectados a futuro al ser definidos a partir de lo que los sujetos esperan de éstos. Se

puede decir que: el pasado es viviendo en el ahora, pues no sólo se trata de acontecimientos que quedaron relegados en el tiempo sino que, intervienen en las configuraciones del presente.

Los acotamientos son parte de temporalidades pasadas como de la actualidad, ya que hay constante interdependencia entre éstas: el antaño incide en el “hoy”, como el presente refleja y construye formas de cambio contemporáneas que se imaginan en el porvenir. De ahí que, los propios actores refieran al antes, la actualidad y posteridad al comparar situaciones que forman parte de su historia de vida:


Por ello se trata de superar los conceptos de entidades socioculturales discretas con el fin de que (lo que había sido pensado como) contactos o vínculos externos entre ellas fueran considerados como parte intrínseca de su constitución, y así forjar nuevos conceptos sobre los espacios abiertos de relaciones sociales y procesos históricos nunca terminados de formación. (Zendejas, 2008:127)


Por tanto, permite hablar de la comunidad como abierta e interconectada con los contextos regionales, nacionales e internacionales, es decir, en relación a un “exterior del cual forma parte” y que explica como la migración se va localizando hasta expresarse en los espacios cotidianos. Como lo menciona Zendejas (2008) se trata de “procesos históricos nunca terminados de formación”. De tal modo, la movilidad se da constantemente, aunque en ritmos variables, pues la homogenización o generalización no se presenta al obedecer a dinámicas y apropiaciones específicas. Los espacios locales no sólo deben plantearse como receptores sino que, sus actores son propositivos, mucho de ello deviene a iniciativa suya.

Los procesos de migración se enmarcan en coyunturas históricas, en las que las actividades de los sujetos, como miembros de un grupo, originan “visiones de mundo” compartidas y, a la vez, diferentes de actor en actor y de espacio en espacio. De esta manera, es importante retomar algunas características de lo multilocal, entendido como aquel que “[…] sigue formaciones culturales a través y dentro de múltiples sitios de actividad que desestabiliza la distinción […]” (Marcus, 2001: 111), es decir, implica retomar a la migración a partir de una serie de niveles espaciales (de lo local a lo internacional y viceversa) que refieren conexiones, relaciones y asociaciones entre ellos. Lo multilocal permite expresar la diferenciación, particularidad y diversidad en relación al afuera

(contextos globales) e, incluso, como éste también se manifiestan en un espacio, aparentemente, “contenido”.

Igualmente, la multilocalidad permite ver cómo se interrelacionan los espacios, acciones y sujetos, es decir, “[…] las actividades que se realizan en lugares se articulan en las prácticas de los actores […]” (Vergara, 2013: 16), al evidenciar los ritmos sociales de la interconexión local-global en aquello que se consume (material, social y culturalmente) y que es producido a varios kilómetros de distancia, pero cuya incidencia se hace presente en situaciones que comprenden lo cotidiano.

De tal manera, se presentan coyunturas temporales que pueden ser descritas por su contextualización histórica, así como una significación espacial que se marca en niveles macro y micro. Aguado y Portal, resumen la postura tomada aquí de la siguiente forma:


En este contexto, como espacio entendemos la red de vínculos de significación que se establece al interior de los grupos, con las personas y las cosas. Dicho de otra manera, el espacio comprende las relaciones proxémicas (de persona a persona) y cósicas (de personas con objetos) (Rico Bovio, 1990), siempre comprendidas dentro del ámbito de la significación cultural de un grupo. Siguiendo esta idea, el tiempo no es más que el movimiento de la significación de esas relaciones. Es decir, entendemos al tiempo como el movimiento de esa red, con un ritmo, una duración y una frecuencia. (Aguado y Portal, 1991: 37)


El tiempo y espacio son dimensiones que se entrecruzan y que pueden ser referidas a partir de un contexto particular, ya que hay cambios a lo largo del tiempo derivados de la ampliación de las escalas de movilidad de los sujetos; al igual que modificaciones y adhesiones materiales, culturales y sociales en el espacio de salida, traslado y llegada. Estos elementos se hacen de importancia para especificar la configuración social propia de la comunidad de Teontepec, a la que se abordó con una metodología de corte etnográfico, con técnicas que tienen como eje los referentes de interrelación de las dimensiones temporo–espaciales de la migración.

Se recurrió a las historias de vida para referir cambios y continuidades en los desplazamientos de los sujetos, a partir de su experiencia, para explicitar la relación pasado- presente-futuro de los diferentes lugares a los que se movieron y para comprender como lo anterior

influye en formas particulares de concebir subjetivamente el espacio y el tiempo. De lo anterior destaca la forma en la cual son vividos los desplazamientos por los actores:


Estos espacios pueden ser vistos como los lugares frecuentados por un grupo social o un individuo que se siente parte de ese espacio, mientras que el “espacio vivido” da cuenta de un lugar frecuentado y del que se forma parte, en el que se distinguen distancias sociales pero también en donde la persona puede distinguir distancias afectivas. (Bailly, 1992; Bailly y Debarbieux, 1991; en Lindón, 1997: 186)


La observación directa y participante apeló a la finalidad de captar sistemática los contextos espaciales mediante las acciones y relaciones de los sujetos en determinados momentos, lo que deriva en el uso y significación de éstos para convertirlos en territorios, incluso para aquellos que no son migrantes. Las entrevistas en profundidad para realizar una caracterización pretérita y contemporánea del espacio desde el punto de vista de sus partícipes directos e indirectos, en relación a un pasado, presente y futuro. Resultando en su concepción como actores que se definen e identifican a sí mismos en contextos locales e internacionales según la presencia, ausencia o relación con los desplazamientos.

Con base en lo anterior, este enfoque permite el acceso a los espacios mediante el abordaje de los contextos (locales y globales), prácticas (movilidad), sujetos (migrantes y no migrantes) y subjetividad (concepciones del tiempo y espacio), haciendo de ello una perspectiva holística a la manera de complejidad al referir la interrelación entre los elementos anteriores.


Movilidad regional e interestatal: desplazamientos pendulares

Las primeras referencias a la movilidad de los sujetos de Teontepec se dan por la importancia que tenía la jarcia o el tejido de palma, actividad realizada, según Barbosa (1997), desde tiempos precolombinos. Trascendiendo hasta ámbitos cotidianos como las viviendas y en la ocupación de la mayor parte de su tiempo, incluso, presentándose de forma paralela a otras prácticas domésticas, agrícolas y de ganadería (pastoreo de caprinos) que les permitían desplazarse, a la vez que ir tejiendo. Los productos derivados eran objeto de intercambio al interior de Teontepec, se menciona que Gil Contreras “ocupaba el tenate”, es decir, se hacía de este producto por medio del trueque:

“Cada semana entregaban por caño (tres docenas). Costeño y jabón, nada más para eso alcanzaba” (Adulto mayor 1, junio 2012).

Quienes ahora tienen entre 80 y 90 años también transportaban tenate a Orizaba, Córdoba y Huatusco, como una actividad que realizaban los actores cabezas de familia, es decir, las mujeres tejían y se movilizaban para su venta; mientras que, sus esposos las acompañaban y la hacían de cargadores y negociadores del producto. Dicha situación refiere cómo a partir de la jarcia, la movilidad incentivo la interconexión regional y estatal, en tiempos cortos caracterizados por los días previos al dos de noviembre.

Se trata de una actividad que denota una manera específica de constituir los espacios en una oscilación de ida y vuelta, dada la cercanía física y las colindancias estatales entre Puebla y Veracruz que, al conjugarse con referentes económicos, llevó a su identificación con base en la cantidad de lo que se vendía, describiéndolos como de “buena” o “mala venta”, dependiendo del agotamiento de la jarcia y del período en que ello se realizaba.

La movilidad se daban entre entidades federativas, pero poco a poco se vieron disminuidas las distancias y trayectos para configurarse únicamente a nivel regional y de comunidad debido al envejecimiento de los sujetos, al ser referidos como aquellos que “ya casi no [la llevan a cabo]” y a la baja demanda del producto. Hasta reducirla a su elaboración para el canje de tenates por “chícharo” (frijol tierno) en Coxcatlán en el mes de diciembre, fecha en la que se presenta el desplazamiento de los habitantes de Teontepec. A la que se suma, hoy día, que los productos de palma se siguen comercializando al interior de la comunidad para colocar las tortillas del día a día; los alimentos en las ofrendas el día de muertos y guardándolos en bolsas de plástico si hubiera sobrantes.

Sin embargo, no fue el fin de la movilidad. En la memoria de los actores y su historia de vida, se recuerdan los años 60´s como cohorte temporal y parteaguas, al implicar un desplazamiento masivo de la población de Teontepec a zonas de Veracruz, de forma más o menos permanente. Lo anterior se debió a las condiciones climáticas (sequías extremas y heladas) que impidieron el desarrollo de la agricultura, entonces la principal actividad de la comunidad, resultando en la pérdida de cosechas y, por tanto, en la carencia de materias primas como maíz, empleado en la elaboración de alimentos como tortillas, el tostado de semillas y guiso de diferentes formas. Haciendo de San Bartolo un lugar en el cual habían permanecido gran parte de su vida, pero

también hostil para la continuación de los sujetos en éste.

De lo anterior, destaca la movilización realizada a nivel interestatal, principalmente, hacia Veracruz en grupos completos de familias nucleares para emplearse en el cuidado de la planta de mango y el corte de caña. En entrevista de campo, una mujer de 59 años comentó que cuando era niña su familia se movilizó hacia Veracruz, recuerda que dejaron las “cosas de valor” enterradas en el piso de tierra de su casa, construida con zotelín (ramas derivadas de la maleza) y carrizo, entre éstas se encontraban herramientas de trabajo (pala y azadón) y enceres domésticos (platos, vasos y cucharas), ya que el viaje se realizaría a pie y para asegurar que no las robaran, pues se pretendía retornar a Teontepec.

De esta conversación, la mujer resaltó lo contrastante del paisaje: de una tierra árida se mudó a otra donde la vegetación es abundante y con afluencias de ríos en los que, podía bañarse y lavar la ropa. Por lo que, los espacios se ven referenciados mediante el paisaje que los identifica y que lleva a los sujetos a establecer comparaciones entre ellos, unos mencionados por la abundancia y otros por la escases. A lo que se añaden prácticas como su inserción en las nuevas dinámicas que, versaron sobre el ámbito del trabajo puesto que, toda la familia se incorporó a las actividades primarias con la finalidad de generar ingresos económicos:


Íbamos con mi papa, todos, hasta el chiquito en el reboso de mi mamá, cuando quemaban la caña, nos esperábamos para cortarla, porque la hoja corta, si la agarras con la mano, así ya no las tenía [las hojas], ya se podía cortar […] con el machete, ese usábamos, todo el día, unas cuantas cortábamos, no las cargábamos porque era mucho pesante, mi papá las subía en los camiones […] regresábamos muy negros, quedaba todo el cuerpo, de que quemaban la caña. (Adulto mayor 2, diciembre 2013)


Al pasar largo tiempo en esta zona, muchos menciona que “nacieron aquí (en San Bartolo), pero se criaron allá”, denotando como pasaron su infancia y adolescencia en Veracruz, lo cual los hace recordar a la comunidad como un parte de su constitución como tales al ser representado mediante la autocaracterización de su salida, y de cómo la movilidad es un elemento de constitución del sí mismos como actores en tránsito al desplazarse de un lugar a otro, proceso en el que van significando esos espacios con sus trayectos, estancias y traslados.

El regreso a Teontepec se presenta a decisión de los padres de los sujetos ante el casamiento de los más jóvenes, principalmente, de las mujeres. Por lo que, el argumento fundamental para el retorno era expresado por los padres varones, consistente en la idea de que no debían “quedar lejos”, pues aunque pasaron un poco más de diez años en Veracruz la idea de regreso fue uno de los referentes de la movilización, revelando la importancia del sustrato de origen y su presencia constante, con todo y que se encontraban en un lugar distante:


El conjunto de lugares que componen un territorio migratorio no son puntos aislados, aun si geográficamente se encuentran dispersos. Lo que conforma ese territorio es tanto el lugar de origen (real o imaginario), como lo que vincula entre sí a los distintos lugares de migración. El territorio migratorio es un espacio organizado y significativo que mantiene una lógica propia. (Faret, 2001 en Lara 2006: 1)


A pesar de esto, fue inevitable hacer relaciones sociales, ya que muchos jóvenes contrajeron matrimonio y se quedaron en el estado de Veracruz para no separarse de sus cónyuges o bien porque sus fuentes de trabajo eran más constantes que en San Bartolo. El contacto entre una y otra parte, al principio, no fue habitual al realizarse por medio de cartas o vía telefónica, la última escasa en Teontepec. Situación que ha cambiado en la actualidad con el empleo de celulares o al acudir en los períodos vacacionales de visita a la comunidad mencionada, presentando a los lazos sociales como motivadores para el desplazamiento y conjunción de los sujetos a través de las escalas espaciales.

Los que si retornaron, se reinstalaron en su antigua casa, derruida por el tipo de material empleado en su construcción y se dieron cuenta de la pérdida de sus bienes. En consecuencia, hubo que rehacer la vivienda y sus pertenencias. Eso no fue todo sino que, también tuvieron que reactivar los lazos con los familiares y conocidos que se tenían en la comunidad, mediante visitas para anunciar su regreso. Igualmente debieron reincorporarse a las actividades laborales y domésticas locales diferentes a las de la década de los sesenta, pues a la agricultura se le sumaron las maquiladoras y granjas avícolas.

En consecuencia, retomaron muchas de las dinámicas anteriores a su movilidad o, bien, cambiaron las anteriores por desplazamientos a mayores distancias, por más tiempo y de manera

permanente. Resultando en que “el tipo de constitución de la vida halla lo renovado en esa dispersión espacial; en cada espacio se desarrollan distintas pautas de interacción social, distintas normatividades, diferentes encuentros cara a cara” (Lindón, 1997: 193).


Movilidad trasnacional: migración y permanencia en Estados Unidos

Los habitantes de Teontepec mencionan que “los primeros se fueron” en la década de los 70´s, etapa que para algunos marcó el retorno después de una movilidad semipermanente a nivel interestatal, para otros fue el inicio de su desplazamiento a un nuevo país como Estados Unidos (EU). El emprendimiento de tal desplazamiento se dio hacia la frontera norte de México, en autobús o mezclando los trayectos a pie, solicitando aventones o recurriendo al tren “la bestia” hasta llegar a lugares limítrofes como Tijuana y Reynosa, zonas que conformaban lugares intermedios de su travesía, al detenerse en éstos para descansar y realizar el cruce con algún coyote del área.

O bien, desde Teontepec se recurrió a los últimos, para ser acompañados por ellos hasta el final del viaje, pues una vez en EU, se daba aviso a la familia del migrante para que llevaran el dinero hasta la casa del coyote. Lo que señala el desplazamiento de los sujetos a lo largo del país, distinguido por una trayectoria hacia el norte y fuera de las normas legales establecidas.

Estas formas dieron a los primeros en movilizarse cierto grado de identificación al ser sus nombres bastante mencionados por los habitantes de la comunidad, continuando presentes al ir a un lugar que se mencionaba como “lejos” y del que, en ese entonces, no se reconocía el trayecto. Por esta razón, fueron los iniciadores de desplazamientos más amplios en cotejo con los anteriormente llevados a cabo. Lo preliminar originó que el retorno se prolongara hasta la vejez de los migrantes o que no se presentara sino que, permanecieron en EU hasta su muerte, momento en el cual sus cuerpos fueron trasladados a Teontepec para su sepelio a solicitud previa de quien había fallecido. De esta manera, los espacios se van marcando por ser de salida o llegada, salvo que no se quedan en ello al ser convertidos en territorios a los que se aspira retornar, de una u otra forma. En el período en el que permanecieron en el extranjero, extendieron sus lazos sociales al contraer matrimonio en este país; fueron constantes los envíos de remesas a quienes se quedaron en Teontepec o llevaron consigo a sus descendientes varones. Dicha estancia derivó en que la primera generación de migrantes y sus descendientes, en la actualidad, “ya tienen papeles”, lo que les permite ir y venir entre ambos países. Por lo que, son mensajeros y comprobadores del uso de

los recursos de los migrantes en las obras públicas de la comunidad. Igualmente, se les encargan aparatos eléctricos, ropa y enceres domésticos para los familiares de los migrantes ilegales. Aquel sujeto móvil avisa con anticipación las fechas de salida de EU hacia Teontepec para que las cosas sean entregadas a tiempo y puedan transportarlas.

Por este “servicio” reciben un pago caracterizado como “fuerte” al incluir lo que se envía y los objetos que recibirán, mismo que es otorgado por los migrantes ilegales y depende del tamaño del paquete. Por su parte, los pobladores de Teontepec únicamente dan una cuota “para el refresco” ($20 a $100 pesos) como complemento, para que sean llevados a sus familiares en EU productos locales como tempesquistles,2 orégano, pasta para adobo, entre otros. Lo anterior no sólo muestra un sistema económico y de remitencia, sino que también reflejan las motivaciones para migrar a EU, destacando la idea de bienestar como las mejoras en las condiciones de vida de los sujetos, para lo cual se les pretende abastecer de objetos y como a ellos les son llevados otros recursos que no se encuentran a su alcance. Con lo que, las cosas denotan los vínculos entre actores ubicados en lugares diferentes, convirtiéndose en un elemento que expresa interrelación entre escalas espaciales.

Desde hace, aproximadamente, 11 años la movilidad se masificó a nivel internacional, convirtiéndose en una actividad importante hacia EU (Nueva York, Los Ángeles y Washington). En un primer momento, se iba algún integrante de la familia y luego éste, invitaba a sus cuñados, hermanos o yernos para alcanzarlo, haciendo del primero un abastecedor de los recursos económicos para el traslado de otros. Evidenciando como “se establecen los vínculos entre los agentes que posibilitan la inserción de los trabajadores a los distintos mercados laborales. En este sentido, la lucha por el control del espacio resulta vital y es fuente para el desarrollo de nuevas identidades” (Lara, 2006: 1).

Siendo la constante un trayecto mayoritariamente masculino al considerarlo como “peligroso” para las mujeres dado lo “pesado” de la travesía al caminar largas distancias, atravesar el río nadando y otro tipo de abusos físicos; además de ser una práctica mediada por otros integrantes de su grupo familiar al considerar que se deben quedar junto a sus hijos. Con lo que, “el espacio y el tiempo están frecuentemente afectados por la diferencia de género de diferentes formas” (Harvey, 1994: 6). Sólo recientemente, las mujeres se han movido hacia el país del norte, acompañadas por sus esposos o hermanos, pero en general se quedan en Teontepec con sus padres

o la familia de su marido.

Aunque en la comunidad se sigue manteniendo una pirámide poblacional más o menos equilibrada entre diferentes grados de edad y sexo, lo cierto es que la movilidad de unos ha tenido efectos importantes en los ámbitos micro, manifiestos en el reacomodo social: el desplazamiento de la figura de autoridad a las mujeres, además de ser la de tipo afectivo; la tendencia a la reducción de los migrantes al papel netamente económico; y el desconocimiento y cero mención a los lazos expresivos entre los niños y sus padres al no tener contacto directo con éstos. En consecuencia, al igual que se observan nexos son exaltadas las distancias físicas y sociales dadas por la ubicación espacial entre los partícipes.

En EU los varones se emplean en los servicios, principalmente en la cocina, como lavatrastos o preparador (aquel que corta los vegetales y los guarda en el refrigerador para ser utilizados posteriormente por los cocineros). Lo cual implica un cambio en su papel: si antes se planteaba y aplicaba a la agricultura, ahora requiere una adaptación a las actividades terciarias. Contrastando con los roles que les son asignados al interior de su comunidad, donde son escasas las ocasiones en las que se les ve llevándolas a cabo (únicamente en caso de enfermedad de la mujer o viudez).3

De lo anterior, derivan formas de organización que constituyen un elemento de continuidad, no por ello entendidas como fijas sino que, presentan variaciones. De esta manera, los lazos sociales generados mediante el compadrazgo, vecindad o amistad se mantienen como base de éstas; mientras que los fines que se persiguen han ido variado y diversificándose a partir de las condiciones contextuales que fungen como detonantes de su surgimiento-

Ejemplo de ellos es la asociación civil “Migrantes Unidos por Teontepec” que canaliza los recursos monetarios generados por ellos y los otorga a la presidencia de comunidad para su inversión en el mantenimiento de servicios públicos (drenaje y escuelas). Una de sus acciones más importantes verso sobre la contratación de una empresa privada para dar mantenimiento a los sistemas hidráulicos (galerías filtrantes) con la finalidad de abastecer del líquido a la población. Ello trasciende el mero ámbito físico para referir la territorialización de las relaciones sociales, pues la participación de los sujetos se debe a que esos lugares representan algo para ellos. Por eso, los migrantes en EU tienen un papel distante, pero activo y propositivo en su sustrato de origen, ya que anclan sus recursos económicos, su historia de vida y relaciones familiares a la posibilidad de

“mejora” y retorno a Teontepec.

Con la migración, medios de comunicación como la radio, celulares y televisores se han vuelto cotidianos con su encendido en diferentes horarios, con fines de entretenimiento e información, principalmente, por los niños y jóvenes que pasan gran parte de su tiempo consumiendo sus contenidos que, contrariamente, los adultos mayores no consideran de importancia, lo cual lleva a que caractericen a los primeros como flojos, ya que para ellos la idea de trabajar en el ámbito asalariado, agricultura y en el aseo de la vivienda son de relevancia para el desarrollo de habilidades que les permitan llevarlas a cabo cuando ellos ya no puedan realizarlas.

Además de que, los recursos enviados se emplea en lo que estos actores adjetivan como “estar un poquito mejor”, consistente en la educación institucional de los niños y jóvenes; quienes han alcanzo un nivel de escolaridad superior, en comparación son sus progenitores que, únicamente, han concluido la primaria.

Ello con la intención de que, los actores que permanecen en el Teontepec puedan emplearse en los ámbitos industriales y de servicios, pensados como aquellos donde existe trabajo y salario constante. Derivando en que esa idea de estar un “poquito mejor” desplace a la práctica agrícola y que se constituyan nuevas visiones de lo que se considera bienestar.

A lo anterior se suma la construcción de viviendas que contrastan con la multifuncionalidad de los espacios de la mayoría, al encontrarse la cocina y recamaras en espacios divididos por muros y sumar otros como la sala. Se han establecido comercios, por ejemplo, Elia´s restaurante que se encarga de la elaboración de comida italiana, francesa y americana, sus instalaciones rememoran al sistema de transporte del país del norte, pues fue construido y decorado por su dueño con base en las características propias de un vagón de metro.

Incluso la inversión en la misma agricultura, para la adquisición de tecnología agrícola, también hacen evidente el empleo de los recursos de los migrantes a nivel local, a pesar de que ésta es caracterizada como deficitaria, pero que se continua, en alguna medida, dado que “mi papá me enseño”, haciéndola una acción heredada y continuada debido a los elementos sociales y culturales que implica. Con todo lo anterior, los procesos de migración han traído una serie de cambios a nivel micro, igual que se ven localizados al implicar diferenciación y mantención de las actividades legadas entre los actores.

Conclusiones

La movilidad dada en un primer momento a nivel regional y estatal (al interior del país) y en segundo, a nivel internacional, refleja la interrelación de escalas a través de los cambios, continuidades, reacomodos y especificidades de cada uno como elementos relacionados con el espacio y el tiempo, haciendo “del espacio como una construcción histórica y como una práctica” (Castells, 1978 en Aguado y Portal, 1991: 37).

El desplazamiento de tipo nacional se planteaba como familiar al realizarse con aquellos miembros de este grupo, siendo todos los integrantes o una parte de ellos los que, se trasladan a espacios dentro de la región o a estados cercanos, por períodos de corta a mediana duración al ir de semanas a décadas. Situación que refleja un vaivén entre el lugar de origen y los de arribo, estableciendo frecuentes comparaciones a partir de sus contrastes naturales, sociales y económicos. En estos espacios se trabajaba en actividades similares a las de su comunidad como las primarias o se ofertaban productos elaborados en lo local.

Por lo que, esos lugares reflejan ciertas continuidades al ser llevadas a cabo habilidades relacionadas con una herencia cultural de generaciones anteriores y que refleja cierto conocimiento. A la vez que, se encuentran inmersos en procesos de disminución dado que, los que las realizaban han envejecido y los más jóvenes han optado por su incursión en otros ámbitos. Al igual que expresan el dejo de su importancia por otros que, en la contemporaneidad se ven inmiscuidos en prácticas “modernas” de tipo industrial o de movilidad extendida.

Los desplazamientos, permanencias y retornos, son las constantes y derivan en la autoconstitución de los sujetos, al definirse a sí mismo mediante la remembranza y discurso entorno a ello. Expresando su contexto espacio-temporal como significante al ser “tiempo-espacio […] el referente básico obligado de la identidad de un grupo” (Aguado y Portal, 1991: 36).

En cambio, la migración internacional se presenta como individual; aun cuando para darse se emplean recursos económicos de otros que se encuentran allá debido a que comparten lazos de parentesco con los que se han movilizado previamente. Se trata de un traslado con retorno en amplios períodos de tiempo, al incluir la mayor parte de la vida de los sujetos o no darse el regreso; y de tipo masculina al ser los hombres quienes, mayormente, se dirigen a EU, dados los atributos que les son otorgados como proveedores.

Es una movilidad que, al realizarse, va constituyendo circuitos de desplazamientos hacia la

frontera norte, que marcan puntos intermedios, de llegada y destino, llevando a su identificación, por los migrantes y no migrantes, como aquellos que conforman los lugares por los que se debe ir y en donde se conglomeran la mayoría de los Teontepeños. En este sentido, la migración está encaminada al cambio de la forma de vida local: introduce modificaciones en los consumos, objetos y lugar de residencia, lo que lleva a referir como el espacio ha adquirido una configuración contrastante en relación con tiempos pasados.

Se trata de una movilidad internacional de cuya motivación resalta la obtención de recursos económicos y materiales, pero también de como ellos se conjugan con factores sociales y culturales de lo que se considera “bienestar”, generando aspiraciones de parte de los migrantes y de quienes son los receptores de estos recursos. A la vez que, se trata de una práctica localizada, pues la mejora de las condiciones para la familia continúa siendo uno de los motivos de la incursión de los varones en ella.

Con lo anterior, se puede observar como la movilidad ha pasado de darse de un nivel regional, a uno de tipo internacional; constituyéndose como un proceso al implicar una serie de fases en el tiempo que llevaron de una escala espacial a otra, mismas que son identificadas por una serie de causas y consecuencias económicas, culturales y sociales. En este sentido, la movilidad genera interrelación entre las escalas espaciales al ser una acción de los actores, expresada en circuitos, desplazamientos y permanencias significativas, siendo tales al representar algo para ellos. Lo anterior es un elemento de subjetivación de esos sustratos físicos para convertirlos en territorios, situación que se expresa en sus relaciones, su historia de vida y prácticas.

Esos espacios se convirtieron y caracterizan por ser referentes de salida, llegada, paso o retorno; trascendiendo estas adjetivaciones para ser representados como lugares económicos, sociales y culturales a los que se iba para vender los productos locales; emplearse en actividades primarias; en el ámbito de los servicios y obtener recursos monetarios para la subsistencia, edificación de viviendas, educación y servicios; que en conjunto son expresión de lo que ellos denominan como “bienestar”, al implicar la mejora en las condiciones de vida de quienes se quedaron y quienes se movilizaron. De esta manera, ese ámbito material se expresó como tal, existiendo un trasfondo subjetivo aspiracional al ser actividades para otros con los cuales se comparten lazos afectivos y de parentesco.

Por otra parte, esos espacios se convierten en sociales dado que, en ellos se conjuntaron

sujetos y se establecieron por cierto tiempo, lo que los llevo a ampliar sus lazos con otros con los que tuvieron contacto y que derivó en el casamiento de los partícipes y su mantención en los lugares a los que se movilizaron. Resultando en que, los desplazamientos fueron importantes para la generación de relaciones de los más jóvenes; a la vez que, la limitación o disminución del contacto con el grupo familiar inicial, que se vio reducido a visitas ocasionales y comunicación con medios eléctricos. Ello no limita la importancia de las anteriores que se siguen manteniendo como relevantes y son reactivadas a través de este tipo de contacto.

La movilidad tiene como constante a la comunidad de origen, ya que a pesar de los períodos que pasaron en zonas diversas y que pudo comprender su vida entera, la idea de regreso y la remembranza sobre ella, específicamente en relación a sus vivencias y los que se quedaron, fueron frecuentes, constituyéndose, paradójicamente, esos elementos anclados y relacionados con un espacio particular, en el motivo para su desplazamiento a lugares diferentes.

Por lo que, la comunidad puede ser entendida como “el territorio [que] puede ser apropiado subjetivamente como objeto de representación y de apego afectivo y, sobre todo, como símbolo de pertenencia socio-territorial” (Giménez, 2000: 29).

En este sentido, la comunidad es un lugar físico y social al ser interpretado a partir del recuerdo y experiencia de quienes lo habitaron, convirtiéndolo en un elemento cultural importante para los sujetos. Situación que se invierte cuando en la añoranza sobresalen esos otros espacios y que, entonces, adquieren referencia cultural.


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Notas


1 Se reconoce la diferencia entre las categorías de espacio y lugar. Sin embargo, se utilizan de manera indistinta con la finalidad de que el discurso no suene repetitivo. Lo mismo sucede cuando se hace referencia a sujetos y actores.

2 Fruto similar a la aceituna.

3 En algunas ocasiones se pierdan esos roles en el trayecto y se deje a la familia local por la formación de otra en EU.