Experiencias de la vejez en un grupo de albañiles Experiences of old age in a group of construction workers

Diana Gabriela Terán Henández1


Resumen: En este texto se presentan algunas reflexiones sobre los procesos del retiro laboral y las condiciones en que viven la vejez un grupo de seis adultos mayores albañiles de la ciudad de Xalapa. Desde una mirada etnográfica se analizan, a través de sus narraciones biográficas, sus experiencias dentro algunos procesos en la configuración de su vejez. Ante una población que envejece, es importante reflexionar sobre cómo es que este grupo se ha adaptado a condiciones de precariedad laboral y ausencia de prestaciones asistenciales, y sobre las posibilidades a su alcance para satisfacer sus necesidades económicas en esta etapa.


Abstract: This text presents reflexions on the processes of retirement labor withdrawal and conditions in which a group of six elderly construction workers of the Xalapa city live their old age. From an ethnographic perspective, their experiences in some processes in the configuration of their old age are analyzed, through their biographical narratives. In view of an aging population, it is important to reflect on how this group has adapted to precarious work conditions and absence of welfare benefits, and on the possibilities available to meet their economic needs at this stage.


Palabras clave: envejecimiento; vejez; albañilería; narración biográfica.


Introducción

El siguiente texto forma parte de una investigación más amplia que articula un panorama histórico de la trayectoria del envejecimiento, en adultos mayores que se dedicaron a la albañilería, y la experimentación de su vejez desde una temporalidad presente. Se entretejen estos aspectos a partir de un eje de análisis biográfico narrativo de seis adultos mayores, dentro del cual se analizan diversas fases de su vida como: su inserción en la albañilería, su proceso de retiro laboral y la época actual de su vejez. Dichas fases históricas se estudian con relación a su experiencia en la configuración del envejecimiento y vejez como albañiles. En este sentido, la


1 Maestra en Antropología Social, disciplina: Sociología, Institución de adscripción: Universidad Veracruzana, Líneas de investigación: aspectos sociales y culturales de la vejez. Correo electrónico: quin_98@hotmail.com.


,


investigación constituye una mirada desde el presente hacia el pasado de los actores entrevistados. La siguiente ponencia se centra en presentar algunos resultados y reflexiones respecto a su retiro laboral y sobre las condiciones socioeconómicas en las cuales viven esta etapa de sus vidas como albañiles retirados.

A partir de las narrativas biográficas de los actores, se pone especial atención a los acontecimientos y circunstancias en sus experiencias de vida fueron definiendo representaciones, percepciones y conceptualizaciones respecto de su propia experiencia de envejecimiento. Algunas preguntas en relación con el conocimiento de las formas concretas del envejecer que surgen son: ¿Cómo son las percepciones y experiencias que tienen los adultos mayores albañiles con relación a su retiro laboral? y ¿Cómo es la vejez de los adultos mayores que trabajaron en la albañilería?

En este sentido, se consideran las formas por medio de las cuales se han adaptado a condiciones de precariedad laboral y de ausencia de prestaciones asistencias que les ha tocado experimentar; para tener un mayor entendimiento de lo que experimentan los albañiles retirados en su propia vejez. Es importante hacer referencia al ámbito de la vida laboral y su narrativa de la vida cotidiana familiar relacionando su historia de vida, edad, desempeño físico y relaciones familiares, ya que da muestra de un panorama heterogéneo y complejo.


La albañilería: características del oficio

Normalmente, las personas dedicadas al oficio de la albañilería no cuentan con prestaciones laborales, estas condiciones laborales han sido asimiladas y naturalizadas por sus trabajadores. A nivel nacional vemos que el “86% de ellos no tiene prestaciones; del 14% que sí cuenta con alguna, menos de la mitad tiene acceso a todas las prestaciones laborales, de salud y seguridad social” (INEGI, 2014: 11). Aproximadamente un 89.3% no tiene acceso a las instituciones de salud como beneficio de su actividad laboral.

En cuanto a las afecciones y perturbaciones físicas que padecen en mayor proporción las personas dedicadas al oficio de la construcción, están la discapacidad motriz y visual, que afectan a seis de cada diez albañiles. INEGI (2014) señala que la discapacidad más frecuente en estos trabajadores es la motriz, la cual la relaciona con el tipo de tareas que desarrollan y los riesgos a los que constantemente se ven expuestos.


La albañilería es un oficio que no es considerado como cualificado y cuyas competencias profesionales las han adquirido a través de la práctica laboral como albañiles. Podemos decir que el nivel de escolaridad impacta en la calidad de vida de las personas, en el sentido de que brinda acceso a diversas oportunidades de empleo, quizá fuera de la construcción.

Respecto al nivel educativo de los albañiles, se estima que el 95.2% es alfabeta y el 4.8% no sabe leer ni escribir, sin embargo, en las estadísticas no se especifica qué ocurre con el 3% restante de la población empleada. El promedio de años aprobados en la escuela es de 6.9% del total de los albañiles, lo que significa que alcanzan sólo el primer año de secundaria. Predominan los que cuentan con algún año aprobado en primaria con 45.5%, seguido de los que tienen algún año en secundaria con 36.8%; destaca que un 12% tiene educación postsecundaria y un 5.9% no tiene ningún tipo de escolaridad. De esta forma, un bajo nivel de escolaridad acota las opciones laborales en las cuales pueden emplearse. En este sentido, la educación promueve la movilidad social, económica y laboral. En el caso de los entrevistados se observa una baja escolaridad, esto pudo obstaculizar su movilidad social, económica y laboral, lo cual los ubica en una situación de desventaja con referencia a otros grupos.

En cuanto al lugar de residencia, el 73.7% vive en zonas urbanas y 26.3% reside en zonas rurales (INEGI, 2014). De los 623 mil hogares que se registraron con al menos un albañil, 50.7% habita en viviendas precarias, en las cuales viven en promedio 5.5 personas y por cuarto habitan 3.2 (INEGI, 2003).

Es preciso señalar que la situación socioeconómica que se muestra en el oficio de la albañilería, es representativa respecto al tipo de problemas que pueden enfrentarse en otros empleos de carácter informal. Dentro del gremio de albañiles se presentan condiciones como la falta de vivienda, la precariedad e inestabilidad laboral, la incipiente educación, los problemas de salud, entre otros, y se traducen en estrategias de supervivencia como la movilidad constante de una obra y otra, la migración temporal, el recurso a la informalidad y el desarrollo de un ingenio popular. Los albañiles han sido caracterizados como personajes marginales que conforman los estratos más bajos de la escala social, aunque poco estudiados, son víctimas de prejuicios y estereotipos culturales (Zirión, 2013).

De acuerdo con Zirión (2013) la cultura laboral del mundo de la construcción tiene impresos tintes de informalidad e inestabilidad, en los que las injusticias, las explotaciones o los


abusos son comunes, pero en los que existen otros sucesos positivos dentro del oficio como la transmisión personal del conocimiento.

Las estadísticas a nivel nacional concuerdan con las condiciones sociales de los entrevistados con relación a la carencia de prestaciones laborales y asistencia a servicios de seguridad social, manifestación de ciertos padecimientos sobre todo visuales y auditivos, que se derivan de las propias. El cuadro se agudiza cuando la manifestación de ciertos padecimientos es más evidente debido a la edad de estas personas y por el contexto donde se presenta, caracterizado por la pobreza, deficiencia en la asistencia social y seguridad social, así como también la baja cobertura en sus sistemas de pensiones a nivel nacional.


Experiencias del retiro laboral en albañiles

De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Población, en el caso de México los adultos mayores siguen trabajando después de los 60 años. Alrededor de 65 por ciento de los hombres de 60 a 64 años de edad permanecen económicamente activos. En edades posteriores las tasas tienden a reducirse, sin embargo, a los 80 años uno de cada cuatro varones sigue trabajando. Las tasas de participación laboral se relacionan con la baja cobertura de los sistemas de pensiones entre la población envejecida, lo cual vuelve difícil la institucionalización del retiro, al no garantizar una fuente de ingresos alternativa al trabajo (CONAPO, 2005).

Como señala Millán-León (2010) “una parte importante de personas en edad avanzada se encuentran en el mercado laboral por la necesidad económica y no por una decisión voluntaria” (p. 97). Además de hacer una invitación a investigar los factores que permiten o impiden a la población seguir participando en actividades remuneradas que les proporcionen una economía estable, es preciso conocer qué es lo que experimentan los propios actores, en un contexto caracterizado por falta de cobertura de pensiones, el deterioro de las redes sociales, los cambios en la estructura de los hogares y en las dinámicas demográficas que influyen en la continuación laboral después de los 60 años (Millán-León, 2010).

El estudio realizado por Germidis (1974) aporta información importante con relación al trabajo y las relaciones laborales en la industria mexicana de la construcción, y señala que el número de personas mayores de 50 años que siguen trabajando en la construcción es elevado. El autor atribuye esta situación a las carencias del sistema de seguridad social, a la


ausencia de retiros y pensiones, pero también al deseo de continuar trabajando en este sector laboral, principalmente manifestado por los obreros más calificados y los “maestros”.

Asimismo, podemos agregar que para los albañiles las experiencias relacionadas con el retiro laboral producen una serie de transformaciones en sus vidas que van configurando el proceso de envejecimiento con relación al ámbito laboral y familiar, marcando un cambio significativo en sus vidas. Estas experiencias pueden variar de un caso a otro por la forma en que cada uno vivió; se intentan mostrar las manifestaciones que experimentan los propios actores, así como las asimilaciones en el proceso del retiro laboral que se generan al envejecer. Dentro de este proceso entran en juego factores que tienen que ver con aspectos estructurales, individuales, de salud, familiares y emocionales.

Al ser un oficio que no está regulado estrictamente por alguna legislatura laboral, el retiro laboral es una decisión de los mismos albañiles o sus familiares, en medida del reconocimiento de sus capacidades y de su desempeño. De acuerdo con Agulló (1999) “lo biológico y físico está influenciado inevitablemente por el modo de vida y otros aspectos psico-sociales” (p.102). De tal modo, la manera en que experimentan el envejecimiento en sus cuerpos puede variar y por lo tanto también la edad del retiro laboral, debido a que existe una relación cercana dentro del proceso que marca los ritmos y actividades de trabajo.

El retiro laboral de los adultos mayores entrevistados se debe a distintos factores. En algunos casos tiene que ver con la pérdida de las fuerzas o la resistencia, y en otros casos tiene que ver con los arreglos familiares o las necesidades económicas de cada persona. En cualquiera de estas situaciones está ausente el papel de Estado en el otorgamiento de una seguridad social que pueda brindar una calidad de vida en este grupo. Aunado a esto, se considera que las experiencias relacionadas con la continuación o retiro de su trabajo, producen una serie de rupturas y tensiones, sobre todo cuando no se cuenta con una jubilación; les generan frustraciones, añoranzas o sentimientos de tristeza el dejar de trabajar, puesto que se va presentando una discontinuidad en la dinámica de sus días. Como lo escribe Rosaldo (1991) “debemos considerar la posición del sujeto dentro de un determinado campo de relaciones sociales, con el fin de captar la experiencia emocional del individuo” (p. 24), estas experiencias van configurando su proceso de envejecimiento con relación al ámbito laboral y del contexto; marcan un cambio significativo en las expresiones de su vida privada, familiar y social en su


vejez.

En las siguientes líneas se exponen algunos fragmentos del caso de Don Jesús y Don

Procopio, en los que el retiro laboral se presenta por decisión de los familiares. También se exponen algunos casos en los que el retiro laboral se da por padecimientos de salud, como es el caso de Don Marino y Don Eulalio. Los fragmentos presentados son con la finalidad de mostrar cómo viven los propios actores este proceso.


El retiro laboral: por decisión de los familiares

En el caso de Don Jesús, se retiró alrededor de los 77- 80 años por decisión de sus hijos. El argumento fue que podía sufrir una caída de la cual no se recuperaría tan fácilmente, debido a las manifestaciones de la edad. Él se dedicó más de treinta y ocho años al oficio, sin contar los años que trabajó como ayudante o en rangos menores. Cuando estuvo trabajando en la construcción de la Normal Veracruzana, tenía cincuenta años de edad, y recuerda cómo comenzó a sentir el vértigo al andar en los andamios. Podemos pensar que, al experimentar sensaciones relacionadas con el riesgo y la vulnerabilidad, Don Jesús se fue haciendo consciente de la edad, y por lo tanto del proceso de envejecimiento en su cuerpo. Junto con la falta de fuerzas para poder cargar los bultos de cemento o latas de mezcla, la experimentación del vértigo o la pérdida del equilibrio es otro rasgo que reconoce como parte del proceso de envejecimiento. Para Don Jesús el envejecimiento viene acompañado de achaques en el cuerpo y falta de agilidad, tanto motriz como mental, que pueden volver el desempeño del trabajo peligroso:


Yo sentía que ya me faltaba algo, de la cabeza, del movimiento, del cerebro, de que ya se le empiezan a olvidar a uno las cosas, así cosillas es lo que yo sentía. Yo estaba haciendo algo y ya se me había olvidado qué, “Ah no, esto no está bien, esto no es así”. Y es porque ya le empieza a fallar a uno el cerebro. (Don Jesús, 86 años)


Dentro del proceso de retiro laboral de Don Jesús está presente la reciprocidad de los hijos para con él, al asumir sus gastos bajo el acuerdo de que ya no trabaje. Podemos pensar que esta reciprocidad a la que hacemos alusión, se consolidó desde décadas atrás; en el caso de Don Jesús se establecieron fuertes lazos afectivos y solidarios con sus hijos. Quizá sin esta reciprocidad de los


hijos, Don Jesús seguirá trabajando por necesidad económica.

Don Procopio al igual que Don Jesús, se retiró del oficio por decisión de su familia, ya que opinaban que debido a su edad podría ser peligrosa una caída. A Don Procopio le tomó tiempo aceptar esta decisión, ya que le parecía raro dejar de hacer lo que siempre había hecho. Sin embargo, reconoce que él comenzaba a sentir vértigo al desplazarse por las orillas en las alturas. Los hijos de Don Procopio son los que se hacen cargo de los gastos médicos y del hogar.

De acuerdo con Reyes (2006) la formación de lazos afectivos familiares tiene un impacto a futuro entre quienes alcanzan edades avanzadas; significa una posibilidad de mejores oportunidades y recursos para sobrellevar la vejez, cuando no se prevé un ahorro para el retiro o cuando el Estado no satisface estas demandas. La solidaridad intergeneracional de los hijos de Don Jesús y Don Procopio puede ser vista como el resultado de los valores, hábitos y costumbres transmitidos a sus hijos en el transcurso de su vida, así como también representa una evidencia de que la familia sigue siendo el principal soporte para cubrir las necesidades de los adultos mayores (Arroyo y Ferreira, 2011).


El retiro laboral: por cuestiones de salud

Hay algunos casos en los que aspectos relacionados a la salud impiden el desempeño de los trabajadores con las mismas habilidades dentro del oficio. En cierta parte, esto contribuye a un aceleramiento en el proceso de retiro laboral cuando por indicaciones médicas se impide levantar peso, estar en contacto con ciertos materiales que afectan a la vista, cuando la movilidad va menguando o cuando se va perdiendo el equilibrio en las alturas.

Don Marino trabajó en una obra por la colonia Luz del Barrio, perteneciente a la ciudad de Xalapa. Durante el periodo en el que se realizaba la obra se enfermó de la próstata, por lo cual tuvo que operarse. Antes de la operación se estuvo controlando con medicamento. Sin embargo, el médico le sugirió que a su edad no era recomendable el medicamento para el tratamiento de su enfermedad y decidieron recurrir a la operación. Una de las indicaciones médicas fue dejar de levantar objetos pesados; a consecuencia de tales indicaciones, Don Marino ya no se comprometió para trabajar en ninguna obra. A partir de ese momento dejó de ofrecer sus servicios como albañil.

Don Marino sigue realizando algunas tareas de albañilería en la construcción de la casa de


uno de sus hijos, como andar en las alturas para armar la estructura de una cimbra, revocar muros, amarre de varillas, etc. Don Marino distingue entre las actividades que puede y entre las que no puede realizar, como cargar bultos y latas de mezcla o hacer una cimentación. La distinción se basa en su estado de salud y en las indicaciones médicas, como se ilustra en la siguiente narración:


Uno ya no puede trabajar igual. Uno sabe y todo, hace el esfuerzo, pero ya no a comparación de antes… no sé si me explico. Yo ya no haría una cimentación, por el peso del material… por ejemplo, ahorita ya no le puedo hacer un muro de piedra. ¿Por qué? Por la cantidad de volúmenes en que viene la piedra y luego lo pesado que es. Entonces,

¿de qué manera yo me esfuerzo a colocar piedras? Y eso ya es distinto, ya es para la persona que está con la edad competente para poder manejar esos materiales. (Don Marino, 78 años)


Don Marino se ofrece a trabajar en la construcción de la casa de su hijo para mantenerse ocupado durante el día. Sin embargo, reconoce que a su edad ya no puede desempeñarse al mismo ritmo de trabajo que antes, por lo mismo deja de trabajar alrededor de la una de la tarde o antes cuando se siente agotado. Don Marino es consciente de que su cuerpo ya no responde al mismo ritmo de trabajo que antes; razón por la cual hace actividad física dependiendo de cómo se va sintiendo, con lapsos de descanso y sin hacer actividades que le exijan mayor esfuerzo.

Vemos también el caso de Don Eulalio, quien a los cincuenta y ocho años de edad, le diagnosticaron diabetes; debido a su enfermedad fue que dejó de trabajar para el arquitecto Adalberto Mendoza, con quien trabajó por más de treinta años. En este mismo periodo tuvo problemas de carnosidad en sus ojos, por lo que ya lo habían operado en una ocasión. Después de que dejó el trabajo con el arquitecto, en la década de los ochenta, se dedicó a ofrecer sus servicios por cuenta propia en construcciones pequeñas como casas habitación. Al poco tiempo de seguir trabajando sus problemas con la vista continuaron, por lo que decidió dejar por completo el oficio. Tiempo después, se sometió a otra operación en la cual no quedó completamente bien de su vista. Don Eulalio reconoce que ya no puede realizar trabajos de albañilería, debido a su estado de salud, a la edad y a cómo se siente.


En ambos casos expuestos, ante la necesidad que manifiestan de mantenerse ocupados o haciendo algo durante el transcurso del día, realizan trabajos sencillos de acuerdo a sus capacidades físicas. Después de casi toda una vida de permanecer laboralmente activos y de andar de un lugar a otro de la ciudad, resulta difícil adaptarse a las transformaciones cotidianas, como pasar la mayor parte del día en sus casas “sin hacer nada”. Asimismo, el dejar sus actividades laborales, ya sea por cuestiones de salud o por decisiones tomadas en conjunto con los hijos, implica ciertos cambios en el desempeño de sus roles y dinámicas sociales.

Algunos aspectos que tienen relación con el estilo de vida laboral de los albañiles entrevistados, guardan cercanía con la vida privada de estas personas, en el sentido de que trascienden la esfera laboral y modulan una forma de ser y de actuar en donde se desenvuelven. Así vemos los estilos de vida en relación con la actividad que ejercían como albañiles, en la que se destacan ciertos hábitos o comportamientos que están presentes en las entrevistas como el gusto por el trabajo o la satisfacción de ver terminada una obra, que también tiene una estrecha relación con la percepción de lo que significaba ser buenos albañiles, comprometidos con su trabajo y como hombres que cumplían lo que decían en lo laboral. Entre otras similitudes podemos encontrar la falta de estudios formales, ya que en la época en la que ellos crecieron se le daba mayor prioridad al trabajo que a los estudios; sin duda este aspecto genera vulnerabilidades frente a otros sectores de la población con estudios formales.

Los testimonios aquí relatados dan muestra de las condiciones sociales y económicas en las que se presenta el retiro laboral de este grupo de la población, por lo tanto, deben ser consideradas para el análisis de los derechos laborales de este sector laboral, para poder brindar un panorama de respuesta en materia de sus demandas de seguridad social como trabajadores retirados. Podemos pensar que, si las condiciones económicas del retiro de los trabajadores de la construcción fueran de otra forma, por ejemplo, con cobertura de prestaciones sociales, con una pensión o jubilación, con solvencia económica, entre otras, quizá no manifestaran deseos de seguir trabajando. Las condiciones mencionadas podrían generar un acceso a una calidad de vida y garantizar un grado de bienestar, así como reducir preocupaciones económicas en la población adulta mayor que se ve forzada a seguir trabajando, aun cuando no se encuentran en condiciones óptimas de salud.

En este sentido, vale la pena reflexionar sobre cómo se adaptaron a las condiciones en las


que se presentó su retiro laboral en términos socioeconómicos, pero también en términos de su propia significación y experiencia en el proceso; de sus preocupaciones, tensiones emocionales o de su estado de salud. Al considerar otros aspectos en el proceso de su retiro laboral, se abre un panorama heterogéneo que da muestra de algunas variantes que tienen que ver con la salud, con los arreglos familiares, así como con las necesidades económicas de cada uno, y de las posibilidades que disponen para ir sobrellevando la falta de prestaciones o para satisfacer sus necesidades económicas en el día a día.


Vida cotidiana en la vejez de los albañiles retirados

En este apartado se exponen brevemente algunos casos de las personas que entrevistamos, se intenta mostrar de manera general cómo es la vida actual de estas personas. Se observa que después del retiro laboral, no sólo se modifican los ingresos, sino también se observan cambios en la distribución del tiempo en su acontecer diario, en la distribución de poder y en la toma de decisiones. En la mayoría de los casos analizados, los albañiles retirados pasan la mayor parte del día en sus hogares.

Don Jesús vive en compañía de su esposa Inés. La casa donde viven la construyó Don Jesús hace más de veinte años; en este mismo terreno también construyó la casa de uno de sus tres hijos. Doña Inés y Don Jesús pasan la mayor parte de sus días en el hogar, hay veces que comentan que salen a misa o a visitar conocidos o parientes, señalan que no lo hacen con frecuencia. Así la casa que construyó años atrás ahora pasa a ser el espacio donde transcurre la mayor parte de sus días.

Después de acordar con sus hijos que ya no trabajaría como albañil, Don Jesús les externó que no le gustaba estar sin hacer “nada”; él tenía que ocupar su tiempo en algo, porque de otro modo los días le parecían muy aburridos y largos. Don Jesús no se hacía a la idea de no hacer nada, percibía que no estaba bien y que lo correcto es que debía seguir haciendo algo. Uno de los hijos de Don Jesús vive en Cardel y tiene un negocio de venta de chile seco. Su hijo le propuso que le ayudara a cortar y desvenar el chile seco, para que tuviera algo que hacer en sus días.


Ahí ya dejé y me puse luego con los chiles, porque yo les dije “Yo no puedo estar sin hacer nada, yo el día que no hago nada, ese día me rinde bastantísimo. No, yo siento que


no está bien así, yo tengo que trabajar, porque yo trabajando ni el tiempo me alcanza para hacer lo que pienso hacer. Y sino hago nada, uhhhh” Entonces me dijeron “Ya si quieres ponte a arreglar chiles”, dice, “tampoco vas a tener tarea, vas a hacer lo que puedas”. (Don Jesús, 86 años)


Para Don Jesús cortar y desvenar chiles, no es considerada como una actividad laboral, en comparación con las actividades que hacía en la albañilería que requerían mayor ingenio, destreza y esfuerzo físico, además de ser remuneradas. Don Jesús la considera como una distracción que le sirve para emplear su tiempo, al mismo tiempo que contribuye al negocio familiar de su hijo.

Un hecho importante en el caso de Don Jesús es que cuenta con el apoyo económico de sus tres hijos, quienes de algún modo se organizan para satisfacer las necesidades de sus padres:


Daniel nos trae la medicina, o si no Florentino, Chano… Y si no, Florentino se da cuenta que nos hace falta medicina y nos viene a ver, y nos pregunta, “¿qué les falta?”, “no, pues fíjate que tengo que comprar esa medicina”, y ya él la compra. Él me ayuda, los tres igual. Porque si yo no tengo dinero, nomás les digo, “ah, no te preocupes”, viene en el de Cardel y me trae, y si no, este me da, o Daniel. O sea, que por ese lado yo no me quejo. (Don Jesús, 86 años)


Al ser los hijos quienes toman la responsabilidad de los padres, aminoran las preocupaciones económicas que se tienen debido al no contar con un fondo de ahorro o una jubilación después de los años laborados, brindando además calma y estabilidad emocional.

Otro caso muy similar es el de Don Procopio. Las similitudes radican en el sentido de que ambos viven en compañía de sus esposas y tienen una cercana relación con sus hijos y nietos; se observa en ambos casos que los hijos les ayudan con los gastos de manutención, así como en la satisfacción los medicamentos y alimentos.

En ambos casos perciben su vida como tranquila. La manifestación de este sentimiento puede ser vista desde dos ópticas. Por un lado, por la poca actividad que tienen en comparación con los años en los que laboraban como albañiles. Por otro lado, la tranquilidad radica en saber


que cuentan con el apoyo económico, asistencial y de cuidados por parte de los hijos, lo que también demuestra una cercana relación entre padres e hijos.

Al igual que en los otros casos descritos tanto la figura de los hijos como la de la pareja se vuelve esencial para el apoyo emocional y de cuidados de los adultos mayores. Sin embargo, hay otros casos que se viven en viudez, como es el caso de Don Eulalio, quien perdió a su esposa en el 2002. Actualmente vive solo, en la casa que construyó y en la que vivió en compañía de su esposa. La casa de Don Eulalio consta de dos plantas; debido a que es difícil para él subir y bajar escaleras, sólo ocupa la parte de abajo donde está su habitación, la sala, la cocina y el patio. Uno de sus hijos alquila la planta alta, donde vive con su esposa e hija. También en la parte de enfrente de la casa, renta una habitación para comercio; con estos ingresos se ayuda para satisfacer los gastos de comida, servicios, taxis cuando va a visitar alguno de sus hijos, entre otros. Don Eulalio también recibe el apoyo del gobierno federal “65 y más”, el cual señala que es muy poco y no le alcanza para sostenerse.

Don Eulalio pasa la mayor parte de sus días dentro de su hogar, donde hace actividades sencillas para distraerse. Dentro de las actividades que realiza menciona algunas:


Yo meto mi ropa a la lavadora, solita hace su lavado, saco la ropa, la tiendo, como le digo, no se me van a caer las manos, mientras pueda yo. No te voy a decir que lo hago con mucha gana, con mucha… vaya. Con el mismo gusto que lo hacía hace unos 10 o más años, no es igual. Ya a uno le duele su cuerpo, camina uno porque dios es muy grande y porque todavía tiene uno tantita fuerza. (Don Eulalio, 91 años)


Aunque reconoce que su ritmo para hacer actividades ha disminuido, sigue realizándolas en la medida de lo posible. También se observa cómo estas actividades tienden a ir disminuyendo con el paso de los años. El hacerse cargo de sí mismo, al lavar su ropa, hacerse desayuno o cena, entre otras actividades, representa también un cambio de rol que ahora tiene que desempeñar él, tras la muerte de su compañera de vida. Don Eulalio también se ha acostumbrado a pasar tiempo solo en su hogar; por las mañanas muy temprano y en las tardes noches es cuando señala pasar mayor tiempo solo.

Para Don Emiliano la edad va marcando muchos aspectos tanto físicos como sociales, en


el sentido de que te va privando de la movilidad que antes se tenía. Por ejemplo: las dificultades para caminar o el desplazarse solo de un lugar a otro, y cómo se van restringiendo las salidas de la casa con más frecuencia, ya sea para ir al mercado, a visitar a sus hijos o hacer mandados sin compañía.

Realiza sus actividades de forma cautelosa, se cuida de alguna caída o de algún golpe que pueda darse, especialmente cuando se baña, ya que comenta de dos familiares que se resbalaron cuando se estaban bañando y a consecuencia de esto fallecieron. También evita comer ciertos alimentos y en grandes cantidades por la diabetes:


Pues sí, me tengo que evitar mucha comida que no es buena para enfermedad. Tengo que comer más o menos lo que no me hace daño, sí de comida sí tengo que irme limitando. Hasta la tortilla, ésa no la como, no como mucha. Como es de 3 a 4 la comida, no más. Si puedo no las como. El pan también es muy malo, el pan y la tortilla. Y uno que otro alimento es malo, porque lleva mucho dulce. Entonces, yo sí debería tomar un café con mucho dulce, no, al contrario, si puedo tomármelo sin dulce…hay azúcar muy especial, no trae ni calorías ni es muy dulce. (Don Eulalio, 91 años)


Don Eulalio controla la diabetes con pastillas, se toma una por la mañana y otra por la tarde. Al mismo tiempo, se checa los niveles del azúcar con regularidad. Con respecto al cuidado y atención de sus hijos Don Eulalio considera que están constantemente al pendiente de él.

Existen también otros casos en los cuales se vive sin la compañía de la esposa, pero además en los que el apoyo de los hijos no está del todo presente, como es el caso de Don Emiliano. Al no contar con apoyo económico por parte de los hijos, Don Emiliano señala que tiene que ver la manera de cómo sacar dinero para el gasto diario. Además, el hecho de que los hijos tengan dificultades económicas le genera un disgusto y una preocupación como padre ya que expresa que le gustaría verlos triunfar, haciendo referencia a los logros laborales y económicos.

Don Emiliano vive solo, su esposa murió hace doce años a causa de diabetes. Expresa que la relación con sus hijos no ha sido del todo buena, ni antes, ni después de la muerte de la madre de sus hijos, sin especificar por qué exactamente.


Don Emiliano habita uno de los cuartos que colinda con la casa de una de sus hermanas, y con la de sus otros dos hijos tienen el patio en común. Al frente está un cuarto que Don Emiliano utiliza como cocina y bodega. En este cuarto que da hacia la calle, es donde él pasa la mayor parte del día sentado vendiendo diversos productos de tipo abarrotes. Para sobrellevar los gastos del día Don Emiliano se ayuda vendiendo diferentes productos, en una mesa que coloca afuera de su casa.

A Don Emiliano le preocupa pensar que un día ya no va poder ir a comprar los productos para surtir su mesa: “va a estar cabrón cuando ya no pueda salir a comprar”, haciendo referencia a encontrarse en un estado de dependencia funcional en el que no pueda salir solo. A pesar de su situación percibe su vida como tranquila, aunque no tiene mucho dinero, tiene para lo básico que es su comida.


Bueno, tranquila… por lo menos tengo de comer, ahí luego está el plato servido, café con leche, en fin. Y teniendo de comer, pues que es a lo que puedes aspirar que no te falte en la vida, que todavía te queda. Que aparentemente se ve que no hay gastos, pero yo tengo que pagar mi luz, que ahorita me dio risa del recibo que me llegó, de cincuenta y tantos pesos, porque siempre son $100, $80, $110. Pero sí hay veces que se le piensa el no llegar a tener para los gastos y estar esperanzados a que me den un taco… Pero ya cuando esté imposibilitado, pues ya no va a haber otra a que me den un taco y cuando tenga ganas de ir al baño, hasta que me vayan a mover al baño. Eso se le piensa y se le pide a dios no llegar a esos extremos, pero ahí lo que dios… o lo demás. (Don Emiliano, 69 años)


Don Emiliano no tiene una estabilidad económica ahora, lo que se traduce en una preocupación que está presente en su vida, en mayor medida que cuando trabajaba. Al mismo tiempo, le inquieta que su estado de salud decaiga, restándole posibilidades de poder realizar sus actividades para conseguir dinero y tener ingresos.

En el caso de Don Emiliano se resalta la compleja relación que tiene con sus hijos y otros familiares, donde los problemas han estado presentes en estas relaciones. A pesar de que una de sus hijas lo tiene asegurado para gastos de salud o consultas médicas, no mantiene una relación cercana con ella, ya que vive fuera de la ciudad. Dos de sus hijos viven al lado de su casa, sin


embargo, la relación con ellos no es del todo buena. Durante toda su vida se ha formado en un ambiente duro, de mucha actividad laboral y de mucho esfuerzo.

En cuanto a cuidados y atenciones en el caso de Don Emiliano se observa que no son constantes por parte de la familia, nietas o hijas. Se encontró que cuando tiene visitas al médico por chequeos de la diabetes, en ocasiones lo acompaña una nieta o una de sus hijas, pero en otras ocasiones tiene que ir solo. En el caso de Don Emiliano se observa que el apoyo de la familia es escaso y ante esta situación busca estrategias dentro del comercio informal que puedan solventar sus días; con la venta de diversos productos es como puede ir saliendo al día. Sin embargo, no deja de preocuparle cómo le va hacer el día que no pueda salir a vender.


Conclusiones

La vejez en los casos analizados, y en un contexto xalapeño, responde a un análisis de diferentes procesos que tienen que ver con las trayectorias laborales y los estilos de vida de estos albañiles, en conjunto con el contexto donde se desarrollan. El análisis de la configuración de la vejez y del envejecimiento, tiene que ver con una perspectiva teórica que observa a los fenómenos como procesos o historicidad, “como posibilidad desde la praxis del sujeto social, lo cual implica la conjugación de estructuras y acciones, de objetividad y subjetividad que se ponen en juego en el movimiento dialéctico de la realidad continua” (Ramos, Argott y Barrueta, 2004: 18). Esta perspectiva nos ayudó a tener una mayor comprensión de sus narrativas de vida y de lo que pudimos observar en su etapa de vejez.

Es importante resaltar que la experiencia del envejecimiento es heterogénea, incluso en un grupo de personas que desempeñaron la misma actividad laboral bajo el mismo contexto estructural. La heterogeneidad radica en las manifestaciones que se derivan de la experiencia individual, las percepciones y las particularidades que hacen o hicieron diferente la vida de cada persona, marcando pautas de diferenciación entre un caso y otro. Las experiencias percibidas por ellos mismos en relación con este proceso variarán según la posición temporal en que se encuentren. En este sentido, el estudio del envejecimiento se vuelve complejo, al mismo tiempo que guarda una estrecha relación con lo que cada uno expresa de su propia experiencia de envejecer.

Al considerar la vejez como una construcción social que se compone por diversos


procesos individuales, sociales y del contexto, es necesario desentramar las posibles experiencias significativas que tienen relación con el envejecimiento de cada persona, pero que también responden a los estilos de vida y a las prácticas cotidianas que pueden tener un resultado en su vejez. Como, por ejemplo: un contexto caracterizado por precariedad laboral, adversidad, condiciones inhóspitas y hostiles de trabajo, riesgo de accidentes, explotación, entre otras, que sin duda tienen una repercusión en la trayectoria hacia las condiciones socio-económicas en las que experimentan su retiro laboral y su envejecimiento.

La lectura de su trayectoria laboral; de sus características sociodemográficas y cómo se presenta el retiro laboral en esta población, tuvieron la finalidad de brindar un mayor entendimiento de lo que experimentan en su propia vejez; de acuerdo a que existen configuraciones previas en relación con las condiciones de la vida laboral y del ámbito familiar, las cuales se consideran altamente significativas en el proceso de envejecimiento y en la experiencia de ser viejo.

Con respecto a las condiciones laborales narradas por los entrevistados, se pudo observar cómo existe una noción naturalizada sobre la eventualidad y la informalidad del oficio. De acuerdo con Zirión (2013) “la cultura laboral propia del mundo de la construcción tiene marcados tintes de informalidad e inestabilidad” (p.218), por lo que es común que no se respeten los derechos de los trabajadores, que ocurran abusos o injusticias. Se estima que los obreros de la construcción son los peor pagados y de los más desprotegidos por los sistemas de trabajadores; también es catalogado como uno de los trabajos con las tasas de accidentes más altos (Connolly, 1988, citado por Zirión, 2013: 218).

Ante la ausencia de prestaciones sociales y económicas los entrevistados generan diferentes respuestas para hacer frente a una situación de dificultad económica en su vejez. En este sentido, se observa fuertemente el tema de la retribución de los hijos para con los padres en cuanto al cuidado y atención. Se observa en los casos de Don Jesús, Don Procopio, Don Eulalio y Don Marino el papel de los hijos como los principales responsables de los padres. En este sentido, la familia representa para estos casos analizados el primer sostén de apoyo ante situaciones difíciles. Se observa que son autosuficientes para la mayoría de las actividades básicas y funcionales; en este sentido el nivel de dependencia está relacionado con el aspecto económico.


El tema de la solidaridad familiar en los casos analizados, es un tema que genera diversas interrogantes, que pone a prueba los valores familiares, así como la responsabilidad filial de los hijos con los padres, ya que se considera que “la familia es una fuente importante de ayuda y apoyo para las personas ancianas pero las expectativas de padres e hijos pueden no coincidir” (Bazo, 2008: 77). En este sentido, resulta difícil conocer cuáles serían las razones de que tales expectativas no coincidan, una pista para poder entender tal dinámica podría ser los lazos forjados entre padres-hijos años atrás.

Las experiencias que tienen mayor relación en la configuración del envejecimiento y la vejez son aquellas que están relacionadas con el proceso del retiro laboral. Se observa que dentro de la albañilería el dejar de trabajar constituye un proceso que es experimentado de manera paulatina, el cual conlleva una etapa de transiciones que tienen relación con aspectos de salud, de reconocimientos individuales, familiares y emocionales. Por lo tanto, podemos decir que existen diferentes experiencias con relación a los motivos y factores por los cuales dejan de ofrecer sus servicios como albañiles.

De acuerdo con el análisis de la información, se observa que para el caso de los entrevistados los albañiles de 60 y 64 años de edad continúan laborando. Los casos analizados forman parte de los 57 de cada 100 hombres de 60 o más, que continúan en el mercado laboral (INEGI, 2005). Es decir, que una significativa proporción de adultos mayores permanecen en actividad económica por diversas razones, ya sea por decisión voluntaria de seguir realizándose como persona o por necesidades económicas, dada la falta de prestaciones sociales o lo reducido de los montos de las jubilaciones y pensiones (INEGI, 2005). Pudimos observar que en el caso de los albañiles el motivo predominante es la necesidad económica, porque aún a los 60 años pueden seguir desempeñando actividades del oficio, pero también permanecen activos debido a la falta de prestaciones sociales y porque no pueden acceder a una jubilación o pensión.

Respecto a la percepción de su vejez, se observa que está fuertemente ligada al desempeño de la actividad laboral. En los casos analizados coinciden en que se reconocen como viejos cuando ya no pueden desempeñar su trabajo; por las diversas experiencias y factores que se han mencionado, están viejos para trabajar y por lo tanto hay un reconocimiento de que han envejecido.


Bibliografía

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Zirión Pérez, Antonio. 2013. La construcción del habitar. Transformación del espacio y cultura albañil en la ciudad de México a principios del siglo XXI. México: UAM– Juan Pablos editor.


Anexo 1


Características generales de los entrevistados



Nombre


Lugar de


Edad


Estado


Número


Edad


Casa

Personas con


nacimiento

actual

civil

de hijos

aprox. de retiro

Propia

las que vive

Emiliano

Xalapa

69

viudo

6

65-69

Solo

Marino

Xalapa

78

viudo

7

74

Solo

Francisco

Xalapa

82

viudo

--

78

Solo

Procopio

Alto Lucero

82

casado

3

76-78

esposa e hijos

Jesús

Naolinco

86

casado

3

77-80

Esposa

Eulalio

Xalapa

91

viudo

7

77

Solo

Fuente: Elaboración propia con base en la información de trabajo de campo.