Juventudes rurales: construcción sociodiscursiva y dilemas identitarios Rural youths: sociodiscursive construction and identity dilemmas

Samuel de Jesús Laparra Méndez1 y Fernando Lara Piña2


Resumen: En este trabajo se presentan los avances de un estudio sobre el discurso social acerca de los jóvenes que habitan en comunidades rurales y sus implicaciones en la construcción de sus identidades. Para el análisis de la producción de las juventudes desde el discurso institucional se realiza un abordaje sociodiscursivo, el cual permite comprender las relaciones entre las prácticas discursivas, en tanto que prácticas sociales que comportan diversos posicionamientos, y las estructuras más amplias del sistema social, que posibilitan la existencia de formaciones discursivas particulares con efectos sobre la construcción de las identidades de las juventudes rurales.


Abstract: In this paper we present the advances of a study about social discourse about young people living in rural communities and their implications in the construction of their identities. For the analysis of the production of youth from the institutional discourse, a sociodiscursive approach is carried out, which allows understanding the relationships between discursive practices, as social practices that involve different positions, and the broader structures of the social system, which they make possible the existence of particular discursive formations with effects on the construction of the identities of the rural youths.


Palabras clave: juventudes rurales; identidades; discurso.


Introducción

La investigación social sobre la juventud en la región sureste de México ha permitido cierto grado de visibilización de los jóvenes; sin embargo, se ha enfocado en aquellos que habitan en zonas urbanas o que pertenecen a grupos indígenas. Esta situación ha generado un abordaje que invisibiliza otras formas de vivir lo juvenil, ya que los jóvenes de territorios no urbanos o sin adscripción a los pueblos originarios se ven subsumidos en una categoría de análisis que no


1 Grado académico: Maestría en Estudios Culturales. Disciplina: lingüística. Institución de adscripción: Universidad Autónoma de Chiapas-Doctorado en Estudios Regionales. Líneas de investigación: juventudes rurales; análisis del discurso; lenguaje y poder. Correo-e: s_laparra83@hotmail.com.

2 Doctor en Lingüística. Universidad Autónoma de Chiapas. Líneas de investigación: análisis del discurso y representaciones sociales. Correo-e: infaciem@hotmail.com.

atiende sus características y contextos. Los jóvenes que habitan en comunidades rurales no indígenas son precisamente esos otros jóvenes, sujetos invisibilizados tanto por las políticas gubernamentales como por la investigación académica.

Con el fin de contribuir a ampliar el campo de investigación sobre las juventudes rurales en el sureste y propiciar un espacio de reflexión sobre cómo son representados los jóvenes en los discursos circulantes, se inició una investigación que tiene como propósito general analizar las dinámicas de producción sociodiscursiva de las juventudes en una región rural de Chiapas y sus implicaciones en las identidades juveniles, a través del análisis del discurso social, para propiciar la visibilización de los jóvenes rurales. Para lograr lo anterior se plantearon dos propósitos específicos: reconocer las formaciones discursivas sobre la juventud que se configuran en los campos institucionales e identificar los posicionamientos de los jóvenes rurales en la construcción de su identidad.

En este trabajo se expone cómo se va concretando el logro de cada uno de estos propósitos, con base en el análisis e interpretación de los discursos recuperados. Los referentes empíricos que sirven de material para estas reflexiones fueron recogidos a través del trabajo de campo en los municipios de Bella Vista, La Grandeza, El Porvenir y Bejucal de Ocampo en el estado de Chiapas. La información fue obtenida a través de la observación de campo directa, conversaciones con pobladores de las comunidades, grupos de discusión con jóvenes y entrevistas con personas seleccionadas en función de su pertenencia y lugar preponderante dentro de alguna de las instituciones: escuela, iglesia, gobierno municipal y familia.

Al tener como foco de atención el discurso social referido a la juventud y sus implicaciones en la construcción identitaria se realiza un abordaje sociodiscursivo. Esta manera de abordar el estudio permite, a partir del análisis lingüísticamente orientado, comprender las relaciones entre las prácticas discursivas, en tanto que prácticas sociales que comportan diversos posicionamientos, y las estructuras más amplias del sistema social, que posibilitan la existencia de formaciones discursivas particulares sobre la juventud en los contextos rurales y que tienen efectos en la construcción de las identidades juveniles.

En la investigación se utiliza el enfoque teórico-metodológico del análisis crítico del discurso, en el cual los discursos son entendidos como prácticas sociales enmarcadas en campos discursivos institucionalizados (Fairclough, 1993). En estos campos discursivos se sitúan las

nociones de juventud e identidad como producciones sociodiscursivas configuradas culturalmente y con efectos en la vida cotidiana de los jóvenes rurales. Por lo anterior, el propósito se alcanza a partir de la recuperación y análisis de los discursos sobre la juventud que producen tanto los actores institucionales como los propios jóvenes y el análisis de las prácticas sociales relacionadas con la producción y vivencia de lo juvenil.


Las juventudes rurales

Aunque se han realizado muchos estudios sobre la juventud no existe todavía un acuerdo sobre este concepto. Algunos autores e instituciones parten de la consideración de esta categoría como un objeto dado; generalmente adoptan la definición establecida en documentos de organismos internacionales, como la Unesco (2017), para quien la juventud es la etapa comprendida entre los 15 y 24 años. Otros autores han sometido el término a profundas reformulaciones, a partir del reconocimiento de su carácter de constructo social, por lo que sus definiciones dependen de muchos factores.

En este trabajo la noción de juventud es ubicada en el campo emergente de la sociología de las juventudes. Este nuevo campo se enriquece con los aportes de la sociología y de la antropología, principalmente. En cada uno de estos campos se entiende que la juventud no debe ser una categoría homogeneizante, sino que debe interpretarse en función de las diferentes dimensiones que la componen y condicionan, ya que está permeada por una multiplicidad de variables tanto biológicas y psicológicas como sociales y culturales. Es decir, aunque puede afirmarse que la juventud corresponde a una etapa biopsicológica de la vida de las personas, es necesario reconocer también que se constituye como una posición socialmente construida que se va reconfigurando según los patrones culturales y las relaciones de poder que se establecen en cada sociedad (Bourdieu, 1990).

Medina, Urteaga y Bonilla (2013) sostienen que la función referencial del término juventud no puede ser determinada por adelantado, sino que debe construirse a partir de contextos relacionales específicos en los que toma significación concreta, mientras hace referencia y conforma entramados múltiples con referentes como los de clase, género, etnia, localización (urbana, rural), migración, política, moda, gustos musicales y otros a través de los cuales la categoría es creada y ella misma es creadora de entramados culturales. Dado lo anterior, y

siguiendo los estudios más recientes en el campo tanto de la sociología como de la antropología, preferimos el uso del término juventudes, por considerar que revela con mayor claridad los múltiples referentes con los que se construyen los jóvenes actuales (Medina, Urteaga y Bonilla, 2013).

Las juventudes rurales, para el caso mexicano y particularmente en Chiapas, han sido poco estudiadas. La mayor parte de los trabajos que se realizan -en lo que se ha denominado «el emergente campo de la sociología de las juventudes»-, se refieren a los jóvenes urbanos y, en algunos casos, a las juventudes indígenas. Este abordaje, en el peor de los casos, subsume en la categoría «juventud» todas las posibles formas de la condición juvenil, sin atender la diversidad de actores, espacios y tiempos en que ésta se desarrolla; en el mejor de los casos, los jóvenes rurales quedan comprendidos en la categoría de «juventud indígena», la cual, si bien permite que adquieran cierta visibilización, los excluye cuando los análisis se basan en aspectos como la lengua, las diferencias en la cosmovisión o los problemas relacionados con el contacto intercultural.

Por otra parte, el ocultamiento de las juventudes rurales ocurre por la construcción social de las comunidades rurales —representadas como atrasadas, premodernas, tradicionales— y por la consideración de estos jóvenes sólo como sujetos en tránsito hacia la urbanización o la adultez. Como efecto de ese ocultamiento no se considera a las juventudes rurales como portadoras de un proyecto de sociedad en sí misma (Pacheco, 2013). En este sentido, se da por hecho que los jóvenes rurales adquirirán reconocimiento sólo cuando hayan sido integrados en el ambiente urbano o cuando sean adultos. Sin embargo, muchos grupos de jóvenes rurales no aspiran a esa integración con el ambiente de la ciudad, por lo que es indispensable potenciar el surgimiento de estos jóvenes como actores sociales para que sus comunidades transiten hacia nuevas relaciones donde las condiciones socioeconómicas y las diferencias generacionales no los mantengan en la marginalidad.

Generalmente, cuando se habla de juventudes rurales se hace referencia a quienes habitan en comunidades con una población menor de 2500 habitantes, con alta dispersión poblacional, con escasa infraestructura y baja conectividad. De acuerdo con otros criterios, son jóvenes rurales quienes permanecen en el campo o quienes se desarrollan en torno a las actividades agropecuarias. Si bien estos criterios ayudan a definir lo que entendemos por juventudes rurales

lo cierto es que los cambios que ha propiciado la globalización han transformado la dinámica tradicional de las comunidades y las poblaciones con las características mencionadas. Esta transformación es la que configura lo que se ha denominado nueva ruralidad, término que enfatiza los cambios en los estilos de vida del campo, la mayor interacción entre las zonas urbanas y las zonas rurales, gracias a la introducción de tecnologías de comunicación y las migraciones, y el descentramiento de las actividades agropecuarias como eje de la vida económica de los pobladores.

La consideración de nuestros participantes como jóvenes rurales, además de tomar en cuenta las cuestiones anteriores, se basa en el entendimiento de la ruralidad como un complejo de relaciones sólidas entre los actores sociales y el espacio que habitan. Estas relaciones se basan en imaginarios tradicionales sobre la interacción entre el ser humano y la naturaleza que, si bien van perdiendo fuerza, aún determinan el enraizamiento de los jóvenes en “la tierra que los vio nacer” y la construcción de sus identidades sociales. La región rural es entendida como un territorio local, donde lo local es conceptualizado como "algo primariamente relacional y contextual […] como una cualidad fenomenológicamente compleja, construida por una serie de relaciones entre un sentido de la inmediatez social” (Appadurai, 2001: 187) y la experimentación del territorio como una configuración geosimbólica a partir de la cual se construye la identidad regional. Si bien lo anterior puede hacer pensar que las juventudes rurales se construyen como una imagen estática, determinada por el fuerte vínculo con el patrimonio natural de sus comunidades, lo cierto es que en las localidades que conforman la región de estudio pueden observarse muchas experiencias identitarias deslocalizadas mediadas tanto por las migraciones como por el incipiente ingreso de las tecnologías de comunicación.

Estas nuevas experiencias implican la desaparición, en cierto grado, de las constricciones materiales y simbólicas para vivir la juventud propiciada por la relación del campo con los centros urbanos cuyos antecedentes se encuentran en la alta ocupación de las mujeres jóvenes en el trabajo doméstico en ciudades como Comitán, San Cristóbal o Tuxtla Gutiérrez. Estas experiencias se han complejizado en las últimas décadas por distintos factores: el aumento en la migración internacional masculina, la expansión educativa y recientemente por el contacto con las tecnologías de comunicación. La mayoría de estas experiencias son de deslocalización estacional (González, 2003) pues implican el regreso a corto o mediano plazo y contribuyen a

transformar las comunidades de origen donde puede observarse ya un imaginario juvenil diferente que pugna por instaurarse a pesar de las constricciones de la generación anterior. Las condiciones anteriores permiten entrever nuevas reconfiguraciones identitarias en los jóvenes de la región rural; sin embargo, la gran mayoría de ellos siguen siendo marginados y omitidos, aquellos a los que la juventud les resulta una condición impuesta y como forma forzada de existencia (Rama, 1986).


Producción sociodiscursiva de las juventudes rurales: formaciones discursivas configuradas en los campos institucionales

En nuestro análisis las formaciones discursivas aparecen como expresiones que engloban una dimensión ontológica, es decir, que crea los objetos y conceptos del discurso, y otra relacional, que establece la modalidad de relación entre el sujeto enunciador o productor de discurso y los objetos y conceptos que se crean en el discurso. Las formaciones discursivas también implican la existencia de modalidades de enunciación y elecciones temáticas, por lo que su expresión implica la utilización de formas adjetivas sufijadas con –ismo o –ista (como en adultocentrismo y culturalista), lo que indica la inclinación de la producción de objetos o conceptos a un macrotema dominante (lo adulto o lo cultural, para continuar el ejemplo).

Cuando hablamos de campos discursivos institucionales hacemos referencia a esos espacios que se conforman a partir de las formaciones discursivas que producen las instituciones sociales (familia, escuela, iglesia, gobierno). En los campos discursivos distintas formaciones discursivas o posicionamientos se encuentran en relación de competencia y se delimitan recíprocamente; se enfrentan para detentar el máximo de legitimidad enunciativa en relación con objetos y conceptos determinados. De acuerdo con Maingueneau (1999), el campo discursivo no es un sistema con una estructura estática ni homogénea. Se caracteriza por mantener un juego de equilibrio inestable, el cual es determinado por la interdiscursividad y por los cambios en la concepción de los objetos y los conceptos que les son fundamentales para definirse. Por otra parte, en un campo, como en cualquier sistema, pueden identificarse posicionamientos dominantes y dominados, centrales y periféricos.

Para identificar las formaciones discursivas sobre la juventud se analizaron los discursos obtenidos a través de las entrevistas a distintos actores institucionales de los cuatro municipios

anotados. Los participantes se han agrupado de acuerdo con la institución social que representan:


Familia (F)

Escuela (E)

Iglesia (I)

Gobierno (G)1

Padres y madres

Profesores de

escuelas de nivel medio superior

Pastores y sacerdotes

Presidentes municipales, regidores y

encargados de las comisiones municipales de atención a la juventud


A continuación se exponen las principales formaciones discursivas identificadas en los discursos producidos en los campos institucionales:


Sociopatologismo

Esta formación discursiva está constituida por la recurrencia de expresiones que conforman el campo semántico salud/enfermedad. Este campo se constituye a partir de la utilización constante de términos relacionados con la enfermedad, la salud, el cuidado, el contagio:


Los temas que maneja la comisión para jóvenes son sobre el alcoholismo, y las drogas principalmente, porque la verdad la comunidad ya no es como antes, que los jóvenes eran sanos y se portaban bien. Ahora todo tiene que ver con que se van al Norte y a Estados Unidos, allá aprenden muchos vicios y luego vienen aquí y echan a perder a los demás jóvenes. (G)

El uso del celular y de internet sí ha causado problemas entre los jóvenes, porque antes eran más sanos, ahora como que todo lo que ven en internet los va contaminando, se van contagiando de los vicios o los malos comportamientos que ven, como la pornografía, porque ahora desde chiquitos tienen comportamientos más sexuales, y el noviazgo por ejemplo ya no es inocente como antes, sino que los hombres ya quieren más cosas que antes sólo se permitían cuando estaban casados, eso es enfermo y perverso. (I)

La verdad pues sí, las cosas van cambiando. Ahora los jóvenes como que son más enfermos, ya se ven casos de homosexualidad, por ejemplo, que antes sólo se escuchaban o se veían en la tele, que pasaban en las ciudades, tal vez por las drogas y todos los vicios que hay allá, pero ahora aquí también se ven, a lo mejor porque muchos se han ido al

Norte, y cuando regresan ya regresan enfermos, con otras ideas que van transmitiendo a los demás. (F)

Pues nosotros como padres tenemos una gran responsabilidad, porque nuestros hijos en tantito se desvían, si los descuidamos tantito ya están en las esquinas tomando trago, fumando, o a veces hasta drogándose tal vez, así que tenemos que mantenerlos alejados de otros, porque entre jóvenes se van contagiando de los vicios y al final no sólo ellos terminan mal, sino también nosotros como padres, porque la gente nos ve mal y dicen que no cuidamos a nuestros hijos, y también la comunidad, porque hay más problemas, inseguridad, porque las muchachas por ejemplo ya no salen de noche porque les da miedo cruzar donde están los jóvenes tomando. (F)


En esta formación discursiva está implícita la idea de la sociedad/comunidad como un organismo vivo, susceptible de contraer enfermedades; es producida con mayor fuerza en las instituciones de gobierno, iglesia y familia. La juventud, en este caso, es producida como el miembro o el órgano del cuerpo social que tiene más propensión a enfermarse o que ya está enfermo, por lo que debe, como con cualquier órgano enfermo, procurársele el cuidado necesario, ya sea para evitar que se enferme o para restablecer su salud. Las personas jóvenes son creadas como portadoras de la enfermedad social, por lo que los conceptos más recurrentes tienen que ver con asuntos médicos. Esta formación discursiva legitima la intervención de las instituciones sobre la corporalidad de los jóvenes: ya que los producen como enfermos, las instituciones tienen todo el deber -moral, social- de curarlos o separarlos (ponerlos en cuarentena) para evitar la contaminación y el contagio.


Psicologismo

Esta formación discursiva está relacionada con la anterior por la recurrencia de la idea de enfermedad; la diferencia estriba en que la primera habla del cuerpo enfermo y esta de la mente incapaz:


Creemos que es necesario hablar con los jóvenes para evitar los problemas típicos de su edad. Como bien se sabe, los jóvenes tienen muchos problemas, no saben cómo pensar las

cosas y actúan sin medir las consecuencias de sus acciones. Dicen: “voy a tener relaciones, y si se embaraza mi novia pues ya veremos. Nos vamos pa’l Norte y ya”. Ellos no saben pensar y debemos orientarlos para que piensen bien las cosas. (I)

Tenemos muchos problemas con nuestros hijos, porque tenemos que pensar por ellos, decirles qué deben hacer, porque si no lo hacemos así se desvían y tienen más problemas y nosotros también tenemos más problemas. Lo bueno es que no es eterna [la juventud] y ya se les va a pasar, cuando aprendan a pensar bien ya estaremos tranquilos, mientras tanto hay que aguantar. (F)

Vienen las mamás y nos dicen que no saben qué hacer con sus hijos, porque los jóvenes ahora son más rebeldes y tienen pensamientos que uno nunca imaginó en sus tiempos. Las mamás a veces no saben cómo lidiar con sus hijos, porque los muchachos sienten que tienen más libertad, que pueden pensar lo que quieren y a veces esos pensamientos no son buenos. Entonces nosotros debemos ayudar, hacer algo para que esos jóvenes sigan por el buen camino y no se dejen dominar por pensamientos que sólo les producen problemas. (I)

Como que nos tocó la etapa más difícil, porque siendo maestros de primaria quizá no hay tanto problema, pero aquí en el Telebach los jóvenes ya son bien difíciles, si no tienes cuidado te salen con unas cosas que uno nunca imagina que puedan hacer. Ahora lo que se ve es que ya están más despiertos, más vivos, y ya no se dejan, pero pues uno como maestro debe saber actuar en ese sentido también, no sólo enseñarles lo que son las materias, sino que aprendan a pensar bien, a orientarlos. (E)


En esta formación discursiva se produce a los jóvenes como incapaces de pensar, como personas con mayor susceptibilidad de desorientarse o ya desorientadas. Se concibe también a la juventud como una etapa problemática de la vida; como el conjunto de personas con pensamientos que no son buenos y que tienen la ilusión de poder pensar lo que quieran. En esta formación la institución religiosa tiene un mayor peso, incluso su legitimidad para intervenir sobre la juventud es reforzada por la familia, quien recurre a ella para poder encauzar o encaminar a quienes consideran se han desviado de lo que las instituciones consideran el modelo de ser joven.

Culturalismo

En esta formación discursiva podemos encontrar expresiones recurrentes que refieren la juventud como una cultura diferente por los signos que exteriorizan. La producción de la juventud se basa en los elementos clásicos que se utilizan para hablar de culturas juveniles: la música, las modas en el vestuario, los tatuajes y las formas de presentación del cuerpo:


Si salimos a las calles de la comunidad podemos mirar fácilmente lo que significa ser joven. En la esquina hay un montón de chavos con pantalones rotos, sus chamarras negras y algunos con aretes. Los que tienen dinero tienen ahí también sus motos, todas adornadas, con un montón de lujitos. Dicen que la juventud es algo del corazón o de la mente, pero si yo me siento joven, o aunque me sienta joven, no me ven como joven porque no me visto como ellos, y si me vistiera como ellos la gente me miraría mal si yo estuviera ahí con los jóvenes, porque yo ya tengo hijos. (F)

La juventud aquí se vive diferente, diferente de como era antes pues, pero parece que ya casi es igual que en la ciudad, porque muchos [jóvenes] se van a la ciudad y vienen con unas modas raras. Aquí por ejemplo nunca se había visto que un hombre usara arete, eso es de mujer, o el cabello largo, que sólo es de mujer pues, pero ahora va uno el lunes a la plaza y un montón de jóvenes con tatuajes, aretes y pelo largo. (F)

Lo que hemos visto es que los jóvenes van cambiando. Antes escuchábamos música bonita, en mi tiempo por ejemplo era la marimba y otros cantantes de música así como del campo, pero ahora me ha tocado escuchar mucho eso del reguetón y otras músicas que me sorprenden porque dicen cosas que no están bien: hablan del narco, de matar, de violar, de tener sexo. Esa es la música de los jóvenes. Vamos a visitar las comunidades y donde antes se escuchaba la radio o la marimba ahora retumban los estéreos con música esa de metal, de rock o rap, y son los jóvenes los que son así. (I)


Estos fragmentos muestran cómo la formación discursiva culturalista se compone de expresiones donde la juventud es producida como una cultura aparte de los otros grupos de edad en las comunidades. Esta formación es una de las más frecuentes en el ámbito de los estudios sobre juventud, donde se habla de tribus juveniles. Las representaciones que se constituyen en

esta formación se basan en los signos que componen la vestimenta, los gustos musicales, los tatuajes y otras formas de producción de la corporalidad. Todos estos signos son vistos como propios de una cultura distinta, como modas raras, que no encajan con la idea de juventud que tienen las personas de la generación anterior.


Naturalismo

Esta formación discursiva mantiene implícita la idea de la inmutabilidad de la condición juvenil porque se la considera una etapa natural caracterizada por la inseguridad, la falta de capacidad, la propensión a hacer mal todo, por la mayor tendencia al desvío. En tal sentido, la juventud es producida con fundamento en principios biológicos, como algo dado de forma natural que es, por tanto, universal. Cuando las personas jóvenes son puestas en discurso son juzgadas por no ajustarse a la norma natural, a lo que deberían ser de acuerdo con las expectativas de los adultos:


Pues el municipio sí se preocupa por los jóvenes, y hacemos todo lo posible para que se mantengan sanos, así que damos pláticas sobre sexualidad, para evitar adicciones, porque pues los jóvenes son así de por sí, están propensos a caer en las drogas, y si queremos que nuestra comunidad esté bien pues debemos cuidar a nuestros jóvenes. (G)

Pues nosotros como padres tenemos una gran responsabilidad, porque nuestros hijos en tantito se desvían, si los descuidamos tantito ya están en las esquinas tomando trago, fumando, o a veces hasta drogándose tal vez, así que tenemos que mantenerlos alejados de otros. (F)

Creemos que es necesario hablar con los jóvenes para evitar los problemas típicos de su edad. Como bien se sabe, los jóvenes tienen muchos problemas, no saben cómo pensar las cosas y actúan sin medir las consecuencias de sus acciones. Dicen: “voy a tener relaciones, y si se embaraza mi novia pues ya veremos. Nos vamos pa’l Norte y ya”. Ellos no saben pensar y debemos orientarlos para que piensen bien las cosas. (I)

Lo bueno es que no es eterna [la juventud] y ya se les va a pasar, cuando aprendan a pensar bien ya estaremos tranquilos, mientras tanto hay que aguantar. (F)

Como que nos tocó la etapa más difícil, porque siendo maestros de primaria quizá no hay tanto problema, pero aquí en el Telebach los jóvenes ya son bien difíciles. (E)

El uso del celular y de internet sí ha causado problemas entre los jóvenes, porque antes eran más sanos, […] ahora desde chiquitos tienen comportamientos más sexuales, y el noviazgo por ejemplo ya no es inocente como antes, sino que los hombres ya quieren más cosas que antes sólo se permitían cuando estaban casados, eso es enfermo y perverso. (I)


Otro rasgo característico de esta formación es que los enunciados que la conforman establecen, la mayor parte de las veces, una distinción entre antes y ahora. En esta diferenciación la juventud actual es producida como más enferma, más rebelde. Las expresiones construidas con el adverbio comparativo señalan que la juventud es, de por sí -es decir, por naturaleza- enferma y rebelde, pero que en la época actual lo es más. Los rasgos naturales que se le atribuyen a los jóvenes son: propensión a enfermar; propensión al desvío; tienen problemas típicos; son incapaces de pensar; son bien difíciles. En esta formación desaparece el carácter de constructo social de la condición juvenil, pues se da por sentado que los jóvenes piensan, actúan y viven como lo hacen porque así debe ser, según su condición natural, y que su carácter de joven, con todos los problemas que implica, desaparecerá al pasar a la etapa adulta.


Sociologismo

La idea que subyace en esta formación es que los jóvenes son víctimas del sistema social en que se desenvuelven y del contacto con lo externo a través de la televisión, la internet y las migraciones. Los jóvenes son representados como objetos, como productos de las condiciones coyunturales y de ese modo se trata de justificar sus acciones.


Ahora todo tiene que ver con que se van al Norte y a Estados Unidos, allá aprenden muchos vicios y luego vienen aquí y echan a perder a los demás jóvenes. (G)

El uso del celular y de internet sí ha causado problemas entre los jóvenes, porque antes eran más sanos, ahora como que todo lo que ven en internet los va contaminando, se van contagiando de los vicios o los malos comportamientos que ven. (I)

Ya se ven casos de homosexualidad, por ejemplo, que antes sólo se escuchaban o se veían en la tele, que pasaban en las ciudades, tal vez por las drogas y todos los vicios que hay allá, pero ahora aquí también se ven, a lo mejor porque muchos se han ido al Norte. (F)

Es buena la tecnología, no vamos a decir que no, pero también debemos ver sus efectos en nuestros jóvenes. Antes te encontrabas con un joven en la calle y se agachaba y te saludaba. Ahora vas por la calle y ves al joven que se agacha pero para ver su celular y ya no te saluda. Entonces todas esas cosas, que si el teléfono, que si el internet, que si el cable, sí van perjudicando a nuestros muchachos, porque ellos son así pues, que se dejan llevar por todo lo que ven y se envician muy rápido con las cosas que les llaman su atención. (G)

Pues la culpa es de todo lo que viene de afuera, porque aquí no hay mucho que ver ni mucho que hacer, pero lo que ven en la tele y esa música que traen los que van a la ciudad sí les perjudica. Empiezan a querer ser como lo que ven y cambian su forma de hablar, de vestir y de comportarse. (F)

Sí es triste ver cómo nuestros jóvenes se van echando a perder, pero es que las cosas ya no son como antes. Antes había terrenos para todos los hijos y cada uno hacía su trabajo y se mantenía; ahora un pedacito de terreno, cuando hay, ya no da para nada, las siembras ya no dan para nada, entonces es lógico que pasen esas cosas pues, si aquí no tenemos nada que darles ellos se lo van buscando, a veces con robar o hacer cosas malas. (F)


En esta formación los fenómenos sociales son representados como algo más allá de la capacidad humana, como algo que está sobre los jóvenes; estos no pueden modificar nada pues se encuentran bajo el peso de las constricciones socioculturales y económicas: los medios los moldean a distancia y las migraciones los ponen en contacto con lo contaminado. Las expresiones que conforman esta formación producen una persona joven sin capacidad de agencia, es decir, como un sujeto cuya posibilidad de acción está anulada de antemano por su propensión a dejarse llevar por todo lo que ve y por la transformación de los modos de vida en las comunidades rurales, los cuales determinan sus acciones.

Si bien en esta última formación discursiva es más clara la producción de las juventudes rurales como incapaces de acción, por tanto necesitadas de apoyo, de orientación y cuidado para evitar su desvío, lo cierto es que todas las formaciones presentadas funcionan como discursos cerrados. Las personas jóvenes son producidas desde un discurso naturalista, atemporal y universal; un discurso adultocéntrico que produce las imágenes del otro desde una temporalidad

estática, por lo que todo lo que constituye una diferencia con respecto a ese discurso es juzgado transgresivo, violento o rebelde. La predominancia de este discurso constituye un obstáculo para el conocimiento del otro: al no poder distinguir la diferencia y el potencial de diálogo en los jóvenes cualquier pensamiento o comportamiento diferente es tratado como no existente.

En resumen, todas las formaciones discursivas, y las imágenes que les subyacen, constituyen miradas estigmatizadoras de la juventud. Tanto la representación negativa de lo que son como la representación romántica de lo que deberían ser son posturas que niegan el reconocimiento o invisibilizan el potencial existente en las personas jóvenes. La negación del potencial de las juventudes es la base para las prácticas de intervención adultocéntricas que se implementan desde todas las instituciones. Los discursos, construidos con la misma estrategia, resultan eficaces porque se retroalimentan en contra de la voz de aquellas juventudes que empiezan a configurarse como subversivas.


Posicionamientos de los jóvenes rurales en la construcción de su identidad

El concepto de posicionamiento es utilizado en el análisis de los discursos para poder identificar las identidades que se producen en ellos. A partir de presupuestos obtenidos de la sociología, la antropología y la psicología discursiva sostenemos que las identidades no se producen en un espacio vacío, sino en la estructura de relaciones objetivas entre posiciones en los diferentes campos sociales. Esta estructura determina las formas que pueden revestir las interacciones simbólicas entre agentes y la representación que estos pueden tener de la misma. Se puede decir, desde esta perspectiva, que la identidad “no es más que la representación que tienen los agentes de su posición en el espacio social y de su relación con otros agentes que ocupan la misma posición o posiciones diferenciadas en el mismo espacio” (Giménez, 2009, p. 47).

La dimensión discursiva y el carácter relacional e intersubjetivo de la identidad son aspectos fundamentales para el desarrollo de la investigación, ya que permiten articular el problema de la construcción identitaria, implícita toda referencia conceptual y contextual, con la consideración del discurso como práctica social. Así mismo, estos aspectos permiten entender la relevancia de atender los modos en que se posicionan los sujetos en el discurso y la conformación de las formaciones discursivas para comprender, finalmente, cómo construyen sus identidades los jóvenes rurales en relación con las instancias de socialización que constituyen campos

discursivos particulares.

El análisis de los posicionamientos implica hacer la distinción entre asumir una posición y posicionarse. Lo primero hace referencia a la determinación sociocultural del sujeto, a su contingencia, al lugar que se le asigna en la cadena significante producida por otros enunciadores y que él asume como su deber ser; lo segundo se refiere al despliegue de sus recursos y a la constitución de su posición como agente (que tiene capacidad de obrar y que, de hecho, lo hace, en diferenciación o, incluso, oposición al discurso que lo nombra) o como actor (que siendo él mismo representa un papel) en un discurso que, aunque producido por él mismo, es interdiscursivo (que adquiere sentido por su referencia/relación con otros discursos).

Para identificar cómo las personas jóvenes se posicionan (qué posiciones de sujeto asumen y promueven) en su discurso, se analizó la información obtenida a través de los grupos de discusión. Los resultados preliminares se exponen del siguiente modo: primero las posiciones impuestas/asumidas y después las posiciones promovidas en diferenciación u oposición a las primeras.


  1. Posiciones impuestas/asumidas

    1. Ser inseguro

      Este posicionamiento se evidencia con expresiones que construyen un sujeto incapaz de actuar por voluntad propia, con la necesidad constante de la intervención de los adultos, ya sean los padres, los maestros o cualquier otra persona mayor, para ayudarles a tomar las mejores decisiones.


      Debemos ser agradecidos con nuestros padres porque ellos nos enseñan el camino, y como nosotros generalmente no sabemos por dónde ir, o cuál es el mejor camino que debemos seguir, pues ahí está la familia, que nos ayudan a tomar las mejores decisiones. (Juan)

      La importancia de la familia radica en que nos ayudan, porque uno no sabe qué hacer. Si tomas este camino puede ser que no sea el mejor, en cambio la familia nos lleva por donde siempre es mejor. (Andrés)

      Pues es que uno como joven no tiene experiencia, entonces siempre depende de los adultos, que ellos ya saben pensar, entonces cuando debemos tomar decisiones debemos consultar con ellos, porque sólo así tomaremos mejores decisiones. (Matilde)


    2. Ser incompleto

      Al posicionarse de este modo el sujeto joven se representa como un ser carente, incompleto, sin todo lo necesario para actuar. El reconocimiento de la falta en el propio ser, que se traduce como falta de capacidad, falta de buen pensamiento y falta de potencial para la acción independiente, se realiza en comparación con ese otro ser, el ser completo, integral, totalmente capaz, que es el ser adulto.


      La verdad es difícil ser joven, porque a uno le faltan muchas cosas, principalmente experiencia, pero también conocimientos, o poder saber lo bueno y lo malo, y por eso es que a veces nos perdemos o nos desviamos del buen camino, porque pensamos que podemos solos cuando realmente no tenemos todo lo necesario para salir adelante. (Ana) Pues sí, aunque uno diga que no sí es importante contar con el apoyo de los adultos, porque uno todavía necesita muchas cosas, no podemos decir que tenemos la suficiente capacidad para actuar solos, sino que debemos tener ayuda. (Aurelia)

      Y a veces nos creemos grandes, como si fuéramos adultos, y actuamos como si ya tuviéramos un buen pensamiento, pero en realidad nos falta mucho para poder ser como adultos, y entonces debemos entender que necesitamos de ellos, que actuando solos no podemos llegar a ningún lado. (Venustiano)


    3. Ser desviado/desorientado

      Este posicionamiento parte de la metaforización de la vida como un camino y la adultez como una estación de llegada. En este sentido, el joven es posicionado como un ser (o con potencial de ser) desviado o desorientado, por lo que necesita la guía y la orientación de los adultos para no salirse del camino marcado para llegar con bien a la estación deseada.

      En la iglesia, en la familia… principalmente en la familia es donde encontramos orientación, porque uno como joven piensa que va por el buen camino pero la verdad es que no siempre es así. (Jorge)

      Mi papá sí asume su papel muy riguroso, pero él dice que es para guiarme bien, porque si es demasiado bueno entonces me iré por el mal camino y eso no le gustaría. Entonces aunque sea duro tenemos que aguantar la disciplina de la casa, sólo así nos mantenemos dentro del camino para llegar bien a ser adultos. (Andrés)

      Sí, como dicen los compañeros, sí puede haber diferencia entre el hombre y la mujer, porque la mujer es más de casa y el hombre más de calle, pero al final los dos somos jóvenes y al final necesitamos la guía y la orientación de nuestros padres o de cualquier otra persona que nos quiera llevar por el camino del bien, como el padre o los hermanos con más experiencia de la iglesia. (Juan)


    4. Ser rebelde

      En este posicionamiento se asume el carácter natural atribuido al joven como ser rebelde. La rebeldía es configurada como un conjunto de acciones que, al efectuarse, contravienen las disposiciones establecidas por los adultos.


      A veces sí nos pasamos, y aunque digamos “no, no voy a defraudar a mis padres, a mis maestros o a otras personas que nos quieren” pero saber qué pasará, que cuando venimos a sentir ya hicimos algo malo, nos portamos mal, contestamos feo o hacemos rebeldía pues, pero también los padres deberían entender que así somos. (Venustiano)

      Tiene razón la compañera, la verdad sí somos rebeldes, los hombres un poquito más, porque somos hombres pero también ellas, que no van a lavar la ropa de los hermanos o hacer el quehacer, eso también es rebeldía, no sólo de nosotros los hombres cuando nos vestimos así fachosos o nos hacemos un tatuaje o que nos echamos un cigarrito o unas chelas. Eso sí es rebeldía pero también lo que hacen las mujeres, aunque parezca que no. (Santiago)

      Y a veces uno por joder lo hace: que si te dicen que no hagas esto o tal otra cosa ahí vamos y lo hacemos. Entonces dice uno: “si dicen que soy rebelde pues rebelde me voy a

      portar”, porque luego nomás de gratis lo regañan a uno, porque llega tarde, porque lo ven con alguno que fuma o que saben que toma, y aunque uno haya estado platicando con los cuates, sin tomar ni fumar nada, pero llegando a la casa va la regañada, de gratis, entonces mejor lo hacemos, hacemos lo malo que dicen que no hagamos y ahí sí tiene razón su puteada. (Marcelino)


      En el último caso vemos cómo el joven intenta rechazar el posicionamiento que se le asigna, sin embargo, al ver que su individualidad no es reconocida en tanto que al ser joven es ya rebelde, entonces acepta el posicionamiento; termina actuando de acuerdo con la identidad que se le posiciona, aun cuando su discurso evidencia su inconformidad.


    5. Ser sin tiempo

      Este posicionamiento se basa en el lugar que ocupa la persona joven en una línea evolutiva o del desarrollo. Este lugar es producido como no existente: el joven es definido por lo que ya no es y por lo que puede ser, por tanto no se reconoce su existencia como ser del presente.


      Ahorita dicen que no nos preocupemos por nada, que ya llegará nuestro tiempo, cuando seamos adultos, y ya sabiendo pensar, pues debemos preocuparnos, que si por la familia, que si nos queremos casar o no, y básicamente que sigamos con el estudio. Y pues así debe ser, para qué preocuparnos si las cosas no han llegado. (Margarita)

      Pues es que aunque uno quisiera, pero la verdad es que no nos dejan participar, nos dicen que cuando crezcamos, cuando tengamos bigote ya podemos hablar, pero que mientras tanto debemos hacer lo que ellos digan. Entonces eso hacemos, que si la escuela pues sólo la escuela, somos estudiantes nomás y cuando seamos grandes ya seremos otra cosa y podremos participar en la comunidad. (Alberto)

      Creo que nuestro tiempo va a llegar, cuando seamos adultos y podamos tener lo que ahorita no tenemos. Mientras tanto hay que cuidarse, vivir la juventud de la mejor manera, hacer caso a nuestros padres, ir bien en la escuela, no desviarse por querer otras cosas, si no que mantenernos en el buen camino, y cuando llegue el momento de ser grande, ya con una profesión o un trabajo, pues diremos que ya nos realizamos. (Eduardo)


      Como podemos observar, todos estos posicionamientos se fundan en una concepción generalizante de la condición juvenil, la cual se expresa con la recurrencia del pronombre nosotros y la conjugación de los verbos en alusión a acciones colectivas:

      1. Debemos ser agradecidos

      2. nosotros generalmente no sabemos por dónde ir

      3. cuando debemos tomar decisiones debemos consultar con ellos

      4. pensamos que podemos solos cuando realmente no tenemos todo lo necesario

      5. no podemos decir que tenemos la suficiente capacidad para actuar solos

      6. actuando solos no podemos llegar a ningún lado.

        Esto nos permite entender que los discursos individuales, aun producidos por los mismos jóvenes, acusan la existencia de un sujeto que ha incorporado el repertorio conceptual que circula en los discursos institucionales, reproduciendo así el saber adultocéntrico que produce a la juventud como inferior, necesitada, incapaz, desorientada, etcétera. Así mismo, el discurso juvenil que configura las posiciones descritas incorpora la ubicación en las estructuras de relaciones que rigen la vida cotidiana en las comunidades rurales, por lo que no son puro discurso, sino que están ancladas en las prácticas cotidianas.

        De este primer acercamiento a los posicionamientos de los jóvenes podemos desprender algunas afirmaciones. A): una vez que los jóvenes hacen propia una posición particular, perciben el mundo desde el punto de vista de esa posición, por lo que su discurso está determinado y posibilitado por las imágenes, metáforas, argumentos y conceptos que son relevantes dentro de una formación discursiva particular; es decir, las identidades de los jóvenes pueden expresarse y entenderse a través de las categorías disponibles para ellos en los discursos circulantes. B): las identidades están más fuertemente enraizadas en las acciones que en las categorías o significados que los jóvenes manejan sobre sí mismos; es decir, las identidades emergen en la práctica, por lo que no podemos afirmar la existencia de los posicionamientos de identidad basándonos únicamente en lo que los participantes expresan, sino que además hay que tomar en cuenta el conjunto de prácticas en los que participan.


  2. Posiciones promovidas

    1. Ser independiente

      Este posicionamiento se marca por la instauración del yo como propietario del discurso. A diferencia de los posicionamientos anteriores, en los cuales el sujeto se difumina en una entidad colectiva, en este el yo no sólo es enunciado como sujeto gramatical, sino como un yo existente a partir de cuya biografía se subvierte el discurso dominante.


      Talvez sí hay razón en lo que dice el compañero, pero yo no lo veo tanto así, que siempre necesitemos de los padres o cualquier otro adulto. Yo por ejemplo he tratado de tomar mis propias decisiones, talvez no son las mejores pero yo lo he hecho solo, y si me llego a equivocar es mi error y yo veré cómo lo pago. (Pablo)

      He tenido problemas con mis papás, con algunos hermanos de la iglesia, porque yo me he dado a conocer, no quiero estar siempre como chamaquita, siempre dependiendo de mis padres. Creo que si todo el tiempo estamos dependiendo de lo que otros dicen no podemos madurar. (Ani)

      Bueno, eso de que todo lo debemos consultar o que en todo debemos hacer lo que los grandes dicen no lo veo bien. Nosotros también podemos pensar. Si dejamos que otros piensen por nosotros nunca creceremos. (Ernesto)


    2. Ser diferente

Otra marca de subversión del discurso dominante consiste en establecer la diferencia del sujeto entre lo que una formación discursiva constituye como real, reconocido y natural, y lo que el propio sujeto construye como su realidad. Otro rasgo de este posicionamiento es que rompe con la imagen de la juventud como entidad estática al responder a los cambios socioculturales que las comunidades empiezan a experimentar con la introducción de tecnologías de comunicación y el aumento en la tasa de migración.


Lo que se ve pues aquí es que quieren que uno sea como todos. Primero, como ellos fueron, que besaban las manos de sus papás al saludar o que no salían a la calle, y que para todo pedían permiso. Ahora es diferente, y nosotros también debemos ser diferentes. (Nicolás)

Cuando uno quiere vivir su juventud aquí en el campo lo ve difícil, porque hay mucha gente juzgona, muchos que nomás se fijan en lo que dices, en cómo hablas, cómo te vistes, si te pintas, si es escuchas otra música, pero la verdad es que somos diferentes, cada quien su gusto, y si yo no les hago daño al ser como soy, pues no me deberían juzgar. (Aurora)


La característica de estos posicionamientos es que constituyen desajustes en los discursos dominantes. Los signos diferentes tratan de ser marginados, aislados, para que no se reproduzcan y contagien o contaminen al cuerpo social que se considera sano mientras siga la tradición. Sin embargo, el empuje cada vez más fuerte de las nuevas identidades empieza a minar las bases del adultocentrismo como el único saber autorizado para regir, regular y producir las subjetividades en el ámbito rural.


Reflexiones finales

Consideramos que el análisis del discurso social puede ayudar a identificar la dinámica de producción sociodiscursiva de las juventudes rurales y sus efectos en las identidades juveniles, lo que implica reaccionar contra los discursos que pretenden instaurarse como regímenes de verdad o formas de normalización de las juventudes. Esto conlleva también, por un lado, la necesidad de desprendernos de los resabios de un adultocentrismo que explica las relaciones intergeneracionales a partir de la lógica superioridad/inferioridad y asume el papel de representador de lo que él mismo produce como incapaz de representarse; por otro, la capacidad de establecer las vías de diálogo con las prácticas y discursos juveniles a partir del reconocimiento de su papel como portadores de una voz, una identidad y una existencia presentes. La lectura crítica de los discursos institucionales es necesaria para reemplazar la mirada que homogeneiza a las juventudes rurales por una experiencia que descubra esas otras narraciones que empiezan a visibilizarse como portadoras de saberes y sensibilidades diferentes.

El análisis crítico del adultocentrismo como régimen de verdad, con efectos indeseables en las identidades juveniles rurales, permite entrever los resquicios por los que las lógicas de dominación pueden socavarse. Y aunque la invisibilización de las juventudes rurales sigue existiendo, puede vislumbrarse lo que Gurrieri, Torres-Rivas, González y De la Vega (1971: 29)

auguraban: “Es probable que los próximos años posibiliten la aparición de una juventud rural con perfiles propios cuyo rasgo fundamental no sea oponerse a su propio mundo adulto sino intente ser, por el contrario, la avanzada de su liberación”.

El análisis del discurso de los jóvenes evidencia posiciones de resistencia y de oposición a los efectos del poder vinculado con el saber que se concentra en la lógica adultocéntrica. Del mismo modo se oponen a lo que Foucault denomina las representaciones mistificadoras impuestas a la gente. Por otra parte, la lucha simbólica que se libra en el plano del discurso se mueve en torno de la cuestión ¿quiénes dicen que somos y quiénes decimos que somos? Con esto se evidencia el rechazo a las abstracciones que configuran el adultocentrismo, a la violencia ideológica que ignora quiénes son los jóvenes rurales y a esa invisibilización de su existencia como seres del presente.


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Notas


1 Las letras entre paréntesis se usarán como claves para indicar la fuente de enunciación cada vez que se reproduzca la voz de los participantes en ejemplos transcritos.