Construcción social del espacio urbano. La Ciudad de México explorada de noche por jóvenes aficionados al patinaje


Social construction of urban space. The Mexico City explored at night by young rollers skate


Miriam Karina Suárez Sánchez1


Resumen: Este texto presenta los avances de investigación, la cual se propone analizar la construcción social del espacio urbano, a través de prácticas de exploración nocturna realizadas por jóvenes aficionados al patinaje urbano en la Ciudad de México; así, bajo el paraguas teórico-metodológico que la Sociología fenomenológica y la Geografía Humanista en boga ofrecen, se estudia la invención constante de los itinerarios de exploración, conocidos como Rolleadas Nocturnas, el significado que los jóvenes le atribuyen a sus experiencias en la ciudad recorrida y la experiencia corporal exacerbada en la exterioridad de la ciudad.


Abstract: This text is about the advances of a research about the study of the social construction of the urban space, through night exploration of the city. So, whit a of the theoretical perspective and methodological of the Phenomenological Sociology and Humanist Geography it is studied the constant invention to the itineraries of night exploration (rolleadas nocturnas), the purpose that young people attribute to them experiences and finally the corporal experience exacerbated in the exteriority of the city.


Palabras clave: construcción social del espacio urbano; exploración nocturna; jóvenes


Introducción.

El ajetreo urbano en la Ciudad de México es evidente. Transitadas las horas del día aparentemente disminuye la actividad urbana. Al llegar la noche la mayoría de las personas regresan a sus casas a descansar o a realizar otro tipo de actividades que no compete al espacio público; sin embargo, algo peculiar ocurre ciertos días de la semana: jóvenes aficionados al patinaje urbano salen en grupo a explorar la ciudad recorrida en un tiempo que parece ser tiempo muerto para muchos: la


1Tesista de Licenciatura en Sociología y Asistente de investigación en la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Iztapalapa, líneas de investigación: vida cotidiana y subjetividades espaciales, estudios urbano-culturales, correo: miriamsuarezsanchez@hotmail.com

noche. Así, mientras son horas de inactividad para la mayoría, para estos jóvenes la noche es el momento adecuado en el que pueden apropiarse de la ciudad y construir socialmente ese espacio y tiempo nocturno a través de prácticas de exploración mejor conocidas como Rolleadas nocturnas. Las Rolleadas nocturnas son prácticas recreativas que muy recientemente realizan diferentes grupos de jóvenes en la Ciudad de México; sin embargo, la presente investigación se centra en el grupo llamado Rollers en México. Este grupo se reúne en una parte central de la ciudad para iniciar la exploración de la ciudad recorrida. El destino siempre es distinto, por lo que hay una invención constante de los itinerarios de exploración nocturna. En cada rolleada los jóvenes ponen a prueba su corporeidad en el espacio urbano, aplicando destrezas con patines que se van aprendiendo en cada ruta, pero, no sólo la corporeidad se pone en juego, los jóvenes van aprehendiendo la exterioridad de la ciudad nocturna. Por lo que la investigación tiene como objetivo analizar la construcción social del espacio urbano a partir de la exploración nocturna que realizan estos jóvenes aficionados al patinaje urbano en la ciudad, para ello se estudiará: 1) la invención constante de los itinerarios de exploración nocturna; 2) el significado que los jóvenes le atribuyen a sus experiencias y 3) La experiencia corporal exacerbada de la exterioridad de la

ciudad.

En décadas recientes los estudios juveniles han cobrado una mayor importancia en las agendas de investigación, podemos ver desde la perspectiva de la cultura de la noche juvenil que estos estudios se han centrado en el consumo y en las interioridades, es decir, lugares como bares, antros, clubes nocturnos, etc. Por lo tanto, se puede decir que el estudio que a continuación se presenta tiene un carácter exploratorio. Desde este punto se presenta la perspectiva de la exterioridad de la ciudad recorrida y explorada de noche por jóvenes. Se retoman aportes teóricos tanto de la Sociología como de la Geografía Humana. Ambas disciplinas desentrañan cuestiones que tienen que ver con aspectos de la vida cotidiana del sujeto social. Por un lado, la sociología ha brindado aportes interesantes a los estudios sobre jóvenes y sobre la cultura de la noche y; con los aportes de la Geografía Humana, que nos deja bien claro que el objeto de estudio debe construirse a partir de una relación indisociable entre el sujeto-cuerpo y espacio (Lindón, 2009).

En este mismo eje, la pertinencia de la metodología cualitativa en este estudio se establece en favor de la rápida evolución de los estudios juveniles en cuanto a las teorías que intentan representarlos por el hecho de que las culturas juveniles son sumamente cambiantes al igual que el

contexto en el que se desarrollan (Reguillo, 2003: 103). Por ello, a continuación, se enunciarán algunos fundamentos teórico-conceptuales para abordar la construcción social del espacio urbano a través de la exploración nocturna de la ciudad de México realizada por jóvenes aficionados al patinaje urbano; de igual manera una introducción a la metodología empleada en la investigación


Construcción socioespacial de la ciudad: prácticas espaciales y narrativas de vida espaciales En décadas recientes, las ciencias sociales han tenido una transición en la forma de estudiar los fenómenos urbanos desde su dimensión cultural; esta transición ha permitido, por una parte, reconocer la importancia que tienen las cuestiones simbólicas, sin soslayar la dimensión material y; por otra, la importancia del sujeto/actor social en los estudios sociales (Lindón, 2009, 2011).

A pesar que esta transición ha generado un gran avance y ha tenido un gran peso en los estudios urbano culturales, todavía se le suele estudiar al sujeto de forma disociada de la dimensión espacial; lo mismo ocurre con el sujeto y su corporeidad, son pocos y muy recientes los estudios que abarcar estos tres elementos claves para comprender la complejidad de la vida urbana: sujeto, cuerpo y espacio (Lindón, 2011, 2009).

La perspectiva teórico-metodológica que la Sociología fenomenológica y de la Geografía Humanista en boga ofrecen, sin duda resultan pertinentes para analizar la complejidad de la vida urbana, lo que implica, por tanto, estudiar al sujeto-cuerpo de forma indisociable de la dimensión espacial (Lindón, 2009:11), esta cuestión se halla en que el mismo “cuerpo posee la doble característica de ser un espacio en sí mismo, al tiempo que ocupa y se mueve en el espacio” (Aguilar, Miguel y Paula Soto, 2013: 7).

Bajo estas premisas se puede decir que el sujeto construye el espacio urbano a través de las prácticas cotidianas que en él realiza, pues el sujeto experimenta el espacio urbano a través de su corporeidad; la corporeidad del sujeto, desde su dimensión física y emotiva, y el espacio, desde su dimensión material, social y simbólica (Aguilar y Soto, 2013 en reseña: Guénola Capron, 2014:159).

En el caso de los jóvenes aficionados al patinaje que exploran la ciudad desde su exterioridad, ponen a prueba su corporeidad en el espacio urbano en cada itinerario de las rolleadas, aplicando las destrezas que se van aprendiendo en cada una de sus experiencias adquiridas en cada ruta por la que pasan (experiencias en espacios circulatorios como las calles, avenidas, aceras y

todo lo que conlleva la exterioridad de la ciudad en su constante devenir).

Autores como Lindón (2009, 10-11) hablan del “sujeto habitante y su espacialidad con toda la corporeidad y emocionalidad que lleva consigo” y de forma teórica las recupera para pensar la ciudad y “la vida urbana que se despliega y se recrea constantemente en ella”. Este planteamiento recupera las prácticas espacializadas a través de la corporeidad del sujeto, así el sujeto habitante como la autora lo llama, “modela los lugares y al mismo tiempo, deja en [él] la marca de los lugares que [habita]”.

Se considera que en el devenir urbano, el sujeto aprehende de forma parcial la ciudad al ir hilando de manera simbólica fragmentos de ella (Lindón, 2009:12; 2017:117-118) revocaría a pensar en el habitar y las redes topológicas que dan sentido (Lindón, 2014); considerando que: “El habitar es una de las experiencias primigenias de todo sujeto, pero al mismo tiempo ocurre en cada instante, en el flujo de la vida cotidiana”(Lindón, 2014:56) y; las redes topológicas como las tramas que “constituyen el conjunto de los lugares que cada individuo ha podido frecuentar y dibujan los contornos de su mundo” (Lindón, 2017:119).

Si se traslada esta idea para estudiar la construcción socioespacial de la ciudad desde la experiencia en espacios abiertos y circulatorios: desde la exterioridad, donde los jóvenes – desde ahora jóvenes rollers– aprehenden fragmentos de ciudad por medio de las redes topológicas por las que “circulan afectividades, sentidos, significados e imaginarios urbanos” (Lindón, 2009:12), es decir, se pone en juego desde la construcción subjetiva hasta la propia corporeidad y emocionalidad del joven roller, quien reúne saberes (sedimenta experiencias) e imprime éstos (aplica recetas) en sus prácticas espacializadas (Ritzer, 1993).

Ahora bien, las experiencias subjetivas que vienen dadas de las vivencias espaciales de cada sujeto se pueden estudiar desde un enfoque fenomenológico (Berger y Luckmann, 2003). Este mundo de lo subjetivo es poco valorado por constituirse intangible; sin embargo, el avance de estudios culturales ha permitido explotar las cualidades de los enfoques fenomenológicos, a tal grado de integrar cuestiones como las narrativas biográficas y resaltar las representaciones subjetivas en la construcción social del espacio urbano.

Berger y Luckmann (2003:89-90) ya hablaban de cómo el lenguaje es el medio por excelencia de objetivar las experiencias subjetivas: “El lenguaje objetiva las experiencias compartidas y las hace accesibles a todos los que pertenecen a la misma comunidad lingüística,

con lo que se convierte en base e instrumento del acopio colectivo de conocimiento”. Así, cuando los sujetos, en este caso los jóvenes rollers exponen sus vivencias o experiencias a otros jóvenes, desde el sentido que ellos le otorgan, constituye una forma de construir socialmente el espacio urbano.

Los estudios contemporáneos que enfatizan los aspectos biográficos y narrativos (Lindón, 2011 y 2015): como formas de exteriorizar las experiencias subjetivas han transformado el semblante del estudio de la dimensión urbana desde su inmaterialidad, pero sin eludir su materialidad (Lindón, 2011:14). Así, por ejemplo, las biografías de los sujetos tienen contenida la experiencia subjetiva de la realidad que se le presenta sin olvidar la dimensión espacial y temporal en la que se construye cada fragmento biográfico.

Sobre esta misma línea de reflexión, la narrativa biográfica ha ganado un gran prestigio en los estudios sociales de corte fenomenológico pues no solo aproximan a la realidad de los sujetos, sino que su carácter holístico “se expresa en la fusión particular de la corporeidad y la emocionalidad” en el acontecer de la vida urbana (Lindón, 2011:21). Ahora, Lindón lo llama autobiográfico o narrativas de vida espaciales porque recogen los fragmentos de experiencia en el espacio, es decir, “dan cuenta de los lugares practicados, usados, significados, experimentados, modificados, recordados, por sujetos particulares” (2011:24).


La experiencia espacial sedimentada como un acervo de conocimiento sobre la ciudad recorrida

Las teorías fenomenológicas que explican la vida cotidiana señalan que las experiencias son aprehendidas y tipificadas en nuestro acervo de conocimiento: “La conciencia retiene solamente una pequeña parte de la totalidad de las experiencias humanas, parte que una vez retenida se sedimenta, vale decir, que esas experiencias quedan estereotipadas en el recuerdo como entidades reconocibles y memorables”, siendo el lenguaje el medio por excelencia de objetivar esas experiencias que vamos tipificando en nuestro acervo de conocimiento (Berger y Luckmann, 2003:89).

En esta misma línea, Schutz habla de tipificaciones y recetas y nos dice que las recetas –en función de las tipificaciones– “sirven de técnicas para comprender o, por lo menos, controlar aspectos de…la experiencia” (Natanson, 1973: 29; citado en Ritzer 1993: 269), las recetas tienden

a tener más relación con las situaciones y las tipificaciones con las personas, así “las personas utilizan las recetas para controlar el millar de situaciones en las que se encuentran todos los días”. Las recetas sirven en situaciones rutinarias e incluso cuando las personas se encuentran en situaciones problemáticas o inusuales, si una receta no les funciona en dicha situación recurren a crear una nueva fórmula para manejar la situación, “dicho de otro modo, cuando el acervo de conocimiento actualmente disponible no es suficiente, la persona debe crear o incorporar a él nuevas recetas (o tipificaciones)” (Ritzer 1993: 269).

Si se considera lo anterior, en la cuestión de la experiencia espacial sucede lo mismo: de la totalidad que atañe a la vida social urbana, el sujeto retiene fragmentos de ésta y los va depositando en la conciencia, es decir, estos fragmentos de experiencia espacial quedan sedimentados y puestos a disposición por medio de las tipificaciones que el sujeto hace (Berger y Luckmann, 2003:89); y bien, recordando las reflexiones de sujeto-cuerpo sujeto- sentimiento (Lindó, 2009) que se desarrollaron más arriba, se podría incorporar a los aportes de Schutz, de Berger y Luckmann sobre el acervo de conocimiento y las tipificaciones las cuales no sólo se construyen a través del lenguaje,

–sino también por medio de la corporeidad del sujeto en los lugares que experimenta.

Los sujetos viven y aprehenden el mundo por y a través de su cuerpo-corporeidad (Scribano, Adrián, 2009: 144-145; Aguilar, Miguel y Paula Soto, 2013). Scribano, por ejemplo, menciona algo muy importante que otros autores olvidan sobre esta forma de vivir el mudo a través de la corporeidad, da cuenta de tres elementos claves: las percepciones, las sensaciones y las emociones; y añadimos una más desde la perspectiva de Alicia Lindón (2009): el sentimiento. Así por tanto el sujeto percibe, en este caso el espacio urbano, generando diversas sensaciones que se viven a través de la corporeidad del sujeto; estas sensaciones se procesan en forma de emociones en el momento vívido de las prácticas sociales; por último, se genera un sentimiento que se expresa posteriormente como recuerdo de la experiencia subjetiva. Uniendo, finalmente estas líneas de reflexión la experiencia espacial se sedimenta como un acervo de conocimiento, tanto corporal como cognitivamente.

Así, cuando los jóvenes van por primera vez a una rolleada nocturna se encuentran inicialmente con una situación inusual, la del espacio urbano exterior y circulatorio (las calles) vivido y experimentado desde esta perspectiva como patinador urbano; sin embargo, va aplicar recetas que ya tenga de su andar en la ciudad por y a través del cuerpo y el conocimiento de

orientación o del reconocimiento de los lugares que ya tengan los jóvenes en su bagaje espacial, es decir, tanto corporal como cognitivamente. La experiencia de la rolleada va a quedarles tipificada en su bagaje corporal y cognitivo.

La invención contante de los itinerarios de exploración nocturna y la asiduidad que los jóvenes rollers le otorgan a las rolleadas va a presentarle al joven, situaciones nuevas o similares que tendrá que resolver con las recetas que ya tenga construidas de otras rolleadas a las que haya ido. Los escenarios que se les presentan tienen que ver mucho con aspectos tanto simbólicos como materiales y sociales de la ciudad: desde asfalto descuidado, alguna coladera, agua en el asfalto, un tope, un bache, peatones, ciclistas, automovilistas, la programación vial del semáforo, entre otros aspectos.


La ciudad de noche: la resignificación de la ciudad a través de los itinerarios de exploración nocturna

Ahora, pensar en la ciudad desde un enfoque cultural remite a pensar en los aspectos simbólicos que en ella convergen. En las prácticas cotidianas el sujeto aprehende la ciudad como una realidad que se le presenta (Berger y Luckmann, 2003). La ciudad está llena de significados que sujeto interpreta “en diversas dimensiones, señales que ésta contiene y [descifra], en la marea semiótica contenida en el espacio urbano, signos sensibles, estímulos, señales de identidad, prescripciones o prohibiciones que orientan sus prácticas” (Margulis, 2002:519); así, los significados pasan, pero los significantes quedan (Barthes, Roland, 1990 citado en Margulis, 2002:519).

Pese al consenso universalmente aceptado del mundo (Lowenthal, 1977:191), los significantes urbanos que quedan en cada situación, difieren entre los grupos de habitantes de la ciudad (Margulis, 2002:520; Lowenthal, 1977); sus calles, avenidas o sus exteriores en general, pueden ser percibidos y decodificados de modos distintos entre ellos. La ciudad se aprehende y se reconstruye de modo distinto para los distintos grupos, que convergen en ella. La ciudad es distinta desde el aspecto temporal-histórico y es distinta entre el día y la noche (Margulis, 2002:520-521); de igual manera no es lo mismo experimentarla desde su interioridad o su exterioridad.

En cuanto a la ciudad de noche, Margulis (1997:15) expresa que en la noche “Cambia el paisaje urbano y cambian los actores. Son otras las actividades que otorgan dinamismo a la ciudad nocturna, y ello ocurre en espacios que acaso tengan ritmos muy diferentes durante el día”; por

ejemplo, en la exterioridad de la ciudad, las calles y avenidas el flujo disminuye en gran medida, lo mismo ocurre con el tránsito de vehículos en el asfalto o de personas en las aceras y cruces peatonales, en plazas o parques se aminora la cantidad de individuos que en el día confluyeron.

Recuperando la idea de que la ciudad de noche no es la misma para los distintos grupos sociales, los estudios sobre jóvenes relacionan altamente la ciudad de noche con prácticas juveniles desde la perspectiva de espacios cerrados como clubes nocturnos, antros, bares, esto reside en que la nocturnidad representa un “tiempo para los encuentros, para los contactos con iguales, para el logro de amistades, las promesas de romance, de sexo, de fiesta” (Margulis, 1997:17), sin embargo, se ha puesto poca o nula atención en la exterioridad de la noche urbana o actividades nocturnas en la exterioridad de la ciudad circulante.


La ciudad de noche y la cultura juvenil: una cuestión de praxis divergente

Las sociedades no son estáticas, lo mismo ocurre con los grupos sociales que las conforman. En el caso particular de los jóvenes, se les ha visto como una parte compleja y diferenciada de la sociedad, sin embargo, este es uno de los elementos clave por el que los jóvenes adquieren relevancia social (Feixa, 1962; Reguillo, 2003). En el momento en que su conducta colectiva se diferencia del resto de la sociedad, se le puede llamar praxis divergente (Brito, 2002:43).

Esta praxis divergente, praxis diferenciada, praxis discordante que los distingue del resto de la sociedad y crea lazos de identidad, sentido de pertenencia, integración y afinidad entre los jóvenes; es un componente fundamental que les dota de significación y certificación social, pero no sólo eso; Brito expresa que los jóvenes son los que han ido ‘auto-construyendo’ sus identidades juveniles las cuales a lo largo del tiempo han pasado por distintas etapas y han tenido diversas significaciones (2002:44).

Feixa (1962:9), complementa la construcción de las culturas juveniles a través de dos enfoques; el primero señala cómo la cultura y la sociedad construyen socialmente a los jóvenes asignándoles un espacio, roles y una imagen, y; la segunda pone énfasis en cómo el propio sujeto juvenil participa como agente activo en la construcción de la cultura juvenil, es decir, tanto el resto de la sociedad como los propios jóvenes contribuyen a esta construcción. Esto último es recuperado ya que podría establecer un mejor semblante de esta construcción conceptual.

Es importante rescatar el planteamiento de Carles Feixa (1962) en cuanto a la construcción

de las culturas juveniles, ya que la articulación de estos dos enfoques permite entender “a la juventud como una construcción cultural relativa en el tiempo y en el espacio” (Ochoa, 2009:2); es decir, la manera en que “cada sociedad organiza la transición de la infancia a la vida adulta y cómo las formas y contenidos de este tránsito pueden variar”, por una parte debe existir “una serie de condiciones sociales (normas, comportamientos e instituciones que distinguen a los jóvenes de otros grupos de edad) y por otra parte, una serie de imágenes culturales (valores, atributos, y ritos asociados a los jóvenes)”(Feixa, 1962:8).

Las culturas juveniles o subculturas-juveniles es el término más actual que se ha adoptado por muchos de los investigadores de coetáneos. Alfredo Nateras (2002: 9-10) señala que esta noción actual “implica reconocer a los jóvenes como actores sociales junto con la dimensión simbólica de sus prácticas”. Lo que en palabras de Brito (2002) se traduciría como reconocer la praxis discordante de los jóvenes en el proceso de construcción de su identidad. Respecto a ello, con palabras de Rossana Reguillo, Nateras (2002: 12) afirma que el joven o lo juvenil deviene en sujeto social; heterogéneo, diverso, múltiple y variante.

Se destaca que, al igual que Brito (2002) y otros autores contemporáneos (Margulis, 1997, 2009; Feixa, 1962; Alfredo Nateras, 2002:12) expresa con otras palabras que la condición de lo juvenil manifiesta, en todo sentido, la peculiaridad de diferenciación como elemento de identificación del resto de la sociedad, pero más que de la sociedad en general, del mundo de los adultos, los jóvenes se enfrentan con la otredad que simboliza principalmente al adulto y consigo representa no ir a la par de sus normas, valores, ideologías y aspectos culturales que rigen a este otro sector de la sociedad. Nateras presenta la cuestión de la diferenciación como las formas alternativas con las cuales los jóvenes construyen su identidad.


De ahí entonces que los jóvenes, en su mayoría, llevan a cabo una particular construcción juvenil de la cultura, participando en procesos culturales y más aún, ideando los propios elementos distintivos como el arte callejero; aerografía; comics; fanzines; performance; el Low rider y las músicas con su variedad de géneros, por mencionar ciertos rasgos de lo juvenil (Nateras, 2002: 12).

Colonización juvenil del tiempo nocturno para explorar la ciudad recorrida

Históricamente en los estudios, la noche ha aparecido como un concepto contrario al día; el día representa el tiempo de la actividad, mientras que la noche de la inactividad. Durante el medievo fue así, pero, ¿en las sociedades contemporáneas se concebirá de la misma manera?, según Ezequiel Borgognoni (2012: 10) el estudio de la noche ha sido un tema que ha escapado del dominio del historiador y a pesar que las épocas han cambiado, las actividades nocturnas han sido menospreciadas por los estudios y hasta la fecha siguen siendo precarios.

Cómo el mismo Borgognoni (2012:10-12) lo dice, “la explicación de esto último tal vez resida en la concepción que los historiadores han tenido de la noche vinculada exclusivamente a un tiempo de descanso”; sin embargo, nos muestra todo lo contrario al referirse, por ejemplo, al mundo urbano castellano. Este autor nos relata las actividades que tenían lugar en las ciudades castellanas cuando se producía la puesta de sol y se aproximaba el anochecer como el “abastecimiento del mundo urbano”, “actividades políticas y militares que lejos de agotarse con la llegada de la noche, en ocasiones se incrementaban.” o “los desplazamientos nocturnos de la monarquía y la nobleza evidencian la movilidad y el dinamismo de los siglos medievales”.

No obstante, parece ser que esas nociones han quedado un poco obsoletas en el mudo posmoderno y, aunque siguen siendo pocos los estudios con relación a ello, investigadores sociales contemporáneos han dado un giro a la manera de hacerlo. Mario Margulis (1997:12), en su texto La cultura de la noche, en relación a las culturas juveniles, muestra las formas como se asume la noche porteña en ciudades grandes como Buenos Aires. Él señala: “existe una vida nocturna, una noche intensamente poblada por jóvenes”, cabe aclarar que a pesar de que su estudio se basa en los consumos juveniles, muestra que existe ese dinamismo nocturno en las sociedades contemporáneas.

Como ya se ha mencionado anteriormente, de noche la ciudad es otra, cobra otros significados contrarios al día: la ciudad renace en horas de la madrugada (Margulis, 1997:12). Según el autor: en la noche la ciudad es de los jóvenes pues para ellos significa tiempo para conquistar el espacio mientras los adultos duermen (Margulis, 1997:12). La noche significa tiempo no colonizado, se piensa fuera de las normas de control ya que aparentemente no es un tiempo utilizado para la reproducción económica –o al menos no en su máxima expresión–, para la industria o para la banca. “Si todos los espacios están colonizados queda el amparo del tiempo, el

tiempo como refugio” (Margulis, 1997:12). Con respecto a lo anterior, Margulis indica que la noche urbana, en un contexto donde la oscuridad ya no es un impedimento, tiene oportunidad de ser colonizada abriéndose posibilidades en el congestionado espacio urbano (Margulis, 1997:24). De la misma forma, Pablo Urbaitel (2005: 47) nos dice que esta necesidad de los jóvenes por colonizar el tiempo es porque no han podido colonizar el espacio.

Por ahora hablamos de la colonización juvenil de la noche, pero sobre esta misma línea de planteamiento, Margulis (1997: 24) hace alusión a que, en este último siglo, especialmente en las décadas recientes, las sociedades asumen una nueva distribución de actividades en el tiempo y espacio; así reconoce lo que se ha llamado la ‘colonización del mundo del tiempo’, y esto significa que diversas actividades comienzan a ser desarrolladas en la noche. Sin más, vale la pena rescatar el argumento sobre el dinamismo que está adquiriendo la noche y que corresponde a una oleada de migración, ya no en el semblante de espacio, sino de tiempo, como señala Murray Melvin: “La última gran oleada de inmigración humana se está produciendo en el tiempo”. (Murray Melvin; citado en Margulis, 1997: 24).

Entonces, es así como la noche se asume, en relación a las dualidades vitales consolidadas: del día y noche, luz y oscuridad, el bien y el mal, lo permisible y lo prohibido, lo legal y clandestino. Sin duda, también es aquí donde cobra sentido la tesis de que los jóvenes anhelan colonizar esta región temporal (Aguirre, 2004:141), puesto que las culturas juveniles se han caracterizado por diferenciarse del resto de la sociedad con su praxis divergente, y es la noche la que se ha visto como un campo potencial para la praxis juvenil.


Exploración nocturna de la ciudad: la terrae incognitae personal

Para cerrar el apartado teórico-conceptual se introduce un concepto relacional a la exploración nocturna: la terrae incognitae personal, es decir las voces de sirena que incitan a la mente del hombre a querer explorar, a conocer regiones desconocidas o espacios inexplorados (Wright, 1977:165). Este concepto puede tomarse de forma alusiva, pues es bien sabido que, en la actualidad, el avance de la tecnología nos permite saber que no existe rincón del planeta que no se conozca aún por el hombre, los mapas con los que estamos familiarizados nos presentan la extensión del ‘mundo conocido’ desde nuestro saber, como civilización, hasta nuestro presente. Sin embargo, estas regiones marcadas como descubiertas, exploradas o conocidas ya por el hombre, no quiere

decir que todos los que habitamos el planeta tierra hayamos estado en esos lugares físicamente o hayamos compartido las mismas experiencias en los lugares (168).

Existe un conocimiento parcial de esos lugares conocidos por el hombre; la historia y otras disciplinas han permitido que se conozcan estos lugares por medio de las narraciones habladas o escritas a través del tiempo. Pero qué hay del tiempo presente. John Wright (1977:166), por ejemplo; nos habla que la terrae incognitae: Es el lugar de la imaginación geográfica. Esta terrae incognitae nos remite a pensar que “Detrás nuestro se ha extendido el valle del cual hemos partido, la granja o el refugio en el cual hemos pernoctado, pero delante nuestro se extiende, sino una tierra desconocida para el United States Geológical Survey, al menos una terra incognita personal” tanto de forma literal hacia el aspecto geográfico, como también experiencial.

Wright (1977:165-168) nos habla de las terrae incognitae de una manera tanto literal como representando todo lo que es geográficamente desconocido para el hombre; así entonces, si a una persona de ciudad se le pregunta sobre algún lugar que quiera conocer lo enviará directamente a pensar en la búsqueda de una nueva experiencia geográfica de otra índole. Wright dice: “existen las terrae incognitae personales, comunitarias y nacionales”. Cada terra incognita depende, claro, del conocimiento que se esté buscando y en ello influyen las voces de sirena: “Las sirenas, por supuesto, cantan cosas diferentes a gente distinta. Algunas voces nos tientan con recompensas materiales como: oro, pieles, marfil, petróleo, tierra donde asentarse y explotar. Otras más, finalmente, nos hacen un llamado a la aventura o a la fuga”.

La palabra exploración a una terrae incognitae de carácter personal lleva implícito la búsqueda de una experiencia que se quiere aprehender, una vez aprehendida, nuestra atracción magnética continua en la búsqueda de otras experiencias para llenar los vacíos o resquicios de conocimiento experiencial; John Wright (1977:170-171) nos dice: “cuanto más brillante ilumina la luz de nuestro saber personal sobre una región o un problema, más atraídos estamos por las oscuridades interiores o las relativas a su extensión completa.” Lo desconocido estimula nuestra imaginación y la curiosidad como producto de nuestra imaginación juega un papel muy importante en la exploración de nuestras terrae incognitaes.

Como se indicó más arriba, las palabras terra incognita nos remiten a pensar los espacios inexplorados (Wright, 1977:171), pero también aludiendo búsqueda experiencial en general. El trabajo de campo que se ha hecho hasta ahora, muestra conjeturas de que los rollers no sólo

exploran la ciudad recorrida, sino que constantemente están en búsqueda de nuevas experiencias en cuanto a las mismas rolleadas nocturnas (quieren ir a más alta velocidad en las rutas trazadas o quieren situaciones cada vez más inusuales sobre la ciudad recorrida), tan atraídos están a las nuevas experiencias espaciales de las rolleadas hasta el punto de verlas agotadas, luego entonces la búsqueda de otras experiencias como el freestyle slalom, el downhill 1entre otras experiencias en el espacio urbano.


La propuesta metodológica para estudiar la construcción socioespacial de la ciudad a partir de las prácticas de exploración nocturna

La investigación aquí presentada tiene un carácter exploratorio, además de ello, las dimensiones de análisis pertenecen a un enfoque urbano-cultural, bajo estas características presentadas utilizaremos las metodologías cualitativas de corte fenomenológico de manera prevalente. En la actualidad los métodos cualitativos están adquiriendo un gran prestigio en los estudios sociales, pues están encontrando “nuevas vías de profundización, nuevas herramientas de facilitación del trabajo y nuevos planteamientos teóricos que potencian su esfuerzo a niveles hasta hace poco ni siquiera imaginados” (Ruiz, 1996:9).

Actualmente sigue existiendo un gran debate en cuanto a la preferencia de las metodologías ya sea cuantitativa o cualitativa; –y lo seguirá habiendo hasta que cesen los hallazgos o la invención constante de alguna de las dos–. Sin embargo hoy podemos decir que las metodologías cualitativas se ajustan de una manera impresionante a las necesidades emergentes de los nuevos escenarios de estudio, su la naturaleza hermenéutica se enfoca a ‘comprender la realidad’ (Ruiz, 1996), recordemos también que los jóvenes son sujetos nomádicos (Reguillo, 2003:103) y el contexto urbano y cultural en el que se desenvuelven resulta tan cambiante; es esta la razón por la que se cree pertinente utilizar una metodología de tipo cualitativa.

La Sociología fenomenológica y la Geografía humanista han permitido la evolución de los métodos cualitativos durante todo el proceso de investigación, “desde el momento de su planificación hasta el de su complemento de análisis.”(Ruiz, 1996:9-10) ya que se ha enfocado a captar los significados que corresponden a cada situación (Salgado, 2007:71), a cada aspecto de la vida urbana del sujeto, sus prácticas cotidianas, su interacción, sus motivaciones, sus experiencias, etc., desde la perspectiva de los mismos sujetos pero sin olvidar que forman parte de fenómenos

sistémicos más complejos (Ruiz, 1996:9 -17).


La particularidad de las estrategias metodológicas utilizadas

Como se ha mencionado anteriormente, se estudiará:

  1. La invención constante de los itinerarios de exploración nocturna;

  2. El significado que los jóvenes le atribuyen a sus experiencias y

  3. La experiencia corporal exacerbada de la exterioridad de la ciudad.

Bajo el enfoque cualitativo se decidió utilizar tres instrumentos para la producción de información en el trabajo de campo: la observación flotante, observación participante (moderada) y las narrativas de vida. Estos instrumentos se vinculan con los momentos analíticos que se realizarán después de la recolección de datos, la importancia de estos instrumentos radica en:

En el acontecer del trabajo de campo, se pensó que la inmersión inicial se pudiera realizar a través de la observación flotante, sin embargo se vio totalmente desplazada por la observación participante, en primer lugar porque el tener contacto con el grupo implicó el uso de patines esto aludía un gusto similar por el patinaje urbano por tanto al identificarme como patinadora fue más fácil la interacción con los participantes, en segundo lugar, porque el estudio de la invención constante de los itinerarios era adecuado realizarlo junto con el grupo recorriendo la ruta en patines y finalmente también por el estudio de la exacerbación de la experiencia corporal durante la exploración de la ciudad recorrida.

Por otro lado, las narrativas de vida espaciales han sido una estrategia de investigación por su potencial para hacer emerger la espacialidad desde la perspectiva de los jóvenes rollers conforme a sus experiencias (Lindón, 2011:14). Además de ello, éstas constituyen una forma de construir socialmente el espacio urbano desde la perspectiva de los jóvenes. La experiencia subjetiva se objetiva por medio del lenguaje (Berger y Luckmann, 2003:89-90).

La tentativa de analizar las narrativas de vida espaciales con métodos interpretativos pretende recuperar los fragmentos de experiencia de los jóvenes, Lindón (2011:14) lo expone: “Si se trata de comprender el espacio más allá de su materialidad (aunque sin excluirla), se requiere navegar por la complejidad que supone la interpretación de dicha narrativa, pues ésta contiene retazos dispersos de la experiencia espacial del sujeto”.

Así entonces el primer momento analítico será la invención constante de los itinerarios de

exploración, el cual se realiza a través de la observación flotante; el segundo momento analítico será el significado que los jóvenes rollers le atribuyen a sus experiencias, que se realizará a través las narrativas de vida espaciales y; el tercer momento analítico será la experiencia corporal exacerbada de la exterioridad de la ciudad, que se realizará a través de la observación participante y las narrativas de vida.

En cuanto a los sujetos de estudio, la investigación se centra en los jóvenes que asisten a las rolleadas nocturnas, sin embargo, no se ajustará a una edad determinada, tampoco a un género o un nivel específico (como los rollers los denominan: básico, intermedio o avanzado de destreza), ni al nivel de afición al patinaje ya que excluir estos rasgos puede mermar en lugar de dilucidar algunos aspectos en el análisis.


El trabajo de campo en curso

La observación flotante se ha llevado a cabo algunos días viernes, regularmente en rolleadas básicas e intermedias; se ha hecho desde el momento previo al inicio de los recorridos, hasta acompañarlos durante la ruta, llegar al lugar propuesto de las rutas, durante el retorno de la ruta hasta llegar, de nuevo, al punto donde inicialmente salió el grupo, es decir, la observación flotante ha servido para analizar cómo se arman físicamente y cómo se desarman las rolleadas nocturnas. Como bien se mencionó, el uso de patines ha sido primordial como una estrategia en el trabajo de campo y sin duda contar con cierta pericia para poder estar involucrada en los recorridos que implican niveles altos de destreza.

Por otra parte, las narrativas de vida espaciales actualmente se realizan fuera del tiempo y espacio de las rolleadas nocturnas porque ha resultado inconveniente tanto para los participantes como para el investigador, sin embargo, se han realizado algunos domingos a medio día, ya que suelen reunirse para otras actividades con patines o en horarios que no afecten las actividades de patinaje de los jóvenes rollers.

Las herramientas para la recolección de información hasta ahora han resultado acordes en el trabajo de campo que se ha llevado a cabo actualmente. En el transcurso de la inmersión al trabajo de campo en profundidad, se desplegaron muchos aspectos que no se habían contemplado, por ejemplo, la invención constante de los itinerarios y la exacerbación de la experiencia corporal de los jóvenes rollers, mismos que se integraron en los objetivos de la presente.

Antes continuar sobre algunos hallazgos, vale la pena mencionar que también se ha podido enriquecer la información empírica de las rolleadas nocturnas gracias a la observación participante y a la obtención de las narrativas de vida de algunos participantes que asisten a las rolleadas, sin duda la información empírica, que a continuación se detalla sirve para entender distintos aspectos sobre la invención constante de los itinerarios de exploración nocturna; sobre el significado que cada joven le atribuye a su experiencia en la exterioridad de la ciudad a través de estas prácticas de exploración nocturna y; de la experiencia corporal exacerbada de la ciudad recorrida de noche:

El grupo Rollers en México organiza para cada viernes una ruta diferente para llegar a un punto de la ciudad, la cita se hace desde las redes sociales virtuales como Facebook y no virtuales (interacción cara a cara y de voz en voz); llegando el viernes los jóvenes que quieren ir a la rolleada se reúnen en la calle Dr. Mora situada a un costado de la Alameda Central, la cita es a las 21 h, sin embargo, algunos jóvenes llegan desde las 19:30 h, otros en el transcurso de las 19:30 en adelante o hay quien llega justo a las 22 h. Antes de partir, estos jóvenes patinadores se apropian de esa parte de la Alameda hasta que dan las 22 h, luego salen a explorar la ciudad recorrida.

Por lo que se dijo, cada viernes el destino de la rolleada es distinto, la ruta la propone alguno de los integrantes del grupo que vaya regularmente a las rolleadas y a otras actividades, y que conozca bien la ruta propuesta, pero esa es sólo una propuesta porque el que se elija, depende también de los administradores del grupo2 o de otras circunstancias como el hecho de que la ruta no esté bien planeada, sea muy peligrosa, no se conozca por alguno de los que ya han hecho muchos otros recorridos y también dependiendo de que la ruta se ajuste a cada nivel de los recorridos. Hay cuatro niveles definidos por los organizadores de las rolleadas dependiendo su dificultad: las rolleadas básicas (B), las intermedias (I), las intermedias Avanzadas (IA) y las avanzadas (A),

Las rolleadas básicas comprenden recorridos muy cortos que van entre los 5 Km hasta un máximo de 10 km a una velocidad de 10 Km/h aproximadamente. Una de sus características es que no tienen nivel de complejidad, es decir, que en las partes recorridas no hay pendientes que subir o bajar, no hay puentes ni desniveles y son zonas cercanas a la Alameda Central, si bien aunque no tienen complejidad técnica3, eso no quiere decir que no vayan sobre el asfalto de las calles o avenidas compartiendo el espacio con peatones, automovilistas o ciclistas. Regularmente a estas rolleadas asisten quienes tienen poca destreza con los patines o un conocimiento básico (es decir, sólo saber deslizarse hacia adelante).

Las rolleadas intermedias comprenden recorridos un poco más extensos, por lo regular cubren una extensión de 15 Km a una velocidad promedio de 15 Km/h. Una de sus características que no comprende gran dificultad técnica, pero en cuestiones de velocidad y destreza de patines se exige más, es decir, quienes asistan ya deben saber frenar, dar vuelta, brincar algunas coladeras, etc. Ahora bien, muy apegadas a estas rolleadas están las rolleadas intermedias avanzadas que se caracterizan por recorrer una ruta de 15 a 20 Km con dificultades técnicas como realizar descensos (downhill) de puentes o desniveles de poca altura entre otras cosas a parte de ir a una velocidad más alta, entre 15 a 20 Km/h.

Y finalmente las rolleadas avanzadas, a las que van quienes ya son expertos en el manejo de los patines; implica una mayor resistencia física y una velocidad más alta que va entre los 30 a 35 Km/h, entre otras cosas más complicadas. Aquí se recorre una distancia estándar de 25 a 30 km, sin embargo, a partir la observación me he percatado que algunas veces superan esa distancia y velocidad. Estos recorridos ponen a prueba todas las dificultades técnicas que puedan darse durante la ruta, es decir: descensos dificultosos a gran velocidad, libramiento de obstáculos a gran velocidad, entre otras cosas como sortear los obstáculos en la obscuridad de la noche urbana, eso va desde calles mal pavimentadas, baches, topes, subidas o bajadas, calles con agua, coladeras peligrosas o inclusive arena tirada en el asfalto además de tener un mayor interacción con automovilistas a comparación de los otros niveles.

Sobre lo anterior cabe señalar que se ha permitido observar que en la asistencia a distintos niveles de las rolleadas nocturnas hay una variación altamente marcada respecto a las edades; es decir, es que en las rolleadas básicas el grupo que asiste suele ser un grupo altamente heterogéneo con respecto a la variable edad; van jóvenes, pero también van personas más grandes (superando la edad de los 35) o adolescentes y niños. En las rolleadas intermedias e intermedias-avanzadas el grupo se vuelve cada vez más homogéneo en esta cuestión, es decir las edades van desde los 18 a los 34 y en las rolleadas avanzadas el grupo es altamente homogéneo, las edades que lo conforman son entre los 20 a los 28 años de edad, aunque estos aspectos parecen también, ser relativos en tiempo y clima.

Las rolleadas avanzadas, a causa de las destrezas que hay que sortear, se vuelven casi exclusivas a los expertos; las rolleadas intermedias/avanzadas e intermedias son frecuentadas tanto por jóvenes que tienen ese nivel de destreza, como por los que ya tienen mucha pericia del

manejo de patines en el espacio urbano y las rolleadas básicas son frecuentadas por jóvenes que apenas empiezan en el mundo del patinaje urbano y también llegan a frecuentarlas algunos rollers que ya se consideran de intermedio o avanzado, por ejemplo.

En cada rolleada se ponen a prueba destrezas que se van aprendiendo durante la marcha dependiendo del nivel de ésta. Lo que conforma, en general al patinaje urbano implica diferentes tipos: está el patinaje estándar, el freeride, freestyle slalom, frenadas y derrape, patinaje agresivo, entre otros trucos con patines que, sin duda, se aplica durante el recorrido con forme al nivel de destreza que se tenga.

Ahora, sobre el Staff, como se hacen llamar quienes guían cada ruta y quienes están encargados de la seguridad en general: en las rolleadas básicas, intermedias e intermedias- avanzadas, hay cuatro personas consignadas: quienes llevan la punta, es decir, quienes guían la ruta (mejor conocida como la flecha por su forma figurada de organizarse), los que van a los costados y la barredora, la persona que va a final. Ellos realizan diferentes funciones dentro y durante una rolleada, por ejemplo; la punta es la persona que conoce perfectamente la ruta trazada y además tiene que tener la capacidad de ir más rápido que el grupo y prever si el grupo pasará el semáforo o no, en caso de que no sea así, tiene que parar el tránsito. Los que están a los costados, de igual manera tienen que prever que a los costados no haya peligro de carros mientras el grupo está andando, también tiene la función de detener el tránsito. Por último, la barredora es la persona que va hasta atrás literalmente barriendo a los rollers que quedan rezagados alentándolos de que vayan al nivel de la rolleada.

No obstante, a pesar de que están las personas para guiar la ruta, no falta quien no esté destinado, oficialmente por decirlo así, para cubrir alguno de esos roles y que quiera ayudar en alguna situación que se presente como parar el tránsito, ayudar a los que se caen o a los que están en apuros, etc. Finalmente cabe decir que este Staff no es permanente en todas las rolleadas, siempre hay quien se propone a llevar la rolleada con ayuda de alguien que conozca bien las partes de la ciudad que se van a recorrer.

Las rolleadas tienen un punto de llegada y un punto de regreso. El punto de llegada es algún lugar donde se pueda seguir practicando trucos o estilos de patinaje, aunque también se pueden hacer otras actividades como realizar algún juego en patines. Una vez estando en el destino se quedan alrededor de 20 minutos y regresan al lugar donde inició la Rn por la misma ruta por la que

llegaron, ahí es cuando concluye la rolleada. Dependiendo de lo que tarden en realizar todo este recorrido suele ser la hora en que ésta concluya, pero por lo regular es alrededor de las 24 h o excediendo este horario.

En cuanto a la protección física que el grupo administrador a través de redes sociales como Facebook recomienda deben tener durante la exploración de la ciudad recorrida es el uso de casco y protecciones, así como iluminación para darse a notar en la oscuridad de la noche urbana y para poder vislumbrar un poco las calles, no obstante, los organizadores de estas prácticas también se deslindan de toda responsabilidad “si algún participante no quiere salvaguardar su persona física”. De igual manera quien no aguante la rolleada puede abandonarla si se le apetece, el grupo, los administradores o el Staff no se hacen responsables de estas circunstancias.

Así, haciendo alusión a estos aspectos empíricos se describirá a continuación algunas primeras interpretaciones, que precisamente el trabajo de campo ha desplegado contemplando los ejes analíticos: En cuanto a la invención constante de los itinerarios la corporeidad de los jóvenes juega un papel muy importante por el hecho de que a través del cuerpo se percibe y aprehende y se vive el espacio urbano, por otro lado, la invención constante se relaciona ampliamente con las terrae incognitaes personales, qué espacios quieren ser conocidos y reconocidos por jóvenes en la exterioridad de la noche urbana. Los jóvenes están constantemente en busca de nuevas experiencias que tienen que ver con la forma de experimentar la ciudad y su espacialidad. En ellos emerge la corporeidad y emocionalidad que conlleva realizar dichas prácticas en las vialidades de la ciudad. Sobre el significado que los jóvenes le atribuyen a sus experiencias cabe resaltar que la rolleadas nocturnas resultan ser prácticas colectivas que se llevan a cabo en la exterioridad de la ciudad recorrida, sin embargo las experiencias se forman de manera individual. Así, dependiendo del nivel de destreza corporal que tenga cada joven que asiste a las rolleadas influirá de manera significativa en las formas en que construya su experiencia personal en el espacio urbano

circulatorio y nocturno a través de las rolleadas nocturnas.

En cuanto a la experiencia corporal exacerbada de la exterioridad de la ciudad puede dar cuenta del modo en que los jóvenes exteriorizan sus emociones, los jóvenes recorren la ciudad explorada en forma de conglomerado, a veces van por el costado derecho de la avenida y a veces, cuando ven la oportunidad, el conglomerado se dispersa en la amplitud de la calle, los jóvenes exacerban las distintas emociones que la experiencia proporciona, tal suceso les puede

proporcionar felicidad, gozo, satisfacción, dicha, placidez o incluso euforia que devienen de las distintas sensaciones.


A manera de reflexión

Bien, hasta este punto se ha presentado, groso modo, la propuesta teórico-metodológica para analizar la construcción social del espacio urbano, a través de la experiencia de las rolleadas nocturnas que realizan los jóvenes aficionados al patinaje en la ciudad de México; Esto presentado constituye parte de la investigación, ya que actualmente se encuentra perfilando el trabajo de campo, que, una vez que esté concluya se empezará a integrar el análisis preliminar de los datos obtenidos y se desarrollará el análisis con un enfoque preferentemente fenomenológico que destacará las especificidades de los ejes de análisis.

Los aspectos teóricos y metodológicos se han enriquecido gracias al trabajo de campo, se ha ido definiendo la propuesta y se han dilucidado aspectos que han servido para ir generando algunas interpretaciones con ayuda de la información recabada, precisamente estas interpretaciones han permitido considerar aspectos que enriquezcan los aportes teóricos y metodológicos a manera de amoldar, de confeccionar el armazón teórico-metodológico al fenómeno estudiado.

Ahora bien, también se deben considerar que como todo estudio con un enfoque cualitativo tiene que tener la característica de apertura y flexibilidad durante la evolución del estudio (Hernández et al., 2010: 366) para ir afinando ciertos aspectos, considerar o descartar aspectos. Esto mismo que ha pasado durante la investigación en curso, ya que, en sus inicios la investigación aludía a las corporeidades de los sujetos, por ejemplo, pero no se contemplaba como una dimensión de análisis, ahora, con el trabajo de campo se ha podido dar cuenta de que resulta una de las dimensiones fundamentales en la investigación.

En cuanto a los aspectos en el trabajo de campo y las estrategias metodológicas que han permitido este proceso sugieren otra posible herramienta de recolección de información: los diálogos entre los propios jóvenes que se generan en su interacción rollers durante la misma rolleada ya que al parecer contienen experiencias recargadas de mayor emocionalidad que las narrativas de vida; sin embargo, ésta es sólo una propuesta que habría que poner en marcha para ver sus alcances y limitaciones.

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Notas


1 Freestyle Slalom: Realización de trucos a lo largo una serie de conos colocados a una misma distancia entre sí (120 cm, 80cm o 50cm entre cono y cono); y el Downhill: Consiste en patinar una pendiente prolongada a la más alta velocidad.

2 Los administradores del grupo son, por lo regular, los que asisten con mucha frecuencia a las diferentes actividades que hace el grupo.

3 La complejidad técnica a la que ellos se refieren está relacionada a la destreza con patines que tiene una persona; un ejemplo de ello puede ser: saber frenar, dar vueltas en patines, realizar derrapes, brincar

coladeras o ir a una velocidad mayor, por ejemplo.