América Globalizada. Transformaciones en las Relaciones de Género Globalized America. Transformations in gender relations

Virginia Ávila1 y Paola Suárez2


Resumen: La globalización ha sido estudiada desde un enfoque clásico económico, sin incluir una perspectiva amplia de su impacto en lo social y lo cultural; aun menos se ha observado los cambios que ha provocado en cuanto a las relaciones de género en un transcurso de más de cuarenta años en donde la lógica de los cambios y de las crisis socioculturales en los países latinoamericanos, España y las zonas de gran influjo de cultura latina en Estados Unidos,que han transformado la vida de millones de personas.


Abstract: Globalization has been studied from a classical economic perspective, without including a broad perspective of its impact on the social and cultural; even less has been observed the changes it has caused in terms of gender relations over a period of more than forty years in which the logic of changes and socio-cultural crises in Latin American countries, Spain and areas of great influence of Latin culture in the United States, which have transformed the lives of millions of people.


Palabras clave: Estudios de género; América; Globalización


Introducción

El modelo económico neoliberal desde los años ochenta del siglo XX implicó la centralidad del mercado por medio de la oferta y la demanda para regular las relaciones económicas y sociales. Así también se dio una orientación compulsiva de la sociedad mundial hacia el consumo y una falta de centralidad de los gobiernos nacionales que se distanciaron de sus obligaciones de ofrecer


1 Virginia Ávila y Paola Suárez, editoras de este libro colectivo Las transformaciones en las relaciones de género en las sociedades globales latinoamericanas, así como las autoras y autores de los artículos que lo conforman, agradecen de manera individual y como grupo de investigación el apoyo otorgado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México al Proyecto PAPIIT IG 300-713 “Género y globalización en los debates de la Historia y la Teoría Social Contemporánea” 2013-2015.

2 Investigadora de tiempo completo en el CISAN, UNAM. Es miembro del Seminario de Estudios Superiores (SES- UNAM) de la UNAM y profesora en la FFyL de la UNAM. Actualmente está desarrollando un proyecto de investigación sobre “la gobernanza de la educación en Estados Unidos en el contexto de la Economía del Conocimiento”. Es candidata a doctora por el Sistema Nacional de Investigadores del CONACyT. Fue becaria postdoctoral de UC Mexus-CONACyT y de la Coordinación de Humanidades-UNAM. Tiene doctorado en Antropología Social por el CIESAS, CdMX.

las condiciones indispensables para asegurar el desarrollo de sus pueblos. Desde los años ochenta América Latina tiene un proceso histórico donde la implementación de este modelo ha traído graves consecuencias en todos los niveles y copiosos beneficios para algunos.

En este juego las naciones desarrolladas y capitalizadas como los Estados Unidos, algunas europeas tales como Francia, Alemania y, entre las asiáticas, la incorporación de China y el exitoso Japón, por mencionar algunos de los países predominantes, juntaron estrategias y capitales y reorganizaron la geografía política mundial. A la similitud de intereses de las corporaciones capitalistas se incorporaron estrategias de control político y social, que en su conjunto conocemos como globalización neoliberal.

En el necesario reacomodo de poderes se reordenó la división internacional del trabajo. América Latina debió reorientar o continuar procesos que atrasaron, de nuevo, su crecimiento para adecuarse a los intereses de los grandes capitales. En estos reajustes las mujeres fueron consideradas como sujetos sociales importantes por muchas razones, mencionaremos sólo las más significativas: existía un porcentaje ascendente de mujeres universitarias formadas para la vida laboral calificada, con escasa experiencia en la lucha por sus derechos y por lo tanto poco exigente; hubo una revolución feminista triunfante que desataba amarres patriarcales que facilitaba su movilidad al suavizar los controles y distender los rígidos roles sexuales; se dio una revolución científica que mejoró y alargó la vida humana; comenzó una tecnología masificada que mediante la información y la comunicación mediática aceleró el proceso de implementación del nuevo sistema económico mundial, donde las mujeres eran reconocidas en sus derechos humanos; y, finalmente, se construyó un discurso colaboracionista para distender la subordinación que en todos los órdenes de la vida habían vivido las mujeres. Todo este dinamismo de las formas de producir y distribuir los capitales, así como las políticas aplicadas en todos los ámbitos de la vida social, política y cultural de hombres y mujeres, tuvo amplias repercusiones en sus vidas personales, familiares y sociales. La diversidad de respuestas tanto de individuos y grupos sociales de la región latinoamericana, atravesados por la mirada de las particularidades de las respuestas humanas ante los cambios, nos motivó a un grupo de académicas y académicos a reflexionar sobre la historicidad de las relaciones de género en el mundo globalizado de corte neoliberal. Muchos son los problemas que surgen para ofrecer hipótesis que sirvan de marco a los artículos de este libro, para hacer un acercamiento a la

capacidad y creatividad de respuesta de los hombres y mujeres en las sociedades globalizadas.


2. Las mujeres en la globalización

Las mujeres son tanto apreciadas como necesarias en el nuevo sistema mundial en su rol de trabajadoras, inducidoras y ejecutoras de un alto porcentaje del consumo familiar. Las propias luchas feministas, las de las mujeres que exigieron derechos y oportunidades iguales en el espacio público, fueron exitosas de manera simultánea a la implementación del nuevo sistema socioeconómico.

En tanto, las relaciones personales y familiares no facilitaron la redistribución de las tareas domésticas, del mantenimiento del hogar y del cuidado de la familia, y se dio así la triple jornada: la del trabajo remunerado fuera de casa, del trabajo doméstico en el hogar y la jornada de los cuidados a niños y viejos, enfermos y discapacitados. Sin embargo los cambios orientados al individualismo, al consumo, al éxito, junto con las modificaciones a las formas de producir y laborar, han exacerbado los dispositivos en las relaciones de género porque también se “mercantilizaron todos los aspectos de la vida”, como afirma Mabel Burin. Tales condicionamientos sociales alcanzaron a las mujeres, quienes siguen debatiéndose en sus propias fronteras: en los techos de cristal y suelos de lodo que implican las ataduras culturales, legales y emocionales de larga data que las mantienen en la incertidumbre, en la indecisión, en los márgenes de la falta de autocrítica o en la asunción de responsabilidades personales y familiares difíciles de trascender por las graves implicaciones de la movilidad de roles y funciones de género.

Las relaciones entre hombres y mujeres ya sean laborales, familiares o de pareja se han vivido en una constante tensión y en crisis, las cuales han determinado su performatividad frente a nuevos roles femeninos y masculinos; en algunos sectores, sobre todo en las clases medias, dichos roles se han flexibilizado, ofreciendo la síntesis de una larga negociación. Los avances en el trato equitativo en los diferentes aspectos de la vida son importantes, pero se mantiene la cultura del predominio de valores, intereses y procedimientos masculinos.

Las ventajas de sumarse a la productividad económica activa trajeron a las mujeres nuevos horizontes personales de crecimiento y menor o nula dependencia económica hacia los hombres de la familia. La insuficiente descarga de trabajo doméstico y de cuidados, en conjunto,

ha creado tensiones que se potencian con las ideologías libertarias de los derechos de las mujeres y han originado nuevas dificultades en la formación y estabilidad de las parejas y la familia. Se acentuaron separaciones y divorcios; disminuyó la credibilidad del matrimonio.

La violencia de género se acrecentó y ha adquirido formas simbólicas que ofrecen nuevos significados a los daños a las mujeres. En sentido inverso, ellas también dejan ver comportamientos violentos. Hay un entorno difícil para afrontar la inestabilidad laboral, el desempleo y en general la falta de oportunidades que sufren los individuos, las familias y las sociedades completas. Estas pueden ser algunas causas de las agresiones.

Los roles fueron trastocados en una gama de matices. Las frágiles seguridades que habían dado la delimitación y controles patriarcales en la educación femenina y masculina dentro de los hogares se han resquebrajado.

Las mujeres representaron en las familias y las sociedades patriarcales la parte segura, por su escaso dinamismo y movilidad. Al moverse y ser movidas socialmente se dio paso a la inestabilidad familiar –que no a la calma y la paz–; como personas se vieron envueltas en los cuestionamientos individuales, familiares y sociales ante la incertidumbre de buscar identidades.

El tiempo femenino se redistribuyó entre varias tareas y compromisos. El cansancio y las presiones ocasionados por los diversos campos de la actuación femenina han impactado la seguridad, la autoestima y el desempeño laboral masculino y las consecuencias se han dejado ver no sólo en los divorcios, en la falta de cuidado de los hijos y de quienes requieren cuidados especiales, sino en los suicidios y en los decrecientes índices de matrimonios y de maternidad, considerados como valores prioritarios hasta hace pocos años.

Las mujeres ven en la soltería y en las opciones de separación futura y en el control de la natalidad oportunidades para ejercer la autonomía. Al saberse capaces como los hombres, luchan contra la inequidad imperante en salarios y ejercicio de puestos de mando. Ha habido cambios generacionales que ya aprecian los estudiosos. Las mujeres jóvenes con sentido crítico analizan los caminos de la negociación para vivir acompañadas y reposicionarse en los espacios de la actuación y la convivencia en el hogar, en la familia y en el grupo social respectivo, pero también las jóvenes actuales enfocan cada vez más sus intereses a la consecución de una autorrealización con base en la productividad laboral y marginan los aspectos personales de una vida plena de emotividad.

Silvia Soriano, Andrea Andújar, Armando Pavón, Juan Guillermo Figueroa, Paola Suárez, Rosario Ayala, Rodrigo Parrini, Felicity Schaeffer, Rodrigo Barraza, Sandra Franco y Virginia Ávila, desde la diversidad de la mirada transdisciplinaria y con sustento en sus estudios de Historia, Sociología, Antropología y Psicología, reflexionan sobre las transformaciones cotidianas de las vidas de hombres y mujeres causadas por las dinámicas del mundo globalizado y lo que éstas conllevan: cambios y adecuaciones a nuevas realidades que dominan sus fuerzas, intereses, afectos y miedos.

Durante tres años, mediante el proyecto de investigación “Género y globalización en los debates de la Historia y la Teoría Social Contemporánea”, definimos caminos y estrategias de investigación, nos escribimos, discutimos, tomamos acuerdos, organizamos eventos académicos abiertos a la discusión con jóvenes y otros miembros de las academias nacional e internacionales. Sufrimos los problemas de nuestra región, nos sorprendimos de la infinita capacidad de creatividad de nuestros pueblos y sociedades para organizarse y crear estrategias de sobrevivencia, resistencia y lucha. Nos divertimos también, nos asombramos de algunos descubrimientos ante los inminentes cambios culturales que se van dando con mucha rapidez, como la aceptación del uso de tecnologías y el cambio de gustos e incluso tradiciones que parecían inamovibles como el control patriarcal. Hay flexibilidad en temas como la diversidad sexual, la maternidad tardía o la maternidad soltera. Apreciamos que en las academias haya un creciente interés por reflexionar y explicar los veloces cambios culturales y sociales que vivimos ante el azoro de tecnologías en permanente caducidad. Apreciamos, en un Seminario titulado “Los jóvenes globalizados”, que las diferencias generacionales se vuelven abismales en muchos casos, como la habilidad para adoptar cambios tecnológicos y dejar atrás tabúes en las relaciones de género entre los y las jóvenes. Hay nuevas formas de comunicación, se marginan las del contacto frente a frente para refugiarse en la pantalla de un teléfono celular que nos aísla y al mismo tiempo nos mantiene en comunicación con muchas otras personas, al mismo tiempo rebasando espacios y horarios, buscando una identidad de éxito a sus más banales actividades. En estas nuevas formas de comunicación hay un recelo a que el otro se inmiscuya directamente en nuestras vidas pero, simultáneamente, no hay temor de exhibirse. La juventud busca la autonomía y se individualiza, al mismo tiempo que no sabe desligarse de las tutelas económicas de los

padres.

Nuestra aportación académica es importante en tanto que nos hemos esforzado por detener la velocidad del presente y dar cuenta de nuestras reflexiones, apreciaciones subjetivas, aportaciones metodológicas en las cuales resaltamos la historicidad de las relaciones de género enmarcadas en el mundo contemporáneo global. Globalización neoliberal y mundo globalizado que denota cada vez más la imposibilidad de unificar a las distintas regiones culturales del mundo.

La estructura del libro tiene tres partes: 1. “Saberes sobre subjetividad y violencia de género”, donde se encuentran las reflexiones y propuestas de Armando Pavón, Rodrigo Alonso Barraza, Rodrigo Parrini, Silvia Soriano y Paola Suárez. Las temáticas versan sobre la masculinización y celibato de la universidad, la migración como encarnación de la violencia sobre territorios y cuerpos, abandono y medios de comunicación y la emotividad artística de las mujeres desde la narrativa y la plástica para hacerse escuchar. En la segunda parte, titulada: “Vidas políticas y vidas cotidianas de las mujeres latinoamericanas en contextos de violencia”, Rosario Ayala y Emma Martelo, Virginia Ávila, Andrea Andújar y Felicity Amaya Schaeffer hacen recorridos por los activismos feministas ya sea para encontrar al hombre ideal como para conducir movimientos de resistencia junto a y en sustitución de los compañeros de sus vidas: hijos, esposos o colegas, quienes asediados por las recurrente violencia laboral unen esfuerzos para enfrentar políticas laborales y gubernamentales. Desde el campo y la ciudad las mujeres desfilan como personas que saben defender y enfrentar condiciones deplorables que atentan sus derechos. No podían faltar las condiciones de los y las jóvenes en condiciones vulnerables que se enfrentan a violencias de género e intragenéricas que han dado el tono a la violencia institucional en México.

En la última parte, “La discusión de los cuidados”, Juan Guillermo Figueroa y Sandra Franco, desde los enfoques de las masculinidades y del feminismo, respectivamente, hacen un tratamiento de los cuidados que invita al cambio que derrote las desigualdades de género.

En las propias palabras de los autores y autoras transcribimos breves fragmentos que invitan a la lectura de sus artículos.

Armando Pavón nos pone en el centro de los procesos de conformación histórica de la cultura de género al explicarnos las argumentaciones que los universitarios de siglos atrás oponían a los intelectuales que no respetaban el celibato:

En las siguientes páginas pretendo mostrar cómo se expresaba en la universidad ese esfuerzo continuado de múltiples generaciones de intelectuales por hacer pasar como algo “natural”, “deshistorizado”, lo que en realidad era uno de los resultados históricos de la dominación masculina, a saber, la exclusión de las mujeres de las universidades. […]

La Universidad de México de la época colonial, como la mayoría de sus similares, no sólo era una institución para hombres, sino que además profesaba una evidente aversión hacia el matrimonio de los universitarios (p. XXX).


Rodrigo Barraza aborda el cuerpo de las mujeres migrantes procedentes de la frontera sur mexicana como el espacio privado, reglamentado y gubernamentalizado donde se vinculan cuerpo y espacio geográfico y político:


Es un territorio a conquistar, a normalizar, a desarrollar. Un espacio al que se le niega la posibilidad de existir en el presente, siendo caracterizado como el vestigio de un pasado prístino e irrecuperable o como la base de un futuro proyecto nacional de modernización. Es, por tanto, un territorio “natural/salvaje” que debe ser “culturizado” […]. El cuerpo de las mujeres migrantes etnizadas se convierte por tanto en un cuerpo “anómalo”, “peligroso”, “incivilizado”. […] La consideración del cuerpo de las mujeres migrantes como un espacio “salvaje” y fuertemente biologizado produce además la visibilización de estas mujeres como cuerpos sexualmente disponibles, víctimas legítimas de cualquier acto de violencia sexual que se cometa contra ellas […] las mujeres migrantes adquieren una corporalidad híbrida, que oscila entre el cumplimiento de pautas patriarcales intra- comunitarias, y la construcción de corporalidades políticas “fronterizas” en donde las reivindicaciones de género se atan indisolublemente a demandas étnicas, económicas y socioculturales (p. XXX).


Rodrigo Parrini, también refiriéndose a los migrantes de la Frontera sur, nos atrapa en su relato muy personal, no exento de serias reflexiones antropológicas:


Como indiqué, la Bestia me produjo una intensa fascinación conceptual, porque apreciaba

que en ella confluían procesos de mitologización con otros de tecnificación, gigantescos flujos globales incontrolados con otros locales apenas perceptibles. Esa tensión magnífica entre lo mítico y lo maquínico, entre las tecnologías y los cuerpos humanos, entre unos procesos históricos de larga data y las vidas precarias de miles de sujetos, hipnotizó mi interés intelectual […] Una novedad, tal vez, de los procesos de globalización, observados desde la perspectiva de una etnografía fronteriza, es que generan nuevas formas de nomadismo que no pueden ser pensadas, solamente, con categorías sedentarias. En este caso, los trenes en movimiento serían zonas de abandono, fluidas y móviles; al igual que el denso y complejo mapa de líneas férreas o carreteras […] A la orilla de un tren, los desechos son globales también, como el sedimento de un río humano profundo y turbio que acumulara vestigios en su fondo cenagoso. ¿No está en esas ropas esparcidas o en esa mochila abandonada inscrito el sueño americano, que impulsa a los migrantes, como una utopía siniestra?, ¿no son también rastros de los Estados Unidos, metonimias trágicas de su poder, esos desechos? La geometría del abandono, sus flujos incontrolables y multitudinarios, los misterios de las vías férreas y las preguntas acuciantes que interrogan la justicia, la dignidad y la emancipación […] El antrapólogo junta, literalmente, trapos y jirones, prendas y ropas. Sus calicós son otros: abandono, desecho, globalización (p. XXX).


Silvia Soriano, de manera sugestiva, toca un tema presente en la teoría social contemporánea: la recuperación de la memoria histórica en la narrativa social: la relación compleja entre la testimoniante indígena que narra –otrora sin voz– y el/la investigador/a que traduce y escribe:


Es importante subrayar de quién es la voz narrativa. No es la intelectual quien habla por la subalterna, es esta misma hablando a través de la pluma de una intermediaria que escribe, es el diálogo entre la escritura y la oralidad lo que queremos retomar […] Narraciones que no nacen para ser escritas pero que aun así y gracias a la intermediación de un mediador, podemos conocerlas para entender lo que significa la palabra, por tanto tiempo negada, que al ser narrada como parte de la lucha social, rompe con su marco de enunciación […]

El recurso de la identidad étnica se vuelve factor de cohesión política con el objetivo de interpelar a otros sectores de la sociedad. Esta táctica lleva implícita una toma de conciencia de sí mismo, del ser que se diferencia para reconocerse […]. La representación del pasado suele estar matizada por la sangre, el dolor, las ausencias, la falta de justicia y muchas preguntas sobre la justeza de una lucha, emprendida mayoritariamente por jóvenes de ambos sexos así como por la respuesta desmesurada del régimen, prevaleciendo el militar pero no exclusivamente (p. XXX).


Paola Suárez nos introduce a la diversidad de las formas de la creatividad femenina para denunciar y exigir justicia ante los dramáticos asesinatos de odio hacia las mujeres. Nos remite al muro del dolor y la violencia a través del “artivismo”:


Entre los usos sociales que las migrantes mexicanoamericanas dan al Día de Muertos, han sobresalido las expresiones acerca del fenómeno del feminicidio en regiones fronterizas. Las muertes violentadas de las mujeres son convertidas por las mujeres artistas en experiencias vivenciales de todas las migrantes que, al haber abandonado los espacios familiares y de vivienda, se enfrentan día a día a situaciones de violencia que repercuten en las relaciones de género en espacios de alta migración femenina.

En la última sección de la exhibición, correspondiente a los altares a los muertos desde una visión contemporánea, se mostraba la obra “Muro de los recuerdos: las mujeres desaparecidas de Juárez” de Dianne Kahlo con material gráfico integrado del documental “Señorita extraviada” de Lourdes Portillo. Ambos talentos femeninos de Diana y Lourdes se conjuntaron en el altar a las mujeres desaparecidas y asesinadas en Ciudad Juárez […]. Este Muro apareció tenue pero con mucha fuerza; nos transportó a Ciudad Juárez con la tragedia de los múltiples feminicidios. Nos dejaba el sabor amargo del dolor ante la denuncia e impunidad de las muertes violentas de cientos de jóvenes mujeres que han sido reportadas desde 1993, sin tener hasta el momento una respuesta confiable de las autoridades (p. XXX).


Rosario Ayala y Emma Martelo consideran que la presencia de población rural suele estar

asociada a la pobreza, y así lo muestran algunos indicadores del bienestar relacionados con el acceso a los servicios públicos que denotan la calidad de vida. De esta manera las autoras hacen un acercamiento a las condiciones materiales y culturales en que sobrevive la población rural o indígena:


La desprotección del ámbito agrario a través de las reformas estructurales aplicadas en México han propiciado que las personas que se dedicaban al campo, a pequeña escala, ya no lo puedan hacer, pues no pueden competir con las grandes industrias agroexportadoras, quienes además de que se están apropiando de las tierras, dejan fuera a los pequeños campesinos. Al empeorar las condiciones de vida de mujeres y hombres, ellas han visto en el trabajo una necesidad indispensable para obtener un ingreso económico, diversificando sus actividades, aun en las peores condiciones […].

Las mujeres han tenido que enfrentarse a muchas dificultades al ingresar en el ámbito laboral, sobre todo porque no cuentan con los niveles de educación y capacitación que les permitan insertarse en empleos con mejores condiciones de trabajo; además de que no disponen de mucho tiempo para dedicarse a trabajar porque tienen otras responsabilidades familiares […]. El ser jefa de hogar puede traer dificultades y beneficios. Por una parte, tienen mayor poder de decisión, pero también deben asumir todas las responsabilidades familiares (p. XXX).


Virginia Ávila analiza la violencia y su relación con la vulnerabilidad atendiendo a las causas endémicas de las poblaciones jóvenes y vulnerables que buscan salida a su situación extrema. Así mismo se observa la política del Estado mexicano en su llamada lucha contra el crimen organizado, donde también se criminaliza la protesta social:


Sin duda el impacto neoliberal ha sido devastador en las consciencias y en los valores de los jóvenes y personas que ante las necesidades vitales han debido tomar decisiones que niegan orígenes honestos; porque se superan los límites, para hacer a un lado y olvidar ideas y costumbres morales que estorben decisiones como las de sumarse a las filas ilegales, sufriendo también y recibiendo y provocando violencia. En este punto enmarco

las decisiones de jóvenes marginados de definir sus rumbos de vida en la ilegalidad que les “da trabajo” y oportunidades para consumir […].

Desde 2006, cuando el entonces presidente Felipe Calderón declaró la guerra al crimen organizado, particularmente al narcotráfico, cientos de miles de mexicanos comenzaron a padecer la violencia directa en contra de su integridad física y también los graves daños sociales que sufrieron sus familiares y bienes patrimoniales y ha quedado un saldo incuantificable de víctimas como son los huérfanos, las mujeres viudas y madres y padres abandonados. En muchos casos el abandono de sus pobres propiedades deja la huella de la violencia patrimonial, la de la pérdida de los escasos bienes y la de la desaparición o invisibilidad del destino incierto de los familiares de las víctimas, otra suma de daños colaterales (p. XXX).


Andrea Andújar, nuestra historiadora argentina, nos introduce en el mundo de la lucha política femenina y de su participación ciudadana para resolver los grandes vacíos que abrieron las desobligaciones gubernamentales en lo concerniente a facilitar el acceso a los derechos de las/os ciudadanas/os al trabajo, la salud, la educación y los cuidados:


Estas mujeres, en su mayoría desocupadas, trabajadoras estatales y maestras, tuvieron un rol protagónico en la gestación de organizaciones sociopolíticas que intentaron detener la embestida provocada por la profundización del modelo neoliberal en la Argentina. Recogiendo experiencias de lucha y resistencia que poco tiempo antes habían tenido lugar en otras provincias y regiones del país, sentaron las bases del surgimiento de una de tales organizaciones: el movimiento piquetero […].

Así, fueron ellas las principales responsables de recolectar los alimentos donados por las familias y los pequeños comercios de la zona, y de prepararlos para dar de comer a quienes se encontraban bloqueando los caminos. También estuvieron en primera línea durante las recurrentes contiendas con las fuerzas represivas, juntando piedras, aceite hirviendo y agua para arrojarlas contra los gendarmes, o acudiendo a rescatar a los niños y niñas y a los ancianos y ancianas alcanzados por los gases lacrimógenos y las balas de goma cuando la represión sobrepasó las rutas para internarse en los barrios […].

Más aún, al defender los intereses de su género y de su clase, resignificaron con su propia acción el espacio en el que irrumpieron transgrediendo los límites impuestos a su participación política y poniendo en cuestión la legitimidad de una democracia que hizo de la exclusión social su piedra angular y de la penalización de la protesta su soporte (p. XXX).


Felicity Amaya Schaeffer hizo un estudio de las relaciones amorosas a través de redes y agencias en Guadalajara y encontró sugerentes situaciones de la ideología de las mujeres profesionistas y empoderadas que tienen la iniciativa de buscar pareja y han roto tabúes tradicionales de quedarse pasivas esperando al amor. En esta toma de decisiones autónomas, donde se vislumbra la sombra del mercado y del consumo de lo extranjero, Felicity devela la cortina de las preferencias femeninas y muestra el uso amoroso de las tecnologías de la comunicación:


En concordancia con la apertura del Estado mexicano a lo extranjero para mejorar la economía, también algunas mujeres ponen sus esperanzas en lo foráneo para lograr un desarrollo económico y personal […].

[P]ocos informes toman en serio la manera en que las mujeres perturban el cuerpo moral de la nación mediante las caracterizaciones negativas que hacen de los hombres […]. “[S]ólo salgo con hombres extranjeros: europeos, canadienses y americanos […] Es sólo que los hombres de aquí no me gustan […] chaparros, gordos y morenos […] ¡Nooo! […] A mí me gustan altos, delgados y bien vestidos” (p. XXX).


Juan Guillermo Figueroa aborda la educación y cultura de género de los hombres que deben hacer sus ritos para refrendar su identidad masculina:


En la experiencia de muchas personas del sexo masculino, se aprende que la exposición a lo que algunas teorizaciones describirían como “situaciones violentas corporalmente” es parte de los rituales a través de los cuales se construye la identidad de género como hombres. Eso genera una lectura del cuidado diferente a lo que aprenden muchas mujeres

e incluso pareciera contribuir al desarrollo de un umbral de dolor distinto, a partir de lo que es legítimo reconocer socialmente como incómodo, injusto o desagradable […].

Una propuesta de política pública, de debate y de discusión para cuestionar algunas de las diferentes causas de muerte de los hombres, consistiría en problematizar modelos de masculinidad, de manera tal que los hombres tuviéramos la posibilidad de resignificar relaciones con nuestro propio cuerpo, porque al hacerlo seguramente resignificaríamos las relaciones con todos los otros cuerpos con que regularmente nos relacionamos (p. XXX).


Sandra Franco se basa en las Encuestas del Uso del Tiempo –EUT– para ofrecer elementos estadísticos y rebasar las meras percepciones de las desigualdades entre los géneros, con base en la ejecución de los cuidados, de forma sugerente el valor emocional y afectivo de la dedicación de los cuidados:


Respecto al trabajo de cuidados, las EUT, hasta ahora, captan aquel que se efectúa a dependientes por ciclo vital o requerimientos de desarrollo –niños, niñas, adultos mayores, personas con discapacidad o limitantes–; la dependencia cultural de cuidados como la que ha sido generada por el ordenamiento patriarcal, que establece atribuciones y derechos a los hombres en la familia, sigue siendo escasamente explorada. Igualmente, hay dificultades para registrar los trabajos de cuidados en la esfera del mercado por cuanto éstos se incluyen como tareas productivas o remuneradas, lo que en cierta medida ensombrece las diferencias en la remuneración salarial o las condiciones laborales en que se efectúa […] El tiempo es mucho más que horas y minutos invertidos en la realización de actividades. Aunque es importante y hasta ahora ha permitido objetivar la desigualdad, deja de lado los aspectos emocionales y subjetivos que constituyen y definen a los trabajos domésticos y de cuidados. Estos aspectos hacen que las lógicas de realización disten de las lógicas imperantes en el sistema de producción de mercado (p. XXX).


Como parte de la sociedad globalizada de América Latina sabemos que el tiempo apremia, las tecnologías de la comunicación caen en rápido desuso y sustitución, el almacenamiento de datos para conformar problemas de investigación que nos conduzcan a una

mejor comprensión del mundo que vivimos tiene una caducidad. Es decir, el presentismo nos llama y nos obliga a seguir la carrera interminable por estar al día en la información.

En el transcurso de nuestro proyecto aprendimos que pese a la velocidad nunca antes imaginada en que transcurre nuestra historia, quienes amamos a la humanidad entera siempre hemos tenido otra percepción del tiempo: el de la reflexión, la argumentación y la explicación. De las ventajas de nuestro tiempo apostamos por la ciencia y la tecnología que nos facilitan aprehender mejor el mundo que nos tocó vivir, pleno de retos para ampliar los horizontes de las capacidades humanas para crear y recrearse.