Vivir en la autoexplotación: trabajo flexible y precario en jóvenes productores de jeans al suroeste de Tlaxcala1


Live in self-exploitation: flexible and precarious work in young jeans producers southwest of Tlaxcala


Janeth Rojas Contreras2


Resumen: A partir de una investigación antropológica que se apoya de una perspectiva económica y política, y de un abordaje etnográfico, se pretende abordar la forma en que el capitalismo neoliberal a través del mercado de trabajo ha absorbido a algunas poblaciones rurales, particularmente al sector juvenil, de un localidad ubicada al suroeste de Tlaxcala y los ha convertido en sujetos que adoptan los cánones del capitalismo neoliberal: el trabajo fragmentado, la flexibilidad, la precariedad, y la autoexplotación para capitalizarse y sobrevivir de la producción de pantalones de mezclilla, mediante a conformación de pequeñas empresas familiares.


Abstract: Based on an anthropological research based on an economic and political perspective, and an ethnographic approach, the aim is to address the way in which neoliberal capitalism through the labor market has absorbed some rural populations, particularly the youth sector, from a locality located southwest of Tlaxcala and has become subjects that adopt the canons of neoliberal capitalism: fragmented work, flexibility, precariousness, and self-exploitation to capitalize on and survive the production of denim trousers, by conformation of small family businesses.


Palabras clave: jóvenes rurales; autoexplotación; producción de jeans; precariedad; flexibilidad.


Flexibilidad y precariedad en los sujetos rurales

Las sociedades rurales contemporáneas son una muestra de la complejidad que han adquirido algunas actividades económicas donde se mezcla formas de trabajo, sobrevivencia y manutención que funcionan mediante la participación de todos los integrantes de la familia (organización posiblemente heredada de la agricultura familiar) con lógicas de trabajo abrazadas por la


1 Investigación apoyada por el proyecto PAPIIT-UNAM IA300316 Aguas azul mezclilla. Deterioro socioambiental y precariedad en el suroeste de Tlaxcala, y por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, CONACYT.

2 Candidata a doctora en Antropología, Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM. Líneas de investigación: juventudes rurales, estética, corporalidad, consumo y poder. Correo electrónico: rojasc.janeth@gmail.com.


flexibilidad y la precariedad encaminadas a mantener al menor costo, la mayor cantidad de producción, circulación y consumo de mercancías, propias de un contexto capitalista neoliberal.

Desde hace cuatro décadas, los espacios rurales han representado una fuente de recursos potenciales naturales, humanos y espaciales para brindar continuidad a los procesos de producción de las empresas trasnacionales mediante la absorción y conversión de manos dedicadas a las actividades agropecuarias y a la reproducción de la pluriactividad por mano de obra barata e industrializada que queda sujeta a los procesos de mercado (producción, circulación, consumo y más). Esta situación se amalgama con las constantes estrategias y respuestas de sobrevivencia, como la búsqueda e inserción en “nuevos” mercados de trabajo, que los sujetos rurales han mostrado ante las diferentes crisis y fallidos proyectos de modernización del campo.

Sin duda, las nuevas formas de trabajo fragmentado, flexible y precario que predominan en los espacios rurales forman parte una hegemonía selectiva o de un proceso de administración de poblaciones donde la personas desde sus diversos contextos se ven instadas a participar de las relaciones capitalistas de una u otra manera (Smith, 2011b: 1), por diversas razones como: la capitalización a nivel familiar o individual, el acceso a un salario o ingreso económico, de alguna manera, más constante y elevado que las ganancias obtenidas con la producción agropecuaria, la posibilidad de un consumo conspicuo, entre otras. De alguna forma, a nivel de la vida cotidiana, éstas configuran el motor de inserción de los sujetos rurales en formas contemporáneas del trabajo flexible y precario, además de ser el modelo político y económico prevaleciente en este momento histórico.

En necesario precisar que, aunque el trabajo precarizado y flexible se presenta como un fenómeno propio del capitalismo neoliberal surgido a principios de 1970 para dar salida a la producción de capital (Smith, 2011a), las historias locales muestras que las condiciones de flexibilidad y precariedad son experiencias añejas vividas en la vida rural. Por lo menos en la región de estudio que atañe a este trabajo, la gente ha sido flexible a movilizarse a otros espacios socio- geográficos dentro y fuera del país para insertarse en diversas actividades económicas, así como a la percepción de cantidades de ingreso económico diferentes de acuerdo con las actividades desarrolladas, además de carecer de seguridad social y otros derechos laborales; en este sentido, tanto las historias biográficas como las locales han estado marcadas por la


precariedad, a la cual entiendo como una condición de existencia donde prevalece el manejo de recursos mínimos o la escases de estos para la reproducción de diversas prácticas sociales como el consumo, el trabajo, la salud, el divertimento, estudiar, habitar, la alimentación, entre otras.

En el contexto actual, el capitalismo neoliberal ha abonado otras formas de experimentar la flexibilidad y la precariedad para los sujetos rurales, mediante la privatización, la empresarialización, la mercantilización, la producción de un excedente de mano de obra y el favorecimiento de una acumulación que desposee selectivamente a trabajadores y al medio ambiente de su valor (Harvey, 2015). Esto junto al dominio del capital sobre la fuerza de trabajo, donde el trabajador se enfrenta a un mercado laboral flexible y precario con contratos de corta duración y con el traslado de las responsabilidades del sistema de protección social hacia el propio individuo como una cuestión de opción personal (Ibídem: 184) pareciera socavar el lugar y las condiciones de existencia de las personas.

Sin embargo, para algunas poblaciones rurales, estas condiciones actuales del funcionamiento del capitalismo neoliberal, representan una forma de seducción de la precariedad (Prentice (2017). Es decir, idean estrategias para capitalizarse a sí mismas, aprovechando la apertura de mercados de trabajo y consumo. En este proceso reproducen, legitiman y perpetúan las condiciones de vulnerabilidad, fragilidad, precariedad y flexibilidad que predominan en las empresas dominantes. En términos prácticos, los sujetos rurales toman los modelos de funcionamiento de los grandes corporativos, tanto en la organización del trabajo como en la producción, para integrarse en las relaciones de mercado encarnando ellos mismos, el papel de productores-trabajadores-consumidores mediante la creación de pequeñas empresas familiares.

Por supuesto, cuando los sujetos toman en sus propias manos la administración de la precariedad y la flexibilidad, precipitan, en palabras de Robinson (2013: 25 y 26), una penetración extensiva e intensiva del capitalismo mundial, llevan áreas y esferas de la vida que antes estaban, más o menos, al margen del mercado hacia lógicas de la producción capitalista. Por ejemplo, los espacios rurales, la vivienda y las relaciones de la esfera íntimo-doméstica. Sin embargo, esto también implica un constreñimiento total hacia el proyecto político-económico del neoliberalismo, las personas se convierten en “nuevos” sujetos que “actúan (ya sea a través de resistencias, negociaciones, adaptaciones) bajo circunstancias que no son completamente elegidas por ellos mismo, por lo tanto, […] tienen un margen de acción limitado por la sociedad y


constreñido por la economía” (Salas y Velasco, 2013: 13).


San Mateo Ayecac, un espacio rural-industrializado

Un ejemplo de esto, son los jóvenes rurales productores de pantalones de mezclilla de la localidad de San Mateo Ayecac, perteneciente al municipio de Tepetitla de Lardizábal al suroeste de Tlaxcala. México. Este municipio colinda con los municipios tlaxcaltecas de Ixtacuixtla de Mariano Matamoros al norte y Natívitas al oriente, hacia el sur con el estado de Puebla, y al poniente con el municipio de San Martín Texmelucan Puebla. Actualmente está conformado por cuatro localidades: La Cabecera Municipal, San Mateo Ayecac, Guadalupe Victoria y Villa Alta.

De acuerdo con las actividades económicas más importantes del lugar, se puede decir que este es un espacio rural-manufacturero productor de maíz de temporal, hortalizas y prendas vestir. En los medidores de desarrollo social, el municipio está clasificado con índices de rezago social y marginación bajos, debido a que la mayoría de las viviendas reportan construcciones y acabados de blog y cemento; cuentan con una red de servicios básicos (luz, agua y drenaje), así como telefonía móvil y de casa, televisión por cable e internet; la mayor parte de las calles donde se conglomeran los asentamientos habitacionales y comerciales presentan pavimento y banquetas; además, a lo largo del municipio es posible encontrar diversos tipos de negocios, entre los que destacan los comercios abocados al abastecimiento de insumos y la complementación de actividades propias del ensamble de los pantalones de mezclilla, por ejemplo: mercerías, bordadoras, ojales, lugares de venta de tela de mezclilla (por rollo, metro y por retaso) y tiendas de jeans.

Los agricultores de Tepetitla participaron de diversos proyectos de modernización del campo mediante la introducción de medios de carga y transporte, de maquinaria, fertilizantes químicos y cultivos alternos al maíz y al trigo como las hortalizas (cebollas, tomate, brócoli, rábanos, col, cilantro y ajo) (González, 2008: 106), sin embargo, la producción de verduras topó con la dotación desigual por parte del gobierno de semillas, tractores y fertilizantes para los productores, sólo se beneficiaron quienes tenían una o más hectáreas, mientras los dueños de parcelas tenían que pedir prestado comprar estos materiales con los beneficiarios. El bajo apoyo financiero, además de la histórica contaminación del agua proveniente de zanjas, canales y ameyales que nacen al paso del río Atoyac utilizada para regar el 70 por ciento de las tierras de


cultivo que se localizan al norte del municipio y otras coyunturas como la apertura de los ejidos al mercado, produjeron el declive del sector primario, para dar paso a un contexto rural donde si bien sobrevive la producción de verduras, prima la mano de obra ocupada en actividades del sector secundario.

Por supuesto, la ocupación en actividades económicas alternas al campo data de la época de la colonia, donde ya existían procesos migratorios, el trabajo en obrajes laneros y una constante inserción y aprendizaje de diversos oficios que combinaban con la agricultura. Estas movilizaciones interestatales y hacia Estado Unidos con el Programa Bracero, así como la inmersión en diversos oficios fueron continuas hasta la década de 1970 cuando los lugareños encontraron un nicho de trabajo, sobrevivencia y capitalización en la producción textil que les permitió asentarse en su localidad, incluso volverse espacio de atracción laboral para migrantes de otros estados de la República Mexicana.


Características de la producción de jeans en San Mateo Ayecac

San Mateo Ayecac, es una de las localidades que tardíamente se integró al circuito de la producción textil de ropa -respecto a otras localidades tlaxcaltecas como San Cosme Mazatecochco, Santa Ana Chiautempan, San Francisco Tepeyanco, Santa Cruz y Acxotla del Monte-, con algunas peculiaridades que la distinguen de las comunidades anteriormente mencionadas: su producción textil nace bajo el atisbo de un capitalismo neoliberal sostenido por formas de subcontratación, el trabajo flexible y los procesos de descomposición o parcialización en operaciones simples y estandarizadas (De la Garza, 2006: 31).

La producción textil floreció con un grupo de jóvenes campesinos y albañiles que migraron hacia las ciudades de México y de San Martín Texmelucan, Puebla, para trabajar en las fábricas de costura o en las sastrerías, motivados por las condiciones de inestabilidad en la agricultura. Más tarde, tuvieron la idea de montar sus propios talleres de costura de pantalón dentro de sus viviendas, vendieron parte de sus tierras para comprar maquinaria y materia prima a crédito en algunas tiendas del otrora Distrito Federal y recurrieron a las comunidades libanesa y judía que dotaban de trabajo, maquinaria y tela a gran parte de la producción de la región Puebla- Tlaxcala.


En un inicio, los productores de San Mateo Ayecac trabajaban el pantalón de pana y gabardina, una década después, en 1980 comenzaron a trabajar la tela de mezclilla como una estrategia para integrarse al mercado con un carácter competitivo siguiendo las tendencias de la tela y cortes en boga. El proceso de producción de esta localidad inicialmente era de tipo casero; por ejemplo, el suavizado y planchado de la mezclilla se realizaba con productos disponibles para los quehaceres del hogar. Con el paso de los años se han afinado la organización y los ritmos de ensamble, confección y diseño mediante la copia de los modelos de producción de las empresas trasnacionales asentadas en el corredor industrial Ixtacuixtla.

En este municipio existen dos tipos de empresas textileras: 1) las empresas mezclilleras trasnacionales y 2) las pequeñas empresas familiares rurales que operan en talleres en vivienda.


  1. Las primeras operan a través de la subcontratación de coterráneos para abastecer a corporativos trasnacionales como Levi Strauss, Guess?, Gap y Tommy Hilfiger. Las más destacadas eran propiedad de Kamel Nacif Borge (productora de 25 millones de tela de mezclilla o denim, al año), y una planta de mezclilla del grupo Tavex Corporation ubicada en Villa Alta, Tepetitla -esta es una de las cuatro empresas productoras de mezclilla en el mundo-. En conjunto emplean a una gran cantidad de trabajadores de Puebla y Tlaxcala en los procesos de confección y de lavado de la mezclilla (Velasco, 2014).


    Este tipo de empresas textileras se afianzaron entre los años 1995 y 2000 con la puesta en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, e impactaron en la polarización del crecimiento de la industria tlaxcalteca. Por una parte, el traslado de actividades industriales de baja tecnología y los bajos salarios influyeron en el crecimiento de las exportaciones de Tlaxcala hacia Estados Unidos y en las altas ganancias de las empresas trasnacionales. Por otro lado, según Alonso (1997), las empresas se diversificaron en varios niveles jerárquicos de mercado: a) primer nivel, las empresas estadounidenses ubicadas casi siempre en California; b) segundo nivel, los centros de distribuciones o bodegas donde llegan los contenedores procedentes de Estados Unidos con el material cortado y listo para ensamblarse; c) tercer nivel, las empresas pequeñas o medianas constituidas con más de cien trabajadores; d) cuarto nivel, la sub-maquila que funciona


    en la modalidad de micro empresas, ésta participa de la maquila internacional y la hechura de cada pieza se paga a destajo. Con base en mi investigación empírica, es posible añadir un quinto nivel, e) los talleres en vivienda dedicados al abastecimiento de ropa de los mercados regionales.

  2. Las pequeñas empresas familiares rurales que funcionan a través de talleres acondicionados en las viviendas, éstas coexisten en la informalidad con las grandes empresas de exportación. Surgieron al margen del TLCAN y de los circuitos de la producción estadounidense. Algunas ejecutan el modelo de “servicio completo” o “modelo de paquete completo” que consiste en realizar todas las etapas de producción, desde la adquisición de materia prima, el diseño, la distribución y la venta de la mercancía.


A través de la investigación etnográfica se ha podido constatar que en esos talleres se producen diversos tipos de prendas de vestir, principalmente, pantalones de mezclilla para el consumo regional a precios bajos. Una porción de los lotes de pantalón es distribuida en diferentes estados de la República Mexicana y un porcentaje minúsculo en algunas partes de Sudamérica y Estados Unidos. Algunos comerciantes provenientes de diferentes lugares del país viajan hacia el tianguis de San Martín Texmelucan, Puebla -espacio comercial donde los productores de la región Puebla-Tlaxcala venden la mayor parte de sus mercancías textiles- para comprar jeans al mayoreo y, posteriormente revenderlos en sus mercados locales.

También, mantiene una organización de trabajo de fragmentación local, como una copia del trabajo descentralizado. El proceso de ensamble se complementa entre diferentes tipos de talleres locales (cortado, costura, lavanderías, planchadurías, bordadoras, ojales y pedrería) que trabajan a bajo costo y a través de una red vecinal y familiar que en conjunto forman parte de las cadenas de subcontratación del modelo de “servicio completo”. Quizá, la participación del grupo familiar (nuclear y extenso) y de las redes de apoyo inmediatas (en tiempo-espacio) en la producción de jeans podría ser el rasgo que ha vigorizado la penetración intensiva y extensiva del capitalismo (traducido en dinámicas de mercado, trabajo, producción, distribución de mercancías y consumo) en todas las esferas de la vida local y en el disciplinamiento de sujetos y territorios rurales que comparten contextos como el de San Mateo Ayecac.

La descomposición del trabajo en pequeñas tareas y espacios, al interior de la localidad, es


uno de los rasgos contemporáneos que ha adquirido la flexibilidad laboral a la que históricamente han estado sometidos los sujetos rurales, aunado a la organización del trabajo en cadena y el pago de tareas a destajo (centavos o pesos por cantidad de piezas tratadas), entre otros. También, es una producción que dista del trabajo de subcontratación para empresas medianas o corporativos trasnacionales, es más bien independiente y se diversifica de la siguiente manera:


Jóvenes viviendo en la autoexplotación de la pequeña empresa familiar

Como generación, los actuales jóvenes de San Mateo Ayecac nacieron posicionados en un contexto donde las premisas neoliberales habían sido adoptadas por sus padres a través de la producción de pantalones de mezclilla, por ejemplo, las dinámicas del mercado, la producción,


distribución y consumo de mercancías textiles se trasladaron de una esfera puramente económica (de sobrevivencia) hacia los proyectos de desarrollo personal de los jóvenes con miras a generar redes sociales; ser solvente para formar una familia, obtener bienes, tener oportunidades de consumo tanto para la satisfacción de necesidades básicas como conspicuo; obtener prestigio; generar habilidades; perpetuar el oficio aprendido de los padres, entre otros objetivos.

Así mismo, en este contexto de capitalismo neoliberal, la producción de jeans ha representado para los jóvenes, desde que eran niños, un plan de inserción en el mercado laboral que aunque precario y flexible parece prometerles una trayectoria de vida más o menos estable. En este punto, la precariedad y la flexibilidad del capitalismo neoliberal están trianguladas en tres aspectos de la vida de este grupo juvenil:

  1. En las condiciones de trabajo: como la nula regularidad de contratos, falta de normatividad en los tiempos de jornada laboral, así como de prestaciones y protección de los jóvenes, en tanto trabajadores. Además, estos rasgos se corresponden con las características básicas de la pequeña empresa familiar de San Mateo Ayecac (de conformación familiar y vecinal, dentro de viviendas, clandestina, doméstica, etc.) que limitan la posibilidad de establecer una relación laboral regulada legalmente entre el patrón que muchas veces es el papá, el abuelo, el hermano, el tío o el amigo del joven trabajador

  2. Como un estilo de vida: De acuerdo con Sttebbins, (1997 en Dumont y Clua, 2015), el estilo de vida comprende varias dimensiones sociales: “cómo los individuos obtienen los recursos necesarios para una actividad concreta, cómo se relacionan con el mundo social y organizan sus actividades, cuáles son sus intereses sociales y cómo se identifican con una actividad”. En este caso, aunque la precariedad y la flexibilidad han estado presentes en la historia de los sujetos rurales tanto en el campo como en las actividades de los sectores secundario y terciario, con el proyecto neoliberal matizaron estos aspectos vinculados principalmente al trabajo de producción de jeans y permearon diversos aspectos de la vida de los jóvenes ayequenses.

    Por ejemplo, aunque los salarios netos son más o menos altos y les permiten seguir los ritmos de la moda y estar en una constante adquisición de ropa, música, medios electrónicos y más, esta forma de consumo es barato y en muchos casos de material apócrifo; además para obtener un ingreso alto, los jóvenes deben trabajar en la mayor cantidad de piezas de mezclilla posibles al día, algunas ocasiones realizan veladas (trabajo nocturno) que funciona como una


    emulación del trabajo de horas extras.

    El acaparamiento del tiempo a través del trabajo en la mezclilla, les hace experimentar una restricción del uso de tiempos y espacios diferentes a la actividad en los talleres de ensamble. La flexibilidad y la precariedad en los espacios rurales han sido una condición de movilidad, de apertura de mercados de trabajo, de búsqueda de estrategia de sobrevivencias, de dinámicas educativas y más. La carencia o posesión de bajos recursos han sido el motor de múltiples respuestas flexibles que diferentes generaciones juveniles han tomado al encarnar el papel dual de sujetos y agentes de cambio y de inserción de otras prácticas, imágenes y discursos que han complejizado la realidad de sus localidades.

  3. En el proceso de subjetivación: las significaciones y el sentido del trabajo son aprendidos a través de la familia, como institución socializadora transmite valores, expectativas y representaciones de la manera en que las personas, en este caso jóvenes, perciben el trabajo y se ven a sí mismos en relación con éste (Berger y Luckmann, 2001; Boso, 2012: 53). En términos empíricos los jóvenes aprenden de la familia como grupo afectivo y laboral a pensar la vida ordenada en torno al trabajo textil, a subordinar prácticas cívicas, religiosas, políticas, de divertimento, educativas, así como la propia corporalidad a los tiempos y ritmos de la producción de lotes de jeans.

Estas condiciones de existencia tienen una razón de ser para los jóvenes productores de San Mateo Ayecac, en la medida que están envueltos en una demanda constante de suministro de ropa para sectores de la población que las grandes empresas han excluido al dirigir sus prendas de vestir a sectores que pueden tener una práctica de consumo caro, por lo que las pequeñas empresaa familiares rurales de este sector textil no representa una competencia. Sin embargo, penden de los grandes corporativos que pautan los ritmos de productividad y de alguna manera inciden en las dinámicas de competitividad de los pequeños productores rurales.

Al interior de los talleres, el trabajo está pensado para que los pantalones producidos sean los primeros en ofrecerse en el mercado con la mayor variedad de estilos y en tendencia dentro de las lógicas de la moda. La exigencia de esta constante producción y consumo de jeans somete a los productores, sin pretenderlo, al modelo de producción flexible que se reproduce a escala mundial, así como a prácticas de autoexplotación.

Los jóvenes extienden el tiempo de trabajo tanto como sea posible para cumplir con los


pedidos de mercancía, de 10 a 15 horas diarias, como una imagen del grado de coacción al trabajo y de la reorganización de los tiempos de la vida cotidiana y de la reproducción de otras prácticas sociales. Esto implica trabajar durante los fines de semana y en días festivos; aunado a esto, trabajan a destajo y en muchas ocasiones reciben el pago de este trabajo hasta que el lote de jeans es vendido; cabe mencionar que las ganancias obtenidas son relativamente “buenas” para quienes son dueños de la producción, aunque en algunos casos gran parte de éstas son destinadas al pago y mantenimiento de las máquinas, mientras que los trabajadores de los talleres y del trabajo a domicilio juntan cada uno de centavos o pesos recibidos por cada pieza que cosen, cortan, lijan, etc., además carecen de medidas de seguridad, uniformes y otros aditamentos mínimos necesarios para garantizar la salud y seguridad de los trabajadores.

Todas estas condiciones de trabajo y especialización en la producción de pantalones de mezclilla, además de contribuir a la formación de nuevos sujetos rurales que han disciplinado diversas esferas de la vida intimo-familiar y económica, también les ha llevado a experimentar otro tipo de precariedad al no poder alcanzar los niveles de acumulación de capital ni el prestigio de las empresas trasnacionales, y peor aún, afrontando el deterioro de sus recursos naturales (agua y tierras de cultivo), de la salud (principalmente en niños y jóvenes) y, la especializando de una población juvenil que gradualmente está limitando sus oportunidades de inserción laboral en otros sectores productivos, así como el incremento de la educación escolarizada, y por ende, de la profesionalización -que hasta el momento, ha sido privilegio solamente de algunos jóvenes ayequenses-, aunque no necesariamente representa un paliativo para las condiciones de precariedad de estos sujetos rurales.

Los jóvenes han crecido como sujetos de mercado donde la relación producción, mercado, mercancías y consumo prima en cada de las actividades, intereses y preocupaciones cotidianas. Estar al tanto de las nuevas tendencias, de las solicitudes de los clientes, de las preferencias y elecciones de los consumidores, les ha sumergido en prácticas de autoexplotación que los mantiene largas jornadas en un mismo espacio doméstico combinando tiempos de trabajo, ocio, comida, crianza y relaciones filiales. En este punto, los talleres ubicados en hogares han reajustado y, en algunos casos, desgastado las relaciones familiares. Las dinámicas entre padres e hijos, esposos, hermanos y demás parentela transitan entre lo privado-amoroso y lo laboral- económico. Las conversaciones, las redes políticas y económicas, así como los conflictos,


tensiones y negociaciones giran en torno a la producción, a la cantidad de trabajo por día, a la disposición de recursos para el ensamble y al desempeño de los integrantes en el proceso productivo.

A modo de ejemplo, los jóvenes han tenido que generar sus propias formas de estar juntos en términos recreativos, amorosos, identitarios e incluso compartir el tiempo de ocio dentro del espacio laboral. Esta juventud productora expresa formas reconfiguradas de socialización entre pares y respecto a las poblaciones adulta e infantil. Una de estas “nuevas” relaciones juveniles se expresa en la conformación de vínculos afectivos al interior de los talleres de costura y lavanderías. Los vínculos afectivos surgen entre compañeros de trabajo que se conocen y enamoran mientras cosen o lijan la mezclilla. A diferencia de las relaciones de pareja construidas en décadas anteriores por personas mayores quienes expresan haber establecido la primera conversación con la cortejada o cortejante en la calle, con el consentimiento de los padres para que dicha relación avanzara hacia un status de matrimonio.

El día de hoy, el tiempo-espacio de trabajo y el amoroso (erótico y amistoso) están entretejidos, sin la intermediación de los padres y en complicidad con los compañeros de trabajo. Fuera de los talleres, las oportunidades de convivencia son escasas, es posible que los jóvenes se reúnan para dar un paseo durante el día de descanso y en la mayoría de las ocasiones interactúan a través de llamadas y mensajes telefónicos.

En términos generales, la producción de jeans incide en la construcción de una red endógena de relaciones y alianzas filiales y afectivas entre jóvenes empleados en el circuito de talleres de costura y lavanderías de la región. Las constantes movilizaciones de un taller a otro y de una actividad textil a otra posibilitan la convivencia entre grupos de pares que proceden de diferentes localidades poblanas y tlaxcaltecas, pero que comparten los mismos intereses y la vocación por el trabajo textil.

Para cerrar estas acotaciones, los sujetos rurales como productores experimentan las contradicciones del capitalismo neoliberal, si bien se perciben a sí mismos en “mejores” condiciones sociales, con un ingreso económico más o menos regular y mayor capacidad de consumo en comparación con las generaciones de agricultores. En realidad, esta experiencia de ascenso social sacrifica recursos humanos y naturales que, a la larga, les dejara otros costos sociales que aún no se vislumbran del todo.


En este caso, no han sido las grandes corporaciones textiles quienes directamente exprimen la mayor cantidad de recursos al menor costo en aras de maximizar la productividad, por el contario, ha sido la población rural de esta localidad quien tomó la iniciativa de ajustarse al modelos político y económico del capitalismo neoliberal para poder sobrevivir, convirtiéndose ella misma en su propia mano de obra barata, al mismo tiempo que en los dueños, productores y consumidores de las mercancías producidas en la región.

Se puede decir que, a nivel local, los productores están sumidos en un proceso de auto- abastecimiento de ropa que se extiende a otras poblaciones con quienes comparten similares condiciones de existencia de clase. Sin embargo, la mayor parte del ensamble, cortes, diseños, estilos, modas y tendencias son calcados de las propuestas realizadas por las grandes empresas mezclilleras. Por lo que, los jovenes productores de jeans ayequenses son sujetos constreñidos a las dinámicas del mercado (producción, distribución y consumo de mercancías), tanto en su papel de ensambladores como en el de consumidores.


Conclusiones

Los sujetos rurales están insertos en una lógica de producción flexible con dinámicas de competitividad en el mercado regional y nacional. Son sujetos de un sistema económico donde priman el capitalismo neoliberal y la globalización como elementos configurativos de “otros” patrones de consumo y trabajo. En este caso la pequeña empresa familiar de pantalones de mezclilla o denim, nace como una actividad alterna a la agricultura e involucra a los lugareños en modos de producción flexible tanto en el proceso de ensamblaje como en las dinámicas del diseño y el uso de materias primas (determinados casi siempre por las marcas trasnacionales de ropa y los ritmos de la moda.

Las condiciones de subcontratación, las condiciones laborales precarizadas, de riesgo y autoexploración que se esconden detrás de los millones de toneladas de ropa que son consumidas anualmente, requiere el crecimiento de mano de obra con mayor versatilidad para competir en el mundo textil. La mayoría de estos trabajadores y de sus condiciones de existencia y trabajo son oscurecidas ante la impronta de la gratificación experimentada por los propios jóvenes productores cuando logran capitalizarse y convertirse ellos mismo en los dueños, trabajadores y consumidores de jeans.


De alguna manera, estos jóvenes rurales, son pequeños capitalistas, inversionistas de tiempo, espacio y trabajo individual y familiar en condiciones de precariedad y clandestinidad para sobresalir ante la competencia de talleres vecinos y para satisfacer a un mayor número de consumidores que no siempre están en condiciones de comprar la mercancía a los costos deseados.


Bibliografía

Berger, Peter y Luckmann, Thomas. 2001. La construcción social de la realidad. Argentina: Amorrortu editores.

De la Garza, Enrique. 2006. Reestructuración productiva, empresas y trabajadores en México, México: Fondo de Cultura Económica.

Dumont, Guillaume y Clua, Rafael.2015. Acercamiento socio-antropológico al concepto de estilo de vida. En Aposta, Revista de Ciencias Sociales, núm. 66, julio, agosto y septiembre, España: Universidad de Valencia, pp. 83-99.

Foucault, Michel. 2003. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, México: Siglo Veintiuno editores.

González Jácome, Alba. 2008. Humedales en el suroeste de Tlaxcala: agua y agricultura en el siglo XX. Universidad Iberoamericana.

Harvey, David. 2015. Breve historia del neoliberalismo. España: Akal

Minello, Nelson. 1999. A modo de silabario para leer a Michel Foucault. México: El Colegio de México.

Pretince, Rebecca. 2017. Microenterprise development, industrial labour and the seductions of precarity. En Critique of Anthropology, vol. 73, núm. 2, University of Sussex, UK, pp. 201-222.

Robinson, William. 2013. Una teoria sobre el capitalismo global, México: Siglo XXI.

Salas, Hernán y Velasco Paola. 2013. Los rostros rurales de la dominación en el neoliberalismo actual. Revista Margenes 13 (diciembre), pp. 7-13.

Smith, Gavin. 2011a. Selective hegemony and beyond population with "no productive function: a framework for enquiry. En Identities vol. 18, núm. 1, pp. 2-38.

Smith, Gavin, 2011b. Hegemonía selectiva o administración de poblaciones: enfoques distintos a


la población residual. PONENCIA. Universidad de Toronto.

Velasco, Paola. 2014a Aguas Azul mezclilla. Deterioro socioambiental y precariedad en el suroeste de Tlaxcala. PROYECTO DE INVESTIGACIÓN, México: Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM.