De movilidad restringida a inserción urbana: migración centroamericana y asentamiento en la zona metropolitana de México


From restricted mobility to urban insertion: Central American migration and installation in the metropolitan area of Mexico


Laurent Faret1


Resumen: Al analizar los formas contemporáneas de las dinámicas migratorias donde situaciones de "trayectorias frustradas" se han hecho más evidentes a medida de la complejidad de las rutas y los controles migratorios, la comunicación cuestiona las relaciones entre trayectorias de movilidad e instalación en el área metropolitana de México para las poblaciones del Triángulo Norte de Centroamérica. Se busca analizar los modos de inserción de las poblaciones centroamericanas en México, más allá del tránsito, en un contexto marcado por un alto nivel de movilidad, de vulnerabilidad y de invisibilidad.


Abstract: Analyzing the contemporary forms of migratory dynamics, where situations of "frustrated trajectories" have become more evident as the complexity of migration routes and controls increase, the communication considers the relationships between mobility trajectories and installation in the metropolitan area of Mexico for the populations of the Northern Triangle of Central America. The objective is to analyze the modes of insertion of the Central American populations in Mexico, beyond the mere transit, in a context marked by a high level of mobility, vulnerability and invisibility.


Palabras clave: migracion; territorio; insercion urbana; vulnerabilidades


En el periodo reciente, las dinámicas de la migración centroamericana en México han llevado a un replanteamiento de los marcos de análisis de la movilidad internacional en el contexto regional centro y norteamericano. La diversidad de la corrientes de movilidad, del Sur al Norte, del Norte al Sur, de tránsito o de instalación, así como las condiciones de la presencia centroamericana en México han llevado a nuevas interrogantes, tanto del punto de vista analítico que en términos de diseño de políticas publicas. Al cuestionar los marcos jurídico, político, socioeconómico y



1 Doctor en geografía, investigador CIESAS México - IRD-Universidad Paris Diderot, faret@univ-paris-diderot.fr

geopolítico a nivel nacional e internacional, el movimiento migratorio centroamericano da lugar a nuevas preguntas - sin duda menos atendidas que las que usualmente han sido generadas por la emigración de México hacia Estados Unidos - aunque de igual manera de mucha relevancia y actualidad en México. En la perspectiva nacional, la migración en tránsito es la primera y principal dimensión de las movilidades desde el Triangulo norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador). Según las fuentes, 140 000 a 400 000 personas cruzan anualmente el país con destino a Estados Unidos o Canadá (Rodríguez, 2016; Olayo Méndez et al. 2014; OIM, 2014). Sin embargo, convergen los informes de organizaciones civiles y las investigaciones académicas para señalar la importancia del aumento de los tiempos de permanencia en México y nuevos procesos de asentamiento (Cobo y Fuerte, 2013; Nájera, 2016; Izcara y Andrade, 2016; Fernández y Rodríguez, 2016; CNDH, 2017; REDODEM, 2017). Esos procesos responden a un triple contexto a escala regional: el de la estructuración de los sistemas regionales de migración construidos durante el período 1970-2010 (Faret, 2015; Morales, 2016), el reforzamiento de las medidas del control fronterizo en Estados Unidos y la externalización de la política migratoria hacia México (Villafuerte, 2014), así como la permanencia de contextos de violencia y exposición a riesgos en los países de origen (PEN, 2016; Pederzini y al., 2015).

Si existen regiones de México con larga tradición de migración y presencia centroamericana, en particular en el sur del país (Fernández y al., 2012; Rivera, 2014), hay evidencias empíricas de nuevos lugares y formas en la ultima década. Dichos procesos han surgido en relación con la geografía de las rutas de tránsito, la polarización por los espacios urbanos y metropolitanos del país o el impacto del “efecto-frontera” en el norte del país (Faret, 2017). En muchos casos, la tela de fondo de este proceso esta vinculado con el conjunto de las dificultades del recorrido migratorio, la vulnerabilidad de una gran mayoría de la población en movimiento (falta de estatus legal, falta de redes de conocimientos…) y la exposición a situaciones de violencia por parte de los grupos criminales y/o de las autoridades, conjunto de elementos que se repercuten en mayor inseguridad, discriminación y criminalización (Castillo 2000; Anguiano y Cruz, 2014). Desde este punto de vista, la “instalación” de Centroamericanos en México no puede ser vista como un fenómeno homogéneo, ni menos como respondiendo a un sistema de causalidad simple. En primera aproximación, se puede considerar que va desde un cruce que se prolonga de manera constreñida (semanas o meses) hasta un cambio del proyecto inicial, el comienzo de una dinámica

de asentamiento que va prolongándose a lo largo de los meses y años.

En ese texto, se intenta desarrollar un análisis de los procesos de asentamiento en el entorno metropolitano de la ciudad de México. Como se analizara mas adelante, la capital del país presenta hoy en día una situación especifica en cuanto a la presencia de población originaria del Triangulo Norte, en la encrucijada entre la polarización de una concentración urbana de primer rango y los procesos de movilidad constreñida hacia el norte de América. La ponencia intenta plantear unas cuestiones: ¿cuáles son las formas de una presencia que se prolonga mas allá de una etapa en los recorridos hacia el norte? ¿Cómo analizar los procesos de asentamiento/instalación en relación con las especificidades de una movilidad que, en gran mayoría, no tiene como destino inicial esta región? Del punto de vista analítico, ¿cuáles son los conceptos y herramientas metodológicas que permiten interpretar un fenómeno de ruptura en los proyectos migratorios y de permanencia en un entorno “no previsto”? ¿En que medida las formas de instalación actuales vienen a cuestionar la pertinencia de los enfoques clásicos utilizados en el campo de los estudios migratorios, donde la influencia de los conceptos de “país de instalación” o de “destino migratorio” suele ser importante? El planteamiento quiere ser aquí de otro tipo. En la medida en que la región urbana de México ha sido desde décadas un polo de atracción para poblaciones del interior del país, ¿cómo vincular en el análisis las especificidades y restricciones de una migración extra-nacional con el posible acceso a los espacios y a los recursos de la metrópoli?

Movilizando distintos niveles de escala y basándose en encuestas realizadas en 2016 y 2017, la ponencia analiza ciertas dinámicas que caracterizan a la migración centroamericana en México hoy en día. Hacemos la hipótesis que los nuevos arreglos espaciales y normativos que la instalación en México señala son el resultado de una doble lógica: la del impacto de las políticas migratorias restrictivas, en particular en el contexto de los Estados Unidos de la década de 2010, y la del aumento de violencias de distinta índole, en el contexto de los países de origen como a lo largo de las rutas migratorias. La comunicación intenta analizar las formas en que esas poblaciones están construyendo, entre proyectos migratorios frustrados y debilidad de las redes de apoyo familiar y social, estrategias de adaptación y de inserción socio-económica, construyendo a pesar de la vulnerabilidad un nuevo horizonte anclado localmente.

La ponencia esta organizada en tres partes. En la primera sección, se plantea el contexto analítico y teórico, haciendo énfasis en la perspectiva que diseña el cruce renovado de enfoques

migratorios y urbanos para entender los procesos de presencia e inserción de las poblaciones móviles en los contextos metropolitanos de hoy. En la segunda sección, se presentan las principales dimensiones de la presencia centroamericana en la zona metropolitana de la ciudad de México, a partir de la literatura y del trabajo de campo que sustenta esta comunicación. Si el atractivo de la zona urbana de México es real, los recorridos de los migrantes hacia la metrópoli son también el resultado de trayectorias bloqueadas, sea en el intento de migrar hacia el norte, sea delante de un imposible retorno en el país de origen. En la tercera sección se propone un análisis de las formas de acceso a recursos urbanos y dinámicas de inserción de la población en transcurso de asentamiento en la ciudad. Se hace hincapié de forma privilegiada en las cuestiones de generación de recursos económicos y acceso al mercado laboral, en contexto marcado por la vulnerabilidad, la invisibilidad y la movilidad.


Del tránsito al asentamiento: marco analítico y aproximaciones teóricas

Como planteado al inicio de este texto, la dimensión central de la migración desde Centroamérica ha sido la que usualmente se ha nombrado migración en/de tránsito, o de paso, refiriéndose al desplazamiento de personas a través del territorio mexicano, dentro de un movimiento que se genera en - y se dirige hacia - otro contexto nacional. En muchos aspectos, se puede considerar que esa migración de tránsito (sin menospreciar obviamente ni su importancia ni los retos asociados), ha llevado a sesgos analíticos en cuanto a las múltiples dimensiones de la movilidad centroamericana y la presencia de poblaciones de esa región en México. Ha contribuido a centrar el debate, tanto político como académico, en términos de presencia temporal de una población móvil “destinada a no permanecer”. Las reflexiones vinculadas se traducen en cuestiones de medidas de contención o de atención, de análisis de las rutas y de su evolución o de intentos de diseño de política migratoria adecuada. En la visión más pesimista, se puede también considerar que esa idea de tránsito conllevó, desde la perspectiva política, a no plantear o a plantear de forma muy parcial la necesidad de atender a las necesidades de dicha población.

En este contexto, consideramos que no se ha dado suficiente énfasis en otros aspectos de la dinámica migratoria, sobre todo en el hecho de que no todos los flujos son “lineales” ni incluidos en una temporalidad breve de “cruce territorial”. Vale la pena subrayar aquí que una de las especificadas de los recorridos a través de México es precisamente que no se pueden resumirse a

una simple trayectoria de un punto de origen a un punto de destino. De este modo, el análisis requiere de una atención más fina a los procesos socioeconómicos de la llamada migración de tránsito, tomando en cuenta condiciones de viaje, rupturas, temporalidades y espacios (Basok y al., 2015; Izcara y Andrade, 2016). Esa atención aparece más necesaria aún al considerar la evolución de los sistemas migratorios a escala regional, donde los efectos de la política estadounidense de restricción migratoria (en sus medidas como en sus planteamientos y discursos) está por afectar los procesos previos de encadenamientos y trayectorias migratorias en México como en Centroamérica.

Desde este punto de vista, el análisis de las migraciones en México lleva a abrir un campo de debate en resonancia con fenómenos semejantes - si no idénticos - en otros contextos marcados por una reconfiguración de las dinámicas migratorias. Varias situaciones, en Europa o África particularmente, han llevado a reconsiderar los procesos de movilidad y las situaciones de trayectorias más complejas, incluso dentro de sistemas migratorios históricamente estructurados. El reforzamiento de las barreras a la movilidad, la diversificación de las trayectorias y la búsqueda por parte de los migrantes de nuevas alternativas han llevado a plantear las cuestiones del tránsito prolongado y de las condiciones de inserción de la población “flotante”, en contextos de incertidumbres y dinámicas migratorias más enredadas. En cierta medida, la transformación de las formas migratorias llevan a re-considerar las interferencias entre categorías tales como las de tránsito, etapa, asentamiento y circulación. Las movilidades migratorias conducen hoy a otras lecturas de las dinámicas de inserción, particularmente en el contexto de circuitos transnacionales marcados por altos niveles de incertidumbre y/o de vulnerabilidad, como en los casos de las migraciones a destinación de Europa y a través de Turquía, Marruecos, Mauritania, Mali o Niger (para un debate sobre otros contextos, ver entre otros Agier, 2002; Bensaâd, 2003; Ba et Choplin, 2005; Alioua, 2007; Brachet, 2007; Papadopoulou, 2008 ; Pian, 2008; Timera 2009; Streiff-Fénart y Poutignat, 2014). Varios estudios han subrayado el hecho de que el concepto de migración en tránsito es repetidamente utilizado por los países de supuesta llegada, con la visión política que lo acompaña dentro de una perspectiva de externalización de las políticas migratorias (Timera, 2009; Düvell, 2012). Al analizar en una perspectiva analítica mas profunda los procesos del tránsito, los trabajos mencionados coinciden en la necesidad de superar esa visión para considerar los espacios/tiempos de la presencia de grupos móviles, lo que podríamos llamar la “inmovilidad en la

movilidad”, y los procesos de inserción incompleta, de espera, de cambios de proyectos y búsquedas de formas alternativas, sea hacia otra movilidad o hacia un asentamiento mas durable. Dichos procesos, siempre situados e insertos en dinámicas sociales específicas, necesitan acercamientos propios, sea desde la perspectiva de los “territorios de la espera” que generan a corto plazo (Vidal y Musset, 2015), o en la perspectiva a largo plazo de la inserción en nuevos escenarios de “gateway cities” (Price y Benton-Short, 2008).

Analizar las dinámicas de presencia e inserción lleva entonces a movilizar las perspectivas de los trabajos sobre migración y acceso a la ciudad, al mismo tiempo que los estudios que discuten de las formas de estructuración contemporánea de los espacios urbanos y sus efectos en términos de dinámicas sociales. En el primero de esos grupos, la tradición mexicana de la antropología social urbana ha dibujado ejes ineludibles, siguiendo a Lourdes Arizpe o Larissa Lomnitz y el análisis de los procesos de migración desde la zonas rurales del país a partir de los años 1970 (Arizpe, 1978 y 1985; Lomnitz, 1975). En otros contextos, los trabajos sobre la formación de comunidades latinas en Estados Unidos han documentado esos procesos de movilización de recursos en ámbitos urbanos (Faret, 2003; Glick Schiller y Çaglar, 2011; xxxxx). Por lo tanto, podemos considerar que las condiciones y los contextos de acceso a la ciudad son aquí distintos en numerosos aspectos: en primer lugar, el tejido de los recursos sociales (esencialmente las redes de conocimientos y apoyo construidos a partir de las comunidades de salida) no es de igual disponibilidad que en los casos señalados anteriormente (Tinoco, 2012; ITAM, 2014; FM4 Paso libre, 2016). En segundo lugar, la exposición à la violencia y a diferentes riesgos asociados limita de forma marcada el proceso de incorporación y, en ciertos lugares, de presencia misma en el espacio urbano. La vulnerabilidad de los migrantes a situaciones de inseguridad, discriminación y criminalización define en gran medida el posible acceso a recursos (Casillas 2011, Rodríguez 2014, REDODEM, 2017). En tercer lugar, consideramos significativo que las dinámicas mismas de fragmentación y segregación en el espacio urbano influyen en los procesos de llegada/inserción. En el contexto de una creciente fragmentación del espacio y de las sociedades urbanas y metropolitanas (Duhau 2008, Prévôt- Schapira 2005), el acceso a los recursos de la ciudad para las poblaciones más vulnerables se ha visto afectado por la degradación de las condiciones de reproducción social. El aumento de las desigualdades, la transformación de las políticas de gestión social y urbana (Ziccardi, 2012, Sehtman y Zenteno, 2015), las situaciones de crisis del modelo neoliberal han llevado a un

fortalecimiento de la división social del espacio metropolitano y a una erosión de las respuestas domesticas y colectivas, haciendo que la implementación de estrategias adaptativas sea cada vez más difícil (González de la Rocha, 2001). Las poblaciones extranjeras recientemente llegadas al escenario urbano pueden ser consideradas como las que más han sido impactadas por esas dinámicas.

En particular, sostenemos aquí que cuando la migración en tránsito lleva a asentamientos y permanencias, la inserción en el espacio urbano reviste una forma especifica, a la vez socialmente articulada con trayectorias y proyectos “frustrados” en otros lugares (sean lugares de destino esperados o de origen a los que no se puede regresar) y con dinámicas especificas relacionadas a los contextos socio-espaciales de inserción en los nuevos horizontes locales de la ciudad. En otras palabras, la cuestión del acceso a recursos de las poblaciones asentadas llama a considerar dinámicas socioeconómicas que se pueden considerar analíticamente como en la intersección entre el estar en migración y el estar en la ciudad, con el reto de movilizar los aportes de diversos campos de análisis que han observado la naturaleza y el alcance de los tipos de recursos movilizados con respecto a esos diferentes planteamientos1. En la lógica de la instalación, corresponde a los migrantes "generar recursos" en la ciudad, en el sentido de crear una serie de condiciones que permitan la permanencia más allá de los tiempos de espera antes de un próximo viaje. La diferencia con el tránsito aparece aquí de forma clara: la sostenibilidad relativa de las soluciones implementadas supera la estrategia de movilidad. La búsqueda de medios y recursos para el desplazamiento se combina, o viene siendo reemplazada por la búsqueda de medios y recursos para estabilizar una presencia que se prolonga, abriendo posible paso a una forma de inserción local, una forma de “anclaje” en un nuevo ámbito.


Trayectorias migratorias y presencia centroamericana en la zona metropolitana de México Un número creciente de estudios han permitido documentar los flujos de migración a través de México y sus efectos durante los años recientes. Vale la pena señalar que, si el fenómeno de migración centroamericana a Estados Unidos había crecido de forma sustentada durante los años 1980 y 19902 (refs), el análisis de las trayectorias de movilidad a través del territorio mexicano fueron escasas hasta inicios de los años 2000. En el periodo anterior, trabajos como los de Manuel Ángel Castillo y Rodolfo Casillas habían sido pioneros en señalar y documentar la migración de

paso desde inicios de los años 1990 (Castillo, 1990; 1995, Casillas, 1992). Mas adelante, la importancia de los flujos y las problemáticas especificas a esas poblaciones flotantes llevaron a reforzar el análisis de los procesos sociales vinculados: en términos de medida del fenómeno (Rodríguez y al., 2012), de evolución de las rutas de migración (Casillas, 2008; Nájera, 2016); de contextos de inseguridad y violencia (CIDH, 2013; REDODEM, 2017; Rojas, 2017), de trata de personas y derechos humanos (Carrasco, 2013; París-Pombo, 2016), de políticas publicas y de refugio (Cobo y Fuerte, 2013). De forma notable, esos estudios coinciden en subrayar la vulnerabilidad de las poblaciones en movimiento, la exposición a un conjunto de riesgos que se vinculan al incremento de la violencia en México durante las dos ultimas décadas.

Esos estudios sobre la migración en tránsito han venido complementar otros trabajos sobre fenómenos conexos, los dedicados a la migración de refugiados de los conflictos armados en Centroamérica por un lado (Kauffer, 2000; García, 2006), los que se habían centrado en el análisis de los flujos de trabajadores agrícolas en el Sur de México, en especial en la región del Soconusco (Castillo y Vázquez, 2010; Rivera, 2014; Rivas, 2013). Si la base histórica de la presencia centroamericana en México remite al período de los conflictos armados en el Istmo, las diferencias entre la migración de los años 1975-1990 y la migración actual son sustanciales, tanto en las características socio-demográficas de la población que en los contextos de movilidad (Pederzini y al., 2015). De forma general, los flujos actuales son más diversos en términos de edad, género, nivel educativo y origen geográfico de los migrantes, como lo muestra el material empírico que hemos colectado durante el periodo 2015-20163. El punto común de los flujos actuales es la situación de crisis y de exposición a riesgos en los países de origen, vinculada sea al aumento de la violencia durante las últimas dos décadas o al deterioro de las condiciones de acceso a los mercados laborales de la región (PEN, 2016, García y Villafuerte, 2014). Otra dimensión es el predominio de una migración indocumentada (por entrada sin documentos o expiración de la visa que permitió el ingreso al territorio). Para el período reciente, obtener el estatus de refugiado o una visa humanitaria concierne solo a una parte muy pequeña de los migrantes (Cobo y Fuerte, 2013). La migración masculina sigue siendo predominante (Rodríguez, 2014), pero la feminización de los flujos se ha vuelto significativa, lo que los estudios a fines de la década de 1980 ya habían comenzado a registrar (O'Dogherty, 1989). La migración de menores no acompañados es también una característica actual, especialmente jóvenes adolescentes (Rodríguez, 2014; UNICEF, 2016),

y refleja la falta de alternativas en las zonas de origen. El nivel promedio de escolaridad es más bajo que en los períodos de guerra civil, lo que indica una extensión de la migración a sectores más amplios de las sociedades de los países de origen. Sin embargo, vale la pena mencionar diferencias dentro de esa migración. En el área urbano de la Ciudad de México, la migración salvadoreña es la más antigua, lo que se refleja en la existencia de redes sociales formadas, aunque no siempre de recurso para las poblaciones recién llegadas. La migración desde Honduras ha experimentado el crecimiento más significativo en el período reciente, en un ambiente de incertidumbre aún mayor, para migrantes muy a menudo sin experiencia migratoria previa. Pero la insuficiencia de estudios específicos dificulta el abordaje de la presencia centroamericana mas allá del tránsito en el área metropolitano. Estudios como el de Itzel Tinoco (2012) o de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF, 2013) son raras excepciones, y prolongan los trabajos pioneros de O’Dogherty en los años 1980-90.

En términos generales, un elemento común en las entrevistas realizadas es que la Ciudad de México no es el destino inicial de la migración centroamericana, lo que es congruente con estudios sobre otras ciudades del interior del país (FM4, 2016; Palacios y Rubio, 2016). Nodo en las rutas migratorias que conducen al norte, México es un punto de concentración de las carreteras nacionales y las redes ferroviarias. Para la gran mayoría de los migrantes (en la muestra del estudio como en trabajos existentes), la instalación en la Ciudad de México es el resultado de una interrupción en un proyecto, un cambio de trayectoria, o lo que podríamos llamar un periodo indeterminado entre dos tipos de flujos: un camino interrumpido en el recorrido América Central - Estados Unidos, o la expulsión de Estados Unidos sin posibilidad de retorno al país de origen. La especificad de esas trayectorias define en gran medida las condiciones de inserción en el área metropolitana. En el primer caso (sur-norte), las situaciones encontradas dan testimonio de la insuficiencia de recursos económicos y sociales para prolongar el desplazamiento hacia el Norte. El costo de los viajes (y los recientes incrementos debido al aumento de las redes de contrabando), el escaso conocimiento de las rutas de migración y una capacidad muy limitada para apoyarse en redes de conocimiento llevan a la permanencia en el lugar. La situación de tránsito se hace gradualmente más larga a medida que las situaciones de exposición a fenómenos violentos conducen a la interrupción de las rutas. En el segundo caso (flujo norte-sur), el área metropolitano aparece como una ubicación alternativa, un “espacio de repliegue” después de la deportación o de

la imposibilidad de permanecer en Estados Unidos. Las condiciones de violencia experimentada o los temores en el entorno de origen (individual o familiar) aparecen como el primer factor que frena el retorno. La falta de perspectiva de acceso al mercado laboral del país de salida es el segundo. El permanecer en México se presenta en ese contexto como una alternativa, más allá de las dificultades encontradas localmente, junto a veces con la oportunidad de mantener la esperanza de una nueva migración.

En términos de llegada e instalación en la ciudad, la complejidad de las rutas de migración y la diversidad de las trayectorias tienen como consecuencia una dispersión espacial alta. Ninguna concentración significativa puede ser detectada al nivel metropolitano, y no existen formas de agrupación realmente significativa a este nivel. A diferencia de otros contextos migratorios, hablar de barrios o de construcción de comunidades centroamericanas espacializadas en la ciudad de México no es relevante. No obstante, pueden existir pequeños espacios de proximidad residencial a escalas locales, a veces en relación con la presencia de población refugiada anteriormente instalada durante el periodo des las guerras civiles. Sin embargo, se puede considerar que los efectos de inter-conocimiento y de redes familiares no operan de forma comparable si se compara, por ejemplo, con la canalización de los flujos desde El Salvador, Guatemala o Honduras en las ciudades de Estados Unidos, procesos con una dinámica histórica de otra amplitud. Este heterolocalismo de facto (en el sentido de Zelinsky y Lee, 1998), resulta de trayectorias migratorias donde los elementos individuales de trayectorias y las oportunidades encontradas localmente en el momento de la llegada parecen ser más significativos que las redes sociales previas para los migrantes de instalación reciente.


Acceso a recursos urbanos y condiciones de inserción

Las formas en que los migrantes centroamericanos llegan a insertarse en el entorno urbano son muy diversificadas. Al respecto, los elementos que presentan los casos individuales difícilmente forman un patrón con alcance de generalización. El acceso a distintos recursos urbanos (como alojamiento, mercado laboral, acceso a información, salud, transporte, educación…) depende en gran medida de factores sobre los cuales los migrantes tienen poca dominio. A escala local o micro- local, la llegada al entorno urbano está en gran medida ligada a los ejes de desplazamiento, en relación con la migración de paso (puntos de cambio de modo de transporte por ejemplo). Los

lugares de interrupción de las rutas y la búsqueda de apoyo en el entorno vecino aparecen como puntos de entrada a la metrópoli. En materia de recursos económicos, la mayoría de los entrevistados que han podido acceder a empleos lo lograron en el sector informal, con temporalidad a menudo corta, bajos ingresos y en actividades de poca calificación. Predominan aquí los sectores de la construcción (ayudantes, albañiles), los talleres de reparación automotriz, la descarga de camiones de carga, el custodio de bodegas o el sector de la restauración. También se menciona el sector de los servicios sexuales. En la mayoría de los casos, la falta de documentación migratoria hace difícil el acceso a empleos mas estables, mismo que la desconfianza de los empleadores para situaciones de estatus legal provisional. Otro fuente de ingresos proviene, en ciertos casos, de la pedida de apoyo económico en las calles. Con ingresos bajos y falta de documentación, el acceso a la vivienda es también complicado y se limita en muchos casos a situaciones inestables o que se prolongan de forma precaria (subarrendamiento de cuartos) en zonas de bajo nivel de vida. El acceso al transporte y la circulación en la ciudad se ven limitados a la vez por el desconocimiento del entorno urbano y del sistema de transporte, el miedo a los controles por parte de las autoridades y, de forma mas general, a la exposición a formas de violencia, xenofobia y/o sobornos. La frecuentación de las instituciones de salud apare reducida, limitada a consultorios o medicina popular, en muchos casos por desconocimiento de las posibilidades de acceso a servicios médicos especializados o por falta de documentación. Para las familias con niños, otro reto es el del acceso a la educación mas allá de los primeros anos de escuela, y se mencionan casos de escolaridad troncada debido a falta de registro en el sistema nacional de población4.

Por muchos aspectos, el acceso a los recursos urbanos esta restringido y los migrantes de

recién llegada se encuentran en situaciones adversas, lo que puede ser visto como prolongación de las condiciones que han experimentado en sus pasos previos a la llegada a la ciudad. Como se ha mencionado, aparece de forma notable que la movilización de recursos sociales tiene características especificas. Una minoría puede contar con apoyos directos de familiares o conocidos (redes sociales), y en muchos casos son de poca relevancia para el nuevo contexto. De forma más común, los recursos sociales provienen de los contactos y vínculos establecidos durante la experiencia migratoria o en el proceso de llegada, es decir son mas coyunturales, y de allí de menos alcance. En este sentido, resalta el papel de intermediación de las organizaciones de sociedad civil y ONG, que en muchos aspectos contribuyen a la construcción de un primer entorno social urbano.

Del punto de vista analítico, consideramos que tres características pueden ser distinguidas para pensar los procesos de presencia/inserción urbana y sus especificidades. La presencia centroamericana reciente en el contexto metropolitano se caracteriza por grados de vulnerabilidad altos, diversas formas de invisibilidad, y contextos donde la movilidad sigue siendo un componente importante. Esa articulación de vulnerabilidad – invisibilidad - movilidad no es especifica al contexto aquí escrutado (ver los trabajos mencionados anteriormente sobre otros casos) pero toma formas que se combinan de forma original.

Vulnerabilidad: la vulnerabilidad puede ser entendida, en el sentido de Silva (2014: 399), como un “conjunto de situaciones cumulativas que tiene como corolario vulnerabilidades diferentes en intensidad, el espacio y el tiempo que se retroalimentan”. Aquí esa vulnerabilidad se declina en varias formas/momentos de exposición a abusos por parte de actores como los de la economía de la migración (trata de personas por ejemplo), los de la delincuencia urbana (vinculada al narcotráfico en muchos casos, pero también de extorsión/robo) o en relación a los abusos de actores institucionales a distintos niveles de poder, nacional estatal y local. Las deficiencias en la posible movilización de recursos sociales y el estatus de indocumentado aumentan esa vulnerabilidad, generando una “condición personal de extrema carencia de poder impuesta a un inmigrante/extranjero” (Bustamante, 2007: 13).

Invisibilidad: la invisibilidad es una componente importante de la experiencia de lo urbano para los migrantes de recién acceso. Merece ser entendida en varias dimensiones y refiriéndose a varios procesos. En muchos casos, la presencia centroamericana esta invisibilizada por parte de los actores sociales e institucionales del entorno metropolitano y/o nacional: la invisibilidad política, el no acceso a los derechos o al ejercicio de una ciudadanía relevan de esta dinámica. En el espacio del debate publico, esa invisibilidad suele dar lugar a la estigmatización, entre otras cosas cuando la presencia de individuos y grupos migrantes esta asociada a una forma de riesgo para las poblaciones locales (asimilación a delincuencia). Pero a la vez, y de forma que parecería contradictoria, la invisibilidad puede ser parte de un modo de inserción en la ciudad por partes de los sujetos migrantes: no parecer migrante es protegerse de controles y de riesgos, de ahí las estrategias de adopción de códigos de comportamiento, lenguaje y acentos o formas de vestir. Los procesos señalados aquí se suman, contribuyendo en cierto modo a una minimización de los retos sociopolíticos vinculado a la migración internacional.

Movilidad: una tercera característica de la inserción urbana tiene que ver con la relación a la movilidad que tienen los migrantes centroamericanos en la metrópoli. En muchos casos, la instalación corresponde a una temporalidad poco controlada, que puede dar paso a nuevas formas de movilidad/migración, a diferentes escalas (cambio de residencia dentro de la zona urbana, migración a otra ciudad, a Estados Unidos o de regreso…). La tensión entre permanencia y reanudación de movilidad es frecuentemente señalada. Si el asentamiento es parte de un proyecto de mediano o largo plazo, la posibilidad de que una nueva migración lo restringa es también perceptible. De ahí, la recurrencia de la movilidad como posible perspectiva es probablemente una forma de recurso en si (frente a una inserción imposible por ejemplo), aunque no favorece las dinámicas de inserción e integración de largo plazo. Tal combinación de anclaje por defecto y movilidad latente parece ser sintomático de las poblaciones expuestas a tales niveles de vulnerabilidad en los diferentes entornos que experimentan.


Elementos de conclusión

En los anos recientes, se ha registrado presencia de mas larga duración de población oriunda de Centroamérica en el contexto metropolitano de la ciudad de México, mas allá del cruce o de la etapa en la ruta hacia el Norte. Esa dinámica es parte de la reconfiguración de trayectorias migratorias, en las cuales no se incluyan inicialmente a ese destino. Sin embargo, dicho fenómeno queda en gran medida poco analizado, y esfuerzos de investigación quedan por desarrollar. Dichos cambios en los proyectos migratorios, haciendo de la zona metropolitana una perspectiva de permanencia (voluntaria o forzada por acontecimientos), llaman al análisis de las nuevas estrategias adaptativas de inclusión en el contexto urbano local y regional y la construcción de nuevos horizontes de anclaje territorial. La vulnerabilidad de los migrantes en la ciudad cuestiona la posible construcción de una ciudadanía y la expresión de un “derecho a la ciudad” (en el sentido de H. Lefebvre). Efectos de las situaciones de violencia, inseguridad creciente, discriminación y criminalización hacen difícil la inclusión.

Mas allá del análisis de las dinámicas migratorias, la construcción de “citadinité” (ciudadanía urbana) y los desafíos de lo que se ha venido llamando la ciudad inclusiva - con los temas políticos y de gobierno que los acompañan - están en el centro de las agendas de la dinámicas urbanas de hoy. El proceso de metropolización llama a una (re)consideración especifica de las

formas de integración de las poblaciones urbanas, entre fragmentación de las experiencias sociales y aumento de la dinámica de segregación en los entornos de las grandes ciudades. En este sentido, cuestionar la posibilidad de inserción de migrantes centroamericanos en contextos locales que son ya bajo tensión desde el punto de vista del acceso a los recursos (vivienda, mercado laboral, bienestar…) es relevante. En la perspectiva transversal de las trayectorias migratorias y de las dinámicas urbanas, la población migrante parece confrontada a un desafío permanente al estar en la ciudad, teniendo que enfrentar tanto situaciones de marginalidad social en el llamado país de tránsito, de relegación en espacios en posición de periferia en el contexto metropolitano y al mismo tiempo en micro-márgenes en el tejido urbano a escalas locales.


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Notas


1 Sobre la noción de “recursos migratorios”, se podrá ver Boyd, 1999; Ma Mung, 1999; Morokvasic-Muller, 1999; Garip, 2008. Sobre la noción de “recursos urbanos “, ver Wirth, 1938; Pahl, 1975; Duhau, 2008; ONU-Habitat 2012.

2 Entre 1980 et 1990, la población censada en Estados Unidos nacida en Centroamérica pasaba de 354 000 à 1 134 000, para llegar a 2 026 000 en 2000. Se considera que, en 2015, esa población es de 3 385 000 (fuente: Migration Policy Institute y US Census)

3 El material utilizado en este texto proviene de un trabajo de campo (observación, entrevistas cualitativas) llevado a cabo durante el periodo julio 2015 - agosto 2016: se ha constituido un corpus de 37 entrevistas con migrantes con diferencia anterioridad en el espacio metropolitano (de 2 meses a varios años) y de entrevistas con responsables de organizaciones e instituciones relacionadas con el tema.

4 Posesión de un número único de registro (CURP), que se utiliza para poder realizar trámites en cualquiera institución publica.