Organizaciones, liderazgos y reglamentaciones para preservar las tradiciones: el caso de El Pueblito, Corregidora, Querétaro


Organizations, leadership and regulations to preserve traditions: the case of El Pueblito, Corregidora, Querétaro

Paulina Pereda Gutiérrez1


Resumen: Las tradiciones de El Pueblito, Corregidora, Qro., mantienen una regularidad y producción de símbolos, significados, creencias y valores que configuran la cultura del pueblo y la identidad de sus originarios desde hace 400 años. Derivado de un trabajo de campo realizado durante el 2017, se propone que el comportamiento tradicional- religioso en El Pueblito no sólo se mantiene en el tiempo, sino que se robustece gracias a un sistema organizacional eficiente, reglamentado y regulado por líderes religiosos y comunitarios que se empeñan en mantener y en reforzar sus formas de vida y las creencias tradicionales que guarda el pueblo.


Abstract: The traditions of El Pueblito, Corregidora, Qro., Sustains a production of symbols, meanings, beliefs and values that make up the culture of this place and the identity of their native people for almost 400 years. As a product of a fieldwork carried out during the year of 2017 the proposal here exposed is that the traditional-sacred behavior in El Pueblito not only survives through time, but it also gets stronger because the efficient organizational system, and regulations endorsed by religious and community leaders, whom insist on maintaining and reinforcing a traditional way of life.


Palabras clave: tradición; identidad; religión; organización


El Pueblito

Reconocido por ser la cabecera municipal de Corregidora, uno de los ayuntamientos que conforman la zona metropolitana del estado de Querétaro, un estado en constante crecimiento y desarrollo social y económico; El Pueblito es un pueblo mestizo en donde, al parecer, las formas indígenas han desaparecido en su mayoría, pero, de acuerdo con los lugareños, existe una escasa referencia hacia lo otomí, cultura que, en épocas prehispánicas, se asentó y predominó en esta zona. Hasta donde se ha podido observar, este pueblo tiene componentes comunitarios explícitos,



1 Maestría, ciencias sociales, Universidad Autónoma de Querétaro, estudios socioculturales, paulinapereda07@gmail.com.

posee rasgos religiosos ortodoxos y habitantes que ajustan la mayor parte de su convivencia a la rectitud católica.

Moreno (2017) describe que la fiesta es la forma de replicar el patrimonio inmaterial del pueblo y la manera en la que los vecinos recuerdan sus raíces. Después del trabajo de campo, se puede afirmar que el funcionamiento de la fiesta depende de una estructura comunitaria que organice las procesiones, misas, comidas, bailes, cantos y fuegos artificiales que, durante un par de días al año, alteran la vida cotidiana de los habitantes para envolverlos en un ambiente mágico. Derivado también de la labor de campo, se destaca la influencia y el impacto de las instituciones social- religiosas, así como la importancia de contar con una organización sólida compuesta por actores participativos y bien informados. Las prácticas tradicionales religiosas, al tiempo que confieren de identidad al pueblo, fortalecen la integración y la cooperación entre sus miembros para llevar a cabo acciones que trascienden las épocas festivas y los beneficien como comunidad. En parte, esto es posible gracias a la formalización de reglamentos y a la institucionalización de líderes encargados de hacer que se acaten las reglas pertinentes para el

mantenimiento de sus formas de vida.

Sin embargo, la motivación y la fuerza principal de esta organización sistémica probablemente se encuentre en defender un territorio y una cultura de los cambios que, si bien a algunos ha tenido que adaptarse, a otros ha tenido que enfrentarse y resistirse. “En este cambio continuo, los vecinos siempre buscaran un fin: mantener ideas de pensamiento que les ofrezcan certidumbre, permanencia y continuidad. Generando sus propios códigos y símbolos se transmiten valores, costumbres, tradiciones y patrimonio” (Moreno; 2017: p. 185).


Método

Se utilizó el método hipotético- deductivo, pues se parte de elementos teóricos e hipótesis que anteceden y determinan las observaciones en campo (Pérez, 2014). El estudio que se realizó es de corte explicativo, para revelar las causas de eventos sociales y dar razón de las actividades llevadas a cabo en esta región delimitada (Hernández, et al., 1991).

La estrategia de investigación fue un estudio de caso, puesto que su finalidad es incrementar el conocimiento acerca de un fenómeno focalizado (Yin, 1981). Por lo anterior, la recolección de datos apela a lo cualitativo, pues se realizaron entrevistas con guion

semiestructurado, permitiendo sostener una conversación con cierta libertad con el entrevistado y hablar acerca de su estilo de vida y experiencias, pero sin perder de vista la temática central con respecto a la conservación de la tradición.

Se recurrió además a la historia de vida, para conocer a través de su relato, problemáticas y situaciones en torno a la tradición y profundizar en el contexto y en las relaciones con grupos, instituciones y organizaciones en las cuales el informante se encuentra inserto (Mallimaci & Giménez, 2006).

Finalmente se realizaron observaciones participantes durante las festividades de la Virgen de El Pueblito del año en curso; esto con el fin de observar los conceptos que arrojó el marco teórico y registrar comportamientos de los articuladores durante sus rituales y prácticas, poniendo énfasis en lo simbólico. La observación participante permitió adentrarse en lo cotidiano y establecer relaciones abiertas con los informantes (Taylor & Bogdan, 1987).


La fiesta, las instituciones y corporaciones para la construcción de identidad en El Pueblito Giménez (2007) considera a la cultura como “mundos concretos de creencias y prácticas” (p. 27) y sugiere que la identidad social precisamente se logra cuando los actores interiorizan una cultura en común. Para ello, el autor propone que la cultura se compone de 3 fases: la concreta caracterizada por las costumbres y los modos de vida que identifican al pueblo; la abstracta, representada por los valores y normas que regulan el comportamiento; y finalmente, la fase simbólica, iniciada por Geertz, quien define a la cultura como una telaraña de significados, como un proceso interpretativo.

Producto del trabajo de campo, se puede afirmar que en El Pueblito las 3 fases propuestas por Giménez se encuentran presentes en su estilo de vida y prácticas que los caracterizan como comunidad y que cuidadosamente sus miembros resguardan como patrimonio heredado de sus antepasados. Ciertamente los símbolos y significados cargados de sentido para los originarios, son la fuerza de las tradiciones que confieren de identidad a todos aquellos que comparten los ritos, creencias y valores que guarda la comunidad.

Giménez (2007) parte de que la identidad se forma de las culturas en las cuales el individuo participa, vistas no solamente como pautas de comportamiento aprendidas, sino como pautas de sentido y de significado. La identidad desde esta perspectiva se relaciona con quién

somos y quiénes son los otros.

Hablar de identidad remite automáticamente a la apropiación de algunos elementos y a la exclusión de algunos otros. Siguiendo a De la Torre (1996), la identidad adquiere sentido con interacción social en donde se va agrupando un “nosotros”, a la vez que se configura una resistencia frente a los “otros”. Esto se complejiza cuando un individuo puede pertenecer simultáneamente a varias agrupaciones. Mientras se pertenece a un grupo religioso como en el caso de El Pueblito, el individuo puede pertenecer a varias agrupaciones, instituciones, asociaciones, etc. Si bien, la actividad religiosa es de gran peso para definir la identidad de los individuos, no es la única que es tomada en cuenta a lo largo de su construcción identitaria, a ella se suman muchas cuestiones más.

Además, explica De la Torre (1996) existe gran diferencia entre pertenecer a una agrupación católica y otra, en cada una se interpretan distinto los valores, normas, símbolos y prácticas, por lo tanto, la identidad de un católico será distinta dependiendo de los grupos a los que pertenezca.

En El Pueblito sin duda existen distintas formas de practicar y de demostrar la fe católica que se comparte como pueblo, sin embargo, se observa en la comunidad que mayor parte de los originarios se sienten miembros de un grupo, pues comparten creencias y valores. Asimismo, todas las corporaciones existentes adquieren el título que las legitima cuando son reconocidas por las autoridades de la parroquia y del Santuario, así como por las mesas directivas del resto de las corporaciones, durante una ceremonia solemne en donde la decisión se somete a votación.

Por lo tanto, en El Pueblito se percibe orden en las instituciones y agrupaciones comunitarias religiosas. Aun con ello, De la Torre (1996) afirma que, en toda institución, aunque posea una ideología oficial, existen conflictos y relaciones de fuerza donde constantemente van cambian los roles y los personajes. No existe sólo un tipo ideal del católico, ni para la institución ni para quienes la conforman. No obstante, detalla la autora, existen modelos y patrones más aceptados que otros por las jerarquías más altas del catolicismo.

Ejemplo de lo anterior es la corporación de Inditos e Inditas de Santa María de El Pueblito, que es de momento la corporación más reciente dada de alta por el Santuario. De acuerdo con los informantes, ésta era considerada sólo como una agrupación, pues no contaba con los requisitos necesarios y la formalidad para convertirse en una corporación hasta hace poco.

Al preguntarle a un ex Primer Mayordomo y ex Presidente de Corporaciones cuál es la diferencia entre pertenecer a un grupo o a una corporación, él responde:


“Depende de muchas cosas. Un grupo… tú y unas cuantas personas formamos un grupo, pero mañana ya no podemos estar porque no tenemos un compromiso, no tenemos un estatuto, no tenemos un reglamento, no tenemos nada. Nos regimos simplemente por las ganas de hacer algo ¿sí? Y la diferencia de una corporación es que la corporación ya tiene un compromiso. Por ejemplo, antes entrabas a las inditas y mañana te salías, y no había ningún problema, o sea, y en realidad es cuestión de fe todo. Entonces si ahorita entras a la corporación, mínimo tienes que pertenecer determinado tiempo y si te sales tienes que avisar que ya no vas a estar. O sea, hay ciertas reglas ya… tienen sus reglas ya una corporación, y en un grupo no. Eso es lo que los diferencia.” (Ex Presidente de Corporaciones y ex Primer Mayordomo, 13 de marzo de 2017).


Cuando la identidad del pueblo entra en contacto con la ciudad

Portal (1997) afirma que la identidad de un grupo social se construye en la cotidianidad, en lo individual y en la ritualidad colectiva, como forma de recrear y de reafirmar el sentido que comparte la comunidad. La autora cuestiona cómo la tradición y las peculiaridades de un pueblo no se desvanecen al entremezclarse con lo urbano, con la ciudad con quien comparten un territorio. De acuerdo con su investigación, la autora explica, es común que los pueblos desarrollen un vínculo especial con lo religioso y con lo sagrado, material con que se construye la ritualidad.

Para Portal (1997), uno de los elementos indispensables para la construcción de relaciones sociales y el afianzamiento de la identidad, es el parentesco. En este sentido y para este trabajo, se ha encontrado que, para los pueblitecas en la mayoría de los casos, es necesario ser originario de la comunidad para acceder a puestos, a roles y a jerarquías que en el pueblo se estructuran para participar y resguardar su tradición y patrimonio cultural. Sin embargo, ser nativo no es un elemento suficiente para ser considerado miembro activo de la comunidad; para ello es necesario participar en todos esos rituales que les dan vida a sus tradiciones.

Por ello, participar en las tradiciones y ser “Natural”, tal como los originarios se

autodenominan, son elementos excluyentes que les permiten identificar entre quienes sí son miembros de las corporaciones y agrupaciones religiosas, y quienes, aunque comparten el mismo territorio, no comparten sus creencias y prácticas, por lo tanto, quedan fuera de la comunidad. En este sentido, excluir de sus prácticas a personas que no cumplen con los requisitos para ello, fortalece el sentido identitario de quienes sí lo hacen, pues, aun cuando el espacio compartido entre unos y otros es el mismo, existen barreras simbólicas que los separan, con base en sus creencias, prácticas y valores.

El aislamiento, como lo llama Ortiz (1996) permite en cierta medida la conservación de lo tradicional, pues asegura, la cultura se robustece dentro de ciertos límites. Cada población y cada comunidad, afirma Ortiz (1996), está en cierta medida aislada, encierra particularidades que se comparten sólo entre miembros de ese grupo, y esto se conserva gracias a la memoria de sus habitantes. En entrevista con un ex presidente municipal de Corregidora, é detalla precisamente que aun con un crecimiento poblacional disparado, en El Pueblito la gente, gracias a su aislamiento de la ciudad, ha logrado mantener sus tradiciones y estilo de vida.


“Una de las cosas importantes que han venido sucediendo dentro de la comunidad de El Pueblito, que es el centro de nuestro municipio de Corregidora, es un crecimiento importante. En todo el municipio, nos decían en el 2000, teníamos 74 mil habitantes; al 2010 éramos el doble prácticamente, 143 mil; y en el 2017 estamos hablando de que seríamos cerca de 185 mil habitantes de acuerdo con las proyecciones. Todo este crecimiento y la llegada de nuevos vecinos a nuestra comunidad evidentemente es una influencia muy fuerte y un elemento que nos llevaría a que se perdiera parte de nuestras costumbres y tradiciones. Y una de las grandes ventajas, es que el Pueblito se ha mantenido en mucho cerrado, y se han conservado ahí, las tradiciones. Con un error también, porque no han permitido o no se han difundido hacia las otras colonias todo lo hermoso que son estas fiestas y que, además, es un elemento importante para generar identidad. En El Pueblito se han mantenido muy cerrados en sus costumbres y en su devoción, en su forma o en su estilo de vida. No permiten fácilmente la inclusión de otras personas.” (Ex Presidente Municipal de Corregidora, Querétaro., 3 de marzo de 2017).

En El Pueblito, a partir de la participación y de la visión de la gente de dirigir su futuro hacia el mismo rumbo, es como se construyen las identidades colectivas. De acuerdo con Giménez (2007), las identidades colectivas se forman a partir de la interacción de sujetos convertidos en actores sociales cuyo involucramiento emocional otorga sentido a sus actos.

Si bien, las identidades colectivas se construyen a partir de las individuales, estas últimas se forman durante el aprendizaje y la socialización del individuo dentro de sus grupos. En El Pueblito la identidad tanto individual como colectiva es fuerte, puesto que se refuerzan entre sí. Al tiempo que para participar en las fiestas y tradiciones se necesita contar con ciertas características, creencias y valores, una vez dentro de las corporaciones y agrupaciones, esta identidad se vuelve colectiva y se refuerza por medio de la participación y de la socialización con los demás miembros que comparten significados y encuentran el mismo sentido para preservar lo suyo.

A lo anterior, Portal (1997) le llama cosmovisión, un pensamiento colectivo congruente que representa una estructura por medio de la cual se tejen significados de grupo. Esto a su vez funciona como guía de las acciones colectivas.

La identidad, dice Portal (1997) no es un objeto que se hereda por generaciones, tampoco es algo inmutable o permanente. Por lo tanto, es un proceso de cambios y de contraste con los otros, que al tiempo que requiere de un proceso de autoidentificación, demanda también de una distinción frente a los otros, frente a lo que no se es. En El Pueblito es claro que la otredad son los foráneos, los extranjeros que aun compartiendo el mismo territorio geográfico no comparten valores y creencias con los originarios de la comunidad. Una manera de distinguir a los “Naturales” de los otros es la participación en los rituales.


Extraños en El Pueblito: Estrategias para definir la otredad

Safa (1999), en su investigación realizada en el pueblo de Los Reyes en la Ciudad de México, encuentra que una de las estrategias de los habitantes de esta zona ha sido la revitalización de sus tradiciones y su implementación de formas de organización vecinal para enfrentar y contrarrestar el impacto provocado por la llegada de personas de fuera, en su mayoría provenientes de las grandes ciudades. La autora anota que, por contradictorio que parezca, el ambiente de pueblo es uno de los principales atractivos para el desarrollo de nuevos fraccionamientos y la llegada de

citadinos a zonas con ambiente tradicional. Para probar esta idea y conocer los motivos de las personas que en el último año decidieron mudarse a la zona de El Pueblito, en esta investigación se entrevistó a un grupo foráneos provenientes de la Ciudad de México, que aun estando dentro del territorio político de El Pueblito, se ubican en un fraccionamiento privado.


“Soy de México y escogí vivir en Querétaro por dos cosas, una eh… yo soy sanadora y este… ya México está muy saturado de una vibra muy negativa, entonces la idea era salirme y buscar un lugar. Mi hermana vive en Corregidora, yo había escogido otra parte… y por algunas cuestiones no me quedé allá. Vine a ver la casa y me encantó la zona, me encantó estar cerca de la pirámide, cerca de El Pueblito como tal y este… decidí que aquí iba a ser mi hogar.” (Foránea, recién llegada de la Ciudad de México, 26 de septiembre de 2017).


Beck (2007) define a los extraños como aquellos quienes se han asentado fuera de su lugar de origen. Todos los individuos en algún momento pueden ser extraños, pueden llegar a convertirse en “los otros”, esta categoría no pertenece de forma permanente a cierto grupo en particular, sino que se establece de forma local por gente del lugar. A quienes no encajan en los estereotipos establecidos por la comunidad, se les excluye por raros, se les cataloga como “los otros”, los que no pertenecen. Los extraños, argumenta Beck, no son lo contrario a “gente del lugar”, pues precisamente lo que los hace diferentes es que son del lugar pero que no encajan con los estándares del mismo.

En El Pueblito “los otros” sin duda son los foráneos, los que recientemente han llegado a asentarse a un territorio que simbólicamente no les pertenece. Pero bien se pudiera catalogar también como “otro”, a aquellos que, aun siendo “Naturales” de ascendencia Otomí, no participan en las fiestas ni contribuyen en la preservación de las tradiciones. De estos últimos se pueden encontrar pocos, puesto que el parentesco es un eje de organización muy fuerte y por herencia son familias enteras las que participan.

Cada vez son más en número las personas de fuera que se asientan de forma permanente al territorio de El Pueblito. Originalmente para este trabajo se planteó que la llegada de foráneos a la zona provocaba el debilitamiento de las tradiciones, o por lo menos, sería un gran detonante de

cambios al integrarse participantes externos; sin embargo, conforme se fue avanzando, se hace evidente una fuerte resistencia por parte de los originarios de El Pueblito para no cambiar sus formas y permanecer lo más apegados a su origen. Esto se fortalece con la posible amenaza que representa para su tradición la miscelánea de culturales que circulan por sus territorios.


La necesidad de establecer tiempos, espacios, reglamentos y liderazgos

El Pueblito ha establecido tiempos, espacios, reglamentos y liderazgos para la celebración. Esto garantiza que las festividades no pierdan su carácter sacro. Asimismo, los practicantes se aseguran de que los rituales cada año se mantengan lo más apegados en sus formas a lo original, a lo prehispánico (Portal, 1997).

Un ex Primer Mayordomo de la corporación de la Mayordomía de la Virgen de Los Naturales, narra cómo a partir de la década de los 80, al entrar gente joven que vino a reemplazar a sus padres y abuelos, así como producto de una mejora económica; hubo un incremento considerable en el número de dulces de azúcar que tradicionalmente se ofrendan. El informante explica que cada año la Mayordomía entrante le iba agregando de poco a poco, más y más dulces como si fuera una competencia para ver quién compraba más y convertirse en la corporación que más ofrendó:


“Como no había un reglamento… le digo, después del 80 que empezaron a entrar otras personas, ya… como una competencia ¿no? “Si aquel me entregó 80, yo le voy a poner otras 10 más” y así se la llevan. Le digo ahora en el 90 que el Padre Francisco llegó, “no, no, si no es una competencia que está entre ustedes” ¿no?” (Ex Primer Mayordomo, 13 de marzo de 2017).


Portal (1997) habla de dos tipos de ofrendas que claramente se han podido constatar en El Pueblito; las ofrendas materiales, como por ejemplo donar en las colectas que hacen algunas corporaciones para financiar su parte en las fiestas y pagar la banda, los cuetes o el castillo de pólvora. Y las ofrendas de acción, que van desde bailes y peregrinaciones, hasta la preparación de los alimentos. Esta última forma de ofrendar es la que Portal (1997) considera que es la más relacionada con el parentesco, pues invita al involucramiento de toda la familia para, por ejemplo,

en El Pueblito, cocinar el popular caldo del buey y los tradicionales tamales que se ofrecen de forma diaria al final de cada rosario a cargo de los miembros de la Mayordomía.

Al preguntarle a la Primera Tenanche de la corporación de la Mayordomía que es lo que a ella más le motiva para participar, ella expresó:


“Otra cosa bonita también es que toda tu familia se une, toda tu familia se une, porque toda tu familia te ayuda a hacer este… “no pues yo vengo y te hago tamales, yo vengo y te hago el caldo, yo vengo y no sé qué” … entonces, la ayuda llega. Toda la ayuda llega. Y hay muchas bendiciones durante todo el año, muchas, muchas bendiciones, también hay muchas pruebas, pero es parte de, es parte de la fe y del culto a la Santísima Virgen. Y te digo, lo que yo en lo personal más voy a extrañar, pues es que la puedo tener así… puedo estar con ella.” (Primera Tenanche de la Corporación de la Mayordomía, 2 de agosto de 2017).


Las ofrendas, sin importar de qué tipo sean, son una forma de comunicación (por medio de un acto de sacrificio) entre habitantes del pueblo y del pueblo con lo sacro. Una forma de reparar los males, pero al mismo tiempo y, sobre todo, una forma típica de dar las gracias a sus santos por su bondad y sus milagros.

Una característica importante en las fiestas ha sido la refuncionalización de su contenido, cuando producto de la evangelización se les dio a los rituales paganos un nuevo significado católico (Portal, 1997). En la fiesta de El Pueblito se conservan rituales desde épocas prehispánicas, de conquista y de evangelización, cuando por medio de la elaboración de la imagen de la Virgen de El Pueblito y su colocación en El Gran Cué, los Franciscanos convierten a los habitantes de esta zona a la religión católica.

Desde los años de 1600 se conservan bailes y ritos que fueron enseñados a los antepasados como el camino correcto hacia la salvación, a través de la adoración a la Virgen y a su hijo Jesús. Ejemplo de ello es la danza de los Apaches y Baltazares, los primeros con sus trajes blancos y los segundos con sus máscaras de diablo talladas en madera de palo de cuchara, represen con su baile la lucha entre el bien y el mal, en donde al final el bien es vencedor.

Portal (1997) recupera que los Frailes en lugar de erradicar las festividades les dieron un

nuevo sentido, pues el medio para lograr la evangelización fue la música y el teatro. Muestra de ello es otra danza propia de El Pueblito en donde esta vez los protagonistas son los Flachicos (algunos en la comunidad aseguran que se llaman Frachicos, pues el nombre viene de los Frailes Menores). Los Flachicos con sus máscaras también talladas en el tradicional palo de cuchara son el toque carnavalesco de la fiesta pues, a estos participantes se les permite con parodias y versos, burlarse de las autoridades tanto religiosas como gubernamentales. De acuerdo con la tradición oral, los Flachicos surgen hace cientos de años como una forma de romper con la rutina, un mecanismo para la libertad de expresión, a la que los recién evangelizados recurrían (con permiso y bajo las condiciones de las autoridades eclesiales) para opinar, participar, divertirse y hacerse escuchar entre bromas. Al preguntarle a uno de los Flachicos el significado de las máscaras, él respondió:


“En sí significa la… fue por… por los Frailes, de hecho. Los Frailes fueron los que introdujeron la máscara para jalar aquí a “Los Naturales” de aquí del pueblo a la religión católica, o sea lo mezclaron por… se le puede llamar por una fiesta pagana. Ese fue su gancho de los Frailes para jalar a “Los Naturales” de aquí del pueblo para adorar a nuestra Madre Santísima.” (Flachico de la Corporación de la Segunda Danza, 6 de agosto de 2017).


Las prohibiciones delimitan las fiestas y sus rituales religiosos-populares dice Portal (1997). Quienes articulan las tradiciones, a diferencia de sus antepasados, ahora están marcados por reglas que en un inicio no existían y que, con los años y la práctica, se han van haciendo cada vez más explicitas e interiorizadas. Los actores tuvieron que acatarse a lo que proponía la Iglesia y poco a poco se les fue haciendo costumbre y parte del ritual realizarlo de tal o cual manera. Sin embargo, en esta investigación se encuentra que todas las limitaciones, lejos de debilitar las prácticas o el patrimonio cultural de un pasado indígena, lo fortalecen, lo hacen estable, replicable y recientemente archivable; ahora se cuenta con un registro que materializa la tradición y la hace verificable, cuando anteriormente sólo existía la tradición oral. Por ello, es más fácil darse cuenta de los cambios, las modificaciones, mutaciones, extinciones y/o adaptaciones que se ven dando conforme los años en la tradición de El Pueblito.

A pesar de que los sacerdotes, sobre todo el Padre Guardián del Santuario, son figuras respetadas por la comunidad y tienen papeles importantes en el mantenimiento de las tradiciones y en el llevar a cabo las festividades religiosas. En la mayoría de los casos, tal como encuentra Portal (1997) ocupan el lugar de invitados o de acompañantes de los participantes del pueblo, sobre todo de los miembros de la Mayordomía.

En el discurso de los informantes para la investigación de El Pueblito, cuando se les preguntó el papel del Padre Guardián en todos los casos respondieron que es “El Guía Espiritual”. Aun con ello, al cuestionarles si los miembros de las corporaciones acataban todo lo que el Padre Guardián les pedía, la respuesta fue un rotundo no. En todo caso, mencionaron, se cumple con la solicitud del Padre tres años, tiempo que duran en el cargo de Guardián del Santuario, pero al terminar su mandato todo vuelve a ser como antes. “El Santuario será la autoridad oficial, guardián de la Virgen, pero los fieles son quienes mantienen presente a su Madre Espiritual” (Bernal y Rivera; 2017: p. 147).

Sumando a lo anterior, se realizó una entrevista a uno de los cueteros de la corporación de la Segunda Danza, quien afirma que el pueblo no se deja imponer elementos nuevos o que le quiten algunos otros propios de su tradición.


“Para eso es la junta de corporaciones, ahí es en donde se hacen las votaciones y se empieza a decir “no, yo no estoy de acuerdo”. Por ejemplo, somos 10 corporaciones, más como otras 10 asociaciones, todos somos de que “si la mayoría acepta nos jodimos, y si no pues el padrecito nos disculpa, pero no se aceptan sus propuestas que trae de trabajo”.


Entrevistador: Entonces a ustedes como corporaciones digamos, ¿si les afecta en algo que el Padre cambia cada tres años? Porque pues se adaptan a uno y luego les ponen a otro…


“Por una parte, sí… pero pues ellos ya vienen entendidos de que aquí es tradición y que nadie va a llegar a imponernos cosas o a quitarnos cosas que no se puede.” (Cuetero de la Corporación de la Segunda Danza, 8 de agosto de 2017).

Relevancia del tema y aportación al conocimiento

Esta investigación contribuye al estudio del fenómeno religioso en México, respondiendo a las preguntas por qué y para qué los originarios de este pueblo, aun transformándose en mestizos e inmersos en una sociedad moderna, conservan tradiciones y creencias fuertemente arraigadas (Castillo y Orvañanos, 1987) así como un orgullo por el pasado prehispánico que alguna vez tuvo lugar en este territorio. A pesar de la notabilidad del fenómeno, los estudios aún no se han centrado en lo que detona que la conducta tradicional prevalezca. No obstante, se cuenta con trabajos, algunos recientes, que ofrecen descripciones de lo que son y en lo que consisten las tradiciones, fiestas y ritualidades de El Pueblito.

Adicional a ello, se espera aportar conocimiento acerca de la composición cultural de México, para conocer más acerca de la diversidad social y las distintas formas de convivencia y estilos de vida que se encuentran en lugares tan tradicionales como El Pueblito.

Producto de la revisión de literatura para el estado del arte previo al trabajo de campo, (Gendreau y Giménez, 2002; Giménez, 2004; Montoya, 1999; Mora en Wacher, 2013; Portal, 2013; Osorio, 2013; Safa en Osorio, 2013), se destaca que, en la mayoría de las comunidades, la organización y el sistema de cargos están presentes sólo en las festividades y, aunque existen reglas, éstas son flexibles. El caso del Pueblo de Jurica (Osorio, 2013) es relevante para este trabajo pues, al igual que El Pueblito, forma parte de la zona metropolitana de un estado en continuo crecimiento y desarrollo como lo es Querétaro; aun con ello, los originarios de estos espacios se reconocen como habitantes de un pueblo. Osorio observa los procesos dentro del sistema de cargos: su organización, toma de decisiones y funciones, como parte de una explicación en torno a la construcción de ciudadanía. Sin embargo, al hablar del resguardo de sus tradiciones, Osorio pone de manifiesto que, en Jurica, la participación se regula por normas sociales y simbólicas; no así en El Pueblito, donde existen reglamentos formales que se hacen obedecer. Este trabajo indaga acerca de la preservación de las tradiciones de El Pueblito desde la influencia que ejercen las organizaciones, líderes y reglamentaciones.

Una vez analizados los discursos de los informantes, se obtiene que, formar parte de alguna corporación, puede significar distintas cosas para quienes participan. El que exista diversidad respecto a los significados depende enteramente de los articuladores y del sentido que éstos encuentren al realizar las actividades.

Se destaca que existe una predominancia en torno a sus valores, puesto que la mayoría de los discursos apuntan hacia que, el amor que le tienen a la Virgen los lleva a realizar sus rituales, a reproducir sus tradiciones y a proteger su identidad puebliteca. Otros informantes expresan que continúan con la conducta tradicional por costumbre, como lo han hecho sus padres, sus abuelos y antepasados. Otro significado presente en los discursos, aunque en menor medida, es que, quienes participan, sobre todo en la Corporación de la Mayordomía, se hacen acreedores al respeto y reconocimiento del pueblo; la gente los identifica, y esto les hace adquirir prestigio.

Por lo anterior se argumenta que, quienes forman parte de las tradiciones son conscientes de su papel y basan sus actividades en un reglamento formal escrito. Los participantes demuestran que no se detienen en gastos si de organizar fastuosas fiestas se trata; todo con tal de realizar una inversión para la preservación de su tradición y la historia de su pueblo, para pagar los favores otorgados por la Virgen de El Pueblito, o para hacerse de un nombre entre los miembros de su comunidad.

No obstante, la investigación apunta a que cualquiera que sea el motivo por el cual el participante continúa preservando y transmitiendo sus tradiciones, su fuerte anclaje de se debe a un sistema organizacional legitimado por líderes, e institucionalizado por reglamentos; situación que permite a los pueblitecas una reproducción exitosa de sus prácticas en términos de sentidos, significaciones e intercambio simbólico que refuerza el orden social del pueblo. Además de permitirles excluir de manera simbólica a quienes pertenecen y no pertenecen a su comunidad. Esto último resulta valioso sobre todo si se habla de un pueblo inmerso en una ciudad en constante crecimiento poblacional y desarrollo industrial.


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